Lazos de familia: Entre amores y engaños

CAPÍTULO 28

CAPÍTULO 28: Un adiós

—¿Rompiste con tu ex novio? –preguntó Harrison al día siguiente.

—No puedes romper con un ex –respondí, tratando de esbozar una sonrisa.

En realidad, aún tenía ganas de llorar, pero no podía hacerlo en el trabajo.

—Pues quizás la segunda vez rompes con la esperanza de volver. Esa es la verdadera ruptura de una relación.

Lo miré, por poco boquiabierta.

—Ya en serio, ¿lees mi mente o cómo lo supiste?

—Te lo dije, soy bueno con las mujeres. Me quedaré hasta pasado mañana, así que aún tienes tiempo de aceptar una cita conmigo –dijo con tono seductor.

En ese momento, sonó mi teléfono –el cual sólo me permitían tener conmigo y encendido, porque tenía una bebé pequeña en casa–.

—¿Si? –dije al contestar, no reconociendo el número.

—¿Habla Evangeline Woods? –preguntó un hombre del otro lado.

Sonaba serio. Como si fuera un cobrador o algo por el estilo. Pero no le debía dinero a nadie.

—Sí, con ella habla –respondí de inmediato.

—Señorita Woods, estoy en casa de la señora Emily Davies para llevarla conmigo.

Sentí que mi corazón se detuvo.

—¡¿Qué le sucedió a Emily?! ¡¿Se encuentra bien?!

Harrison levantó la cabeza de inmediato, evidentemente preocupado por lo que escuchaba.

—Sí, no se preocupe. Su salud no peligra –dijo el hombre, haciendo luego una pequeña pausa antes de continuar–. El asunto es, señorita Woods, que legalmente no puedo darle detalles, porque usted no tiene la tutela de la señora Davies. Pero como encontramos a una infante en su propiedad, debo informarle que retiraremos a la señora para su inmediato traslado a una residencia para personas mayores.

—Espere, ¡¿qué?! –grité al teléfono, sin poder contenerme.

Esto no podía estar pasando.

—¡Usted no puede hacer eso! ¡¿Qué le da el derecho?! –pregunté, mientras tomaba mi bolso y me dirigía a la recepción.

Harrison me siguió.

—Tengo un permiso firmado por su nieto, el único familiar vivo de la señora Davies.

¿Connor había aparecido? ¡¿Y para ésto?! Eso era imposible.

—Debe haber una equivocación. El nieto de Emily no tiene su tutela tampoco. Ella ni siquiera ha sabido de él desde que un familiar del lado paterno lo adoptó.

—Si se trata del familiar más cercano en la línea de sangre, sólo debe probar que la señora es incapaz de cuidarse a sí misma. No necesita pasar por un proceso legal para conseguir su tutela. De hecho es responsable por el bienestar de la persona, lo quiera o no.

—¿Pero él sabe que su abuela es perfectamente capaz de cuidarse a sí misma?

—Al parecer no lo ve así. Él mismo solicitó su traslado para su cuidado. Es todo lo que puedo decirle.

—¡Espere! ¡Dígame a dónde la llevan! –supliqué, saliendo del hotel a toda prisa.

—No puedo decirle eso, señorita. La esperaré media hora para no dejar sóla a la niña. Pasado ese tiempo llamaré a servicios sociales –dijo por último, con el mismo tono frío e inhumano con el que mantuvo el resto de la conversación.

Luego cortó.

—Evangeline, ¿te llevo a algún lado? –preguntó Harrison, sacando unas llaves de su bolsillo.

—¿Tienes un auto aquí?

—Siempre rento uno en los lugares a los que viajo. Está en el estacionamiento, espera aquí.

Dos minutos después, estaba frente al hotel en un coche negro. Me subí, le dí la dirección de Emily y no tardó en acelerar.

Venía todos los días al trabajo en un autobús que iba a la mitad de la velocidad a la que íbamos ahora, y jamás un viaje me había parecido tan largo.

Llegamos 15 minutos después, y frente a la casa de Emily sólo había un auto plateado aparcado y un hombre de traje gris parado en la puerta.

—¡¿Dónde está Emily?! ¡¿Y dónde está mi hija?! –pregunté con desesperación.

El hombre no pareció afectado por mi estado.

—La señorita Woods, supongo –dijo con la misma frialdad de hace un rato–. Su hija está adentro, claro. Y Emily ya va camino a la residencia. Me retiro.

—¡Espere! Por favor, ¿cómo puedo solicitar información sobre dónde la tienen?

Cualquier cosa sería útil.

—Busque un abogado. Él le explicará que legalmente no hay nada que pueda hacer para obtener tal información o ir en contra de la voluntad de su nieto.

Esto no estaba bien. ¿Por qué Connor haría algo así? ¿Y por qué la ley lo permitiría? Emily estaba perfectamente bien de salud y su mente era prodigiosa. Recordaba todo con lujo de detalle y no necesitaba a nadie que la cuidara o tomara decisiones por ella.

El hombre se fué sin decir otra palabra y yo me quedé parada en la puerta, completamente desconsolada.

¿Qué debía hacer ahora?




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