CAPÍTULO 35: La verdad
Jake y Harrison tuvieron una fuerte pelea la noche anterior a la cena de ensayo. ¿La razón?, el futuro de Jake.
Al parecer, Jake estaba cumpliendo con su promesa de demostrarme que sí estaba listo para hacerse cargo de una familia, y su mejor idea fue dejar la escuela de leyes, terminar su profesorado en arte y conseguir un empleo de vuelta en California.
En realidad, había dejado la escuela sin decirle nada a nadie –ni siquiera a mí– desde hace 2 meses. Pero Harrison sólo se enteró ahora, cuando el pago a la universidad por el próximo bimestre, fue rechazado. Y por supuesto, estaba furioso.
Sus voces podían oírse aún del otro lado de la puerta del estudio, pero lo que decían exactamente, no estaba tan claro. Brenda y yo tratamos de agudizar nuestros oídos y entender algo. Y entre las dos, sólo pudimos descifrar el tema general de la discusión, y algunas frases sueltas, como: “¡Eres una decepción!” –de parte de Harrison– y “¡Desearía que no fueses mi padre!” –por supuesto, de parte de Jake.
Eso me hizo pensar mucho en la respuesta que esperaba de la oficina de datos vitales, que aún no había llegado. Realmente contaba con que lo hiciera antes de la boda, pero con cada hora que pasaba, me cuestionaba más y más si la respuesta sería la que esperaba.
¿Qué sucedería si Irene simplemente había confundido los meses en los que vió a la pareja o el estado de embarazo de la esposa de Harrison? ¿Y si Harrison en realidad sí era el padre de Jake y sólo era autoritario y controlador con él porque quería lo mejor para su futuro?
Si lo pensaba, eso era lo que mis padres habían querido para mí, ¿o no? Y aún así no justificaba que me echaran de la casa cuando me negué a abortar a Lili. De la misma manera, no había justificación alguna para que Harrison decidiera la vida entera de Jake sólo porque creía saber qué era mejor él.
El sonido de la puerta siendo abierta bruscamente, me trajo de regreso de mis pensamientos y Brenda y yo salimos disparadas de allí, para no ser descubiertas oyendo conversaciones ajenas.
Momentos después, cuando oí a Harrison dejar la casa, me dirigí a la habitación de Jake.
—¿Estás bien? –pregunté, ni bien abrió la puerta luego de tres suaves golpes.
—Tan bien como puedo estar siendo hijo de un tirano –respondió, haciéndose a un lado para dejarme pasar.
—Jake, Harrison se enfadaría conmigo si se enterara que te dije esto pero… estoy muy orgullosa de tí –admití con toda sinceridad y eso me ganó una sonrisa.
—Gracias, Eva. Sé que no ganaré mucho como profesor, pero puedo dar clases particulares y talleres también, y verás que podré mantener un hogar con eso –dijo con convicción y ví la esperanza en sus ojos–. Sólo déjalo, ¿si? Cancela la boda y volvamos a California como una familia –suplicó.
Y por un instante pensé en gritar ¡sí!, porque por alguna razón necesitaba gritarlo y no sólo decirlo. Quizás me estaba sintiendo infeliz y atrapada aquí, aunque no lo admitiera, porque no podía evitar llorar por las noches y sonreír por la mañana como si todo estuviera bien.
Harrison no era diferente a mis padres, pero en muchos aspectos, la vida había sido fácil con ellos. Y eso era a lo que más me costaba renunciar ahora.
Jake no podía saber lo que se sentía tener que desnudarte frente a veinte personas, cuando jamás habías usado siquiera una minifalda, porque era el único trabajo que alguien había estado dispuesto a darte. O preguntarte si deberías haber aceptado los avances sexuales de tu jefe, porque tu hija podría no tener qué comer mañana a causa de tu orgullo.
Pero yo sí lo sabía. Y cuando Harrison prometía estabilidad económica y la mejor universidad para Lili, era difícil simplemente decir que no, porque amaba a alguien más.
Jake pareció entender el torbellino de pensamientos y dudas que invadían mi mente sin descanso y entonces impulsivamente tomó mi rostro entre sus manos y me besó. Como si quisiera recordarme que elegir el amor siempre era la respuesta correcta.
Y por poco logra convencerme.
Me perdí en el contacto con sus labios y en las emociones que generaban en mí sus manos bajando hasta mi cintura. Pero entonces puse las mías en su pecho… y lo aparté para romper el beso.
—No sé qué más puedo hacer para sacarte de este lugar –dijo Jake, secando sus labios con un dedo pulgar–. Está claro que me amas y está claro que sabes lo horrible que es él. ¿Realmente crees que esto es lo mejor para Lili? ¿O sólo tienes miedo de volver a cómo estabas? –preguntó, dando justo en el clavo.
—No estás siendo justo conmigo, Jake. Si tengo miedo, es justamente porque tengo a Lili. Tienes que confiar en que hago lo que creo que es mejor para ella –respondí y sentí el típico ardor en mis ojos que indicaba que se llenarían de lágrimas.
Pero Jake estaba demasiado concentrado en su enojo como para verlo.
—Mi padre tiene la habilidad de arruinar todo lo que toca. ¿Te dijo que Lili tendrá un futuro brillante? Mira con atención, Eva. Este resentimiento es el futuro de Lili. Crecerá como yo y tú enfermarás por el estrés como mi madre. No dejes que te coaccione con promesas de una vida perfecta.