Siendo el tiempo tan corto,
¿cómo no nos volveremos a encontrar?
La vida no cierra. Las cosas no terminan, entran en hiatus, a la espera del reencuentro.
Eso es lo que siempre he pensado.
Cuando empecé esta historia, quería escribir sobre esas personas que te arrasan como una tormenta, pasan por tu lado y te cambian irremediablemente, para luego desaparecer, por un tiempo indeterminado.
Quería hacer, también, honor a una novela no tan reconocida, como era Rearing Mountain by Lewmenade Luke, de Kathleen Winsor, a la que siempre he sentido, como una autora menospreciada. Sus tres noveletas, contenidas en el libro "Los Amantes", abren mundos inimaginables de la interioridad de las mujeres; de sus miedos, de su maldad, de la indecisión, de su humanidad, en definitiva.
Como prometí además, en el título de este apartado, hubo dos canciones que acompañaron la obra, mientras la escribía. Estas dos canciones están en la esencia de la novela. No las usé sólo como base, si no que las diluí dentro.
La primera es la canción "Hurricane" de Bridgit Mendler y la segunda es "Flores raras" de Christina Rosenvinge, por si alguien quiere darle un vuelta.
Estoy segura que a este punto de la historia, habrán sacado sus propias conclusiones y espero que lo que quería contar, les haga sentido.
Por ahora, esto es la despedida, para la novela. Como dije en los agradecimientos, espero que podamos reencontrarnos en otra historia, pronto. Una novela que amplíe lo que quería contar acá, con un final un poco más dulce.
Saludos y gracias mil
Abril O'Neil