A veces, la vida quiere alejarnos de lo que nos hace felices. Y no hablo exactamente de una persona, sino de esos pequeños momentos en los que quieres detenerte y que no terminen nunca.
Soy esa clase de persona que se aferra a esos momentos para recordar que en un momento fui feliz y que merezco serlo para toda mi vida. Aunque había veces en que no quería creérmelo.
El depender de unos amigos de mierda: El peor error que cometí.
El haber salido con un idiota: Una autoestima pisoteada.
El haber decidido ir al campamento: La mejor elección de mi vida.
El haber hecho amigos ahí: La prueba que necesitaba para saber que el mundo aún tenía salvación.
El haberlo conocido: El saber que no existen las almas gemelas, solo las comprendidas.
No sé si en el campamento viví los mejores meses de mi vida, pero lo que te puedo asegurar, es que nunca me olvidare de ese maravilloso lugar y las personas que me enseñaron que las estrellas si me escuchaban.
Alba