Lazos de Sangre

Capítulo 14: Fachada

Ya había pasado alrededor de quince días y esto solo iba de mal a peor. Desde que las heridas de mis rodillas cicatrizaron no di tregua contra nada ni nadie. Durante esos quince días no paré de intentar escapar. Esta vez no confiaría en nadie. Esta vez ni siquiera prestaría atención a algo que me distrajera de mi objetivo principal.

Lo que me llevo a pasar cada día memorizando pasillo tras pasillo. Memorizando que aulas le pertenecían a que profesor y enumerando cuidadosamente mis intentos de fuga. Yo me había puesto una meta personal. Cuando llegará a cincuenta intentos me inyectaría algo en las venas que me hiciera pasar por muerta. No me culpen. Había pasado mucho tiempo en la biblioteca, desde ahí se tenía una vista perfecta de todo el campus. Terminé memorizando quienes eran los que patrullaban en las mañana, en su mayoría adultos y unos pocos alumnos que llevaba una franela  de color azul celeste alrededor del cuello.

Por ir escapando cada día terminé haciendo que todos me conocieran. Cada profesor sabía mi apellido. Cada guardia de seguridad sabía mi nombre. Cada personal de limpieza al menos había visto mi rostro unas tres veces.

Hoy era el decimo quinto día que lo intentaría, pero esta vez tenía la certeza que lo lograría. En mis once épicos equivocaciones anteriores fracase por no haber pensado con el cerebro. Ahora no sería así. Por fin tenía un plan que implicaba inteligencia y astucia. Nada podría salir mal. Soy consiente que lo he dicho antes, pero esta vez iba verdad.

Ya faltaba poco para que nos encierren en las habitaciones. Diez minutos para ser exactos y como de costumbre las llaves del portón principal estaban en el escrito de la rectora. ¿Y cómo es que lo sabía? Porque ese fue mi salón de castigo después de las tres veces que intenté escapar. Lo bueno fue que me entere de la mecánica vida de la rectora. Todas días minutos antes que nos encerraban tenía una amena charla con alguien. Solía encerrarse en el baño junto con la llave que abría su oficina y dejarme sola con la puerta trancada. ¿Cómo sabía que se llevaba la llave consigo? Mis numerosos fracasos en abrir aquella infernal puerta con varias de las llaves que curiosamente dejo sobre el escritorio me lo dijeron.

En este punto tenía la certeza que aquella mujer las había dejado apropósito para de algún siniestro modo burlarse de mis errores. Derribarme no le sería tan sencillo.

Pero cosa curiosa, días anteriores había descubierto que de entre las llaves que dejaba sobre el escritorio estaba la que abría la puerta de mi habitación. ¿Cómo lo sabía? Aquella vez que Navani, la traidora, introdujo la llave en la cerradura recordé haber visto un brocado muy parecido. Demasiado diría yo.

Ahora mismo yo estaba sentada en la silla mientras la rectora acababa de encerrarse en el baño. No esperé más y me abalance sobre las llaves. Una vez que encontré la que buscaba, la saque con delicadeza de la sarta. Aquella mujer no debía descubrir que faltaba una.

Diez minutos después salió del baño como de costumbre con una sonrisa siniestra. Se acomodo junto a la puerta y tras abrirla ordenó con la voz clara y dura.—Directo a tu habitación. Sabre sino lo haces de ese modo.

—Claro —respondí levantándome e imitando una reverencia burlona—. De seguro podrías verme a través de tu bola de cristal —mencione saliendo por la puerta y caminando, tal y como esa bruja lo había dicho, directo a mi celda.

 

***

 

—Amalia —me hablo por enésima vez esta noche la traidora.

No le respondí como de costumbre. Desde ese día he hecho mi mejor esfuerzo ignorándola. Nunca creí que hubiera alguien más insistente que el bastardo, pero sí. Navani le ganaba y con creces. Me veía obligada a convivir a diario con esa morena. Al menos con el insufrible de Santiago no compartía una celda como con ella. 

No me culpen por dejar de hablarle. Es lo que suelo hacer cuando las personas me dan un puñal por la espalda. Es lo que hice con ese recogido cuando descubrí que no solo me estaba quitando el cariño de mi padre sino también lo puso en contra mía.

A mi padre también se lo impuse cuando me hizo resentir. Pero a él parecía no importarle. Al contrario hasta parecía como si le hubiesen quitado un gran peso de encima. Mis ojos comenzaron a picar. Sacudí mi cabeza involuntariamente. Debía pensar en otra cosa ¿Cómo hacerlo cuando todo me recordaba a que mi padre no me quería? Le estorbaba. ¿Por qué otro motivo la habría encerrado en aquel detestable internado?

Santiago.

Tenía sentido. Santiago hizo de todo para quitarme del camino. Si creía que lo había conseguido, estaba muy equivocado. Demasiado.

Santiago era detestable. Todo siempre tenía que hacerlo del modo perfecto. Correcto. Del modo que a mi padre le gustaba. Él nunca hacia nada malo. Él nunca hacia travesuras. Él nunca se reía en la mesa. Él nunca se quedaba mudo cuando le preguntaban algo de la empresa. Él nunca se quedo hasta las diez de la noche en la oficina del director. Él nunca fue castigado por montar una fiesta en su cumpleaños. Él nunca hizo algo tan alocado como para que padre lo encerrará en su habitación durante una semana. Y en definitivo él nunca hizo algo tan horrible como para que su padre dijera que ya no lo quería.

Mis ojos se humedecieron involuntariamente. Odiaba ese recuerdo. Lo odiaba con toda mi alma. Pero últimamente era lo único que venía a mi mente.

Flashback

—No es necesario mentir Amalia —comentó mi papá arrugando el pedazo de papel que le acaba de entregar.

No pude evitar que una lagrima saliera. Esa era la mejor nota que había sacado. No era mi culpa no ser tan aplicada como Tiago. No era mi culpa distraerme cada vez que veía una mariposa. Justo por eso Tiago me ayudo a estudiar y también en algunas tareas. 

Pero el rostro de papi se mantenía arisco y poco impresionado. Después de todo lo que me tuve que esforzar. No pude evitar que más lagrimas salieran. Esta vez de verdad quise agradarle.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.