Le dicen El Demonio

Capítulo 15: Abril, tercer lunes

La tormenta afuera amenazaba con llegar, pero no se decidía.

De pronto, mirando a través de la ventana del autobús en movimiento, esa naturaleza de tempestad que subyuga, se alza, retumba y oscurece todo, me sentía demasiado pequeña, para enfrentar sus impulsivos y vehementes deseos.

Una hora antes, mientras leía un mensaje incierto en el celular, tuve la sensación de que el primer trueno había descargado toda su fuerza en algún lugar lejano y solitario. Desde entonces, esa fuerza bravía, de naturaleza incontrolable no había parado de acercarse y cada que retumbaba, mi corazón se detenía un segundo y volvía a su cauce normal.

La sensación eléctrica que recorría mi cuerpo y permeaba el ambiente y cada rincón de la ciudad desde el mediodía, me permitía saber con certeza que arreciaría, pero no cuándo.

Tiempo incierto demandan los temperamentos caprichosos.

Yo sentía, desde que había escuchado el primer trueno, que la tormenta no sólo amenazaba fuera, si no que se había instalado muy dentro. Entre las sensaciones y los pensamientos.

"Cuando la tormenta se siembra, El Demonio trama.”

“Cuando la tormenta se desata, El Demonio arremete."

¿Qué es lo que quieres tú, Dana?

[13/04 14:07]  +(xx)x 51 345 567: Lewmenade Luke  [13/04 14:07]  +(xx)x 51 345 567: Irás?

El martes tenía prueba de "Proyectos para la Investigación". Si bien, no era una asignatura difícil de llevar, me tomó el fin de semana entero, recordar los contenidos. Me sentía bloqueada. Me costaba retener y organizar. Pero no quería pensar en que todo eso se relacionaba con el incidente del jueves. Ni siquiera quería pensar en el incidente del jueves. Quería seguir de largo, sin darle mucha vuelta.

En vez de eso, me confié en que el profesor no haría algo tan complicado. En sus 50, Ernesto Aranda, era todo lo contrario a Santiago Arnau. Gordito, bonachón, bueno para reírse, de barba espesa y poco cabello en la cabeza. Siempre dispuesto a hablar. Maggie opinaba que era el hombre perfecto. No bromeaba cuando lo decía. Yo distaba mucho de estar de acuerdo.

Pero había una diferencia radical entre nosotras, levantada sobre esa afirmación; Maggie sabía qué significaba para ella un "hombre perfecto". En cambio, yo no sabía ni siquiera, quién quería ser por esos días. 

Sabía, sin embargo, qué era lo que NO quería en este minuto y eso era un gran avance.

No quería volver a saber de Vicente.

Y haberlo eliminado y bloqueado de todas mis redes y contactos, fue un primer paso difícil, pero necesario. Aún así, lo sentí raro y vacío.

[13/04 14:07]  +(xx)x 51 345 567: Lewmenade Luke  [13/04 14:07]  +(xx)x 51 345 567: Irás?

Tenía ese mensaje en mi celular hace por lo menos una hora. Lo miré, cinco veces, mientras avanzaba en el autobús hacia la casa. Brilló sobre la pantalla cada vez que lo prendí. No tenía idea de lo que él quería, ni tampoco de qué contestarle. Ese día no me sentía particularmente inteligente o rápida. En consecuencia, siguió ahí sin respuesta.

[13/04 14:07]  +(xx)x 51 345 567: Lewmenade Luke  [13/04 14:07]  +(xx)x 51 345 567: Irás?

Quizás el mensaje ni siquiera fuera para mí.

¿Por qué iría a Lewmenade Luke?

Lewmenade Luke era un pub universitario en el centro de la ciudad. Era muy popular entre los pichones acomodados. Alguna vez había sido un conocido burdel. En su faceta renovada, tenía una buena carta de cervezas, muy poca comida y de vez en cuando, música en vivo.

Los pichones se juntaban ahí a beber hasta que perdían la conciencia o para levantarse algún encuentro de fin de semana. Yo alguna vez también lo hice... ambas cosas. Pero en la época de mi último año universitario, no era un lugar que me produjera interés.

Cuando me decidí a responder, soné más confrontacional, que ingeniosa. Y eso me mosqueó un poco.

[13/04 15:10]  YO: Lewmenade Luke?  [13/04 15:10]  YO: Quién eres? Cómo conseguiste mi número?

Esas dos últimas preguntas fueron innecesarias. Y me arrepentí, apenas las envié. Sabía exactamente de quién se trataba. Incluso para la última pregunta tenía la respuesta.

Después de contestar la llamada el domingo, había revisado el historial del número en mi celular y había descubierto que yo misma lo había llamado el jueves que lo dejé olvidado en la sala. 

Misterio resuelto. 

Dos conclusiones.

Los hombres inteligentes también pueden hacer estupideces y tenía que ponerle patrón a mi teléfono.

[13/04 15:12]  Maggie: me enteré del chisme del año!  [13/04 15:12]  Maggie: Necesito hablar contigo  [13/04 15:12]  Maggie: AHORA!!!  [13/04 15:12]  Maggie: Estás desocupada?




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