Lazos de familia: Entre amores y engaños

CAPÍTULO 33

CAPÍTULO 33: Lazos

Cuando ví a Jake el sábado, sabía que tenía que darle la noticia. Pero no sabía cómo hacerlo.

No habíamos hablado de nosotros desde aquella pelea hace años y jamás habíamos tocado el tema de mi relación con su padre en el año que llevaba saliendo con él. Pero ésto tenía que decírselo. De otro modo, lo haría Harrison y eso sería peor.

Por fortuna, tal y como esperábamos, ese fin de semana Harrison pasaría la mayor parte del día en el club de Golf, con unos posibles inversionistas. Así que cuando Jake llegó el sábado por la mañana, no estaba tan nerviosa por recibirlo como lo hubiera estado con Harrison aquí.

—Es bueno verte, Eva. Aunque sea en estas circunstancias –dijo, arriesgando una sonrisa.

Se veía bien. Más ancho de hombros y maduro que hace casi un año, cuando vino para navidad.

—Me alegra verte también y que finalmente volvamos a hablar –dije, tocando el tema porque sería imposible ignorarlo.

—Lamento lo que dije aquella vez. No lo dije en serio, sólo estaba furioso con mi padre.

—No. Está bien –respondí, tragando saliva–. Tenías razón, iba a ceder.

—Pero sé que no lo hiciste por dinero. No debí compararte con esas otras mujeres.

—Como sea, terminé en su cama –admití, sin poder mirarlo.

No quería ver el rechazo en su rostro.

—Aún así, no debí decirlo. Sólo, no quiero saber lo que mi padre hace en la intimidad con la chica… que amé.

Eso me hizo levantar la mirada. Nunca esperé que después de todo este tiempo y de que comenzara una relación con su padre, Jake todavía me amara. Pero oírlo puesto en palabras, no dejaba de ser difícil.

—No iba a darte detalles, no te preocupes –respondí, esforzándome por esbozar una sonrisa.

—Por cierto. Esta semana contraté a un nuevo detective –dijo, mirando hacia dónde Lili jugaba en el jardín, como asegurándose de que estuviera lo suficientemente lejos como para no oírnos.

—¿Y bien? –pregunté intrigada.

—Pues… no sé qué pensar de esto. Pero me dijo que el anterior detective que trabajaba para nosotros, de hecho tuvo una reunión con mi padre hace unos meses

—¿Qué? ¿Por qué se reuniría con él? –pregunté, rápidamente tratando de pensar en alguna explicación–. ¿Crees que Harrison se enteró de que le pagabas y quiso saber qué trabajo le habías pedido?

—Tal vez sólo sea eso. Pero lo extraño es que vino varias veces a Texas antes de reunirse con mi padre, específicamente aquí, a Austin. Y al parecer pidió algunos favores a conocidos suyos que trabajan en el juzgado de menores. Lo que me hace pensar que creía que la adopción de Connor se había tramitado aquí.

—¿Aquí? ¿En Austin? –repetí, tratando de asimilar la información–. Creo que nunca le pregunté a Emily de dónde era la familia del marido de su hija.

—No recuerdo que lo mencionaras. Ni ella.

—Sabemos que el apellido del padre de Connor era Johnson. Pero, ¿por qué el apellido del familiar que adoptó a Connor sería distinto? Eso es algo que me he preguntado mucho.

Jake pareció pensarlo.

—¿Qué pasa si él también era adoptado? No, espera… su nueva familia le hubiese dado su apellido.

—No si nunca lo adoptaron legalmente –dije, pensando en algo.

—¿A qué te refieres?

—Bueno, esto es incómodo de decir pero… si Harrison y yo nos casáramos, técnicamente Lili sería tu hermanastra, pero tú apellido es Campbell y el de ella seguiría siendo Woods –dije, yo misma frunciendo la nariz ante la idea.

Jake se llevó una mano al rostro.

—Tienes razón. Es incómodo –dijo, tratando de reponerse–. Pero es una teoría factible. Le diré al investigador que averigüe con quién se casó la madre del padre de Connor, o el padre de su padre. Es un poco confuso. Pero quizás podamos armar su árbol genealógico y así saber quién pudo haberlo adoptado.

—Creo que es nuestra mejor opción. Pero Jake… –comencé y luego no supe como continuar.

—¿Si?

¿Cómo podía decirle lo de mi compromiso justo ahora? Pensar que Lili pudiera convertirse en su hermanastra era realmente una locura.

Cumpliría 5 este año, y aunque ya no le decía papi —y probablemente no recordaba que alguna vez lo había llamado así–, estaba segura de que pensaba en él de esa forma.

—Jake, ¡mira! –dijo Lili, acercándose a nosotros con una mariposa atrapada cuidadosamente en su mano.

Jake sonrió.

—Es preciosa Lili. Pero ten cuidado, es muy frágil –dijo con un tono tierno.

—Mami dice eso mismo del amor. De cualquier amor que no sea el de una madre –comentó con mucha seriedad.

Jake me miró con tristeza.

—Pues tu madre tiene razón –respondió, luego apartando la vista.

Lili dejó ir a la mariposa con una sonrisa y continuó jugando en el jardín, sin notar las emociones que su inocente comentario había generado en nosotros.




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