Leave Me Lonely

CAPÍTULO 4

"Menos gay” esas dos palabras lo transportaron varios años atrás, cuando Gibran cursaba la primaria y no era precisamente apreciado por sus compañeros, en especial los varones.

Criado por tres mujeres y muy poco por su padre, Gibran creció con modales que los niños no veían propios para él y que daban material para una buena cantidad de insultos y rechazo. Tenía un gusto diverso, pues, así como disfrutaba de las series y películas de acción para niños también gustaba de pasar el tiempo viendo películas y series para niñas. Su película favorita era “La Bella y la Bestia” y la escena del baile en la que la protagonista lucía un hermoso vestido amarillo le encantaba, tanto que le gustaba recrear la escena encima de la cama. Tuvo la suerte de crecer en un ambiente amoroso en donde, ni su madre ni sus hermanas intentaron corregir sus gustos y le dejaron disfrutar en su infancia con aquello que lo hacía feliz.

Pero no todo el mundo tiene una mente igual de abierta, por lo que, cuando acompañaba a su mamá al puesto de películas para ampliar su colección de las princesas de Disney y había niños en el puesto, su madre y Gibran debían fingir una conversación en donde dejaban en claro que la película era para una amiga, una prima o sus hermanas para no recibir burlas.

Los primeros dos años de la primaria no fueron un problema, todos eran niños que mayormente iban a la escuela a divertirse con sus amigos y fueron los primeros dos años en los que Gibran se sintió incluido, pero cuando pasó a tercer grado el ambiente dejó de ser agradable y empezó a tornar su vida un poco gris.

Daniel, un estudiante que se había integrado a la misma primaria y, lamentablemente, al mismo grupo que Gibran fue el culpable de sus primeros dolores de cabeza (literalmente; en ese año escolar empezó a padecer de migraña). Gibran destacaba entre su grupo junto con otras chicas que tenían las mejores calificaciones, y al ser el único niño al que resaltaban sus méritos y logros fue objeto de burlas, todas incitadas por su nuevo compañero. El nerd del grupo era el blanco perfecto para un individuo cuya única meta en la vida era hacerle la vida imposible a quien le resultara difícil defenderse. Recordaba con claridad la vez que lo encerró en el baño. Aquel día sintió miedo, pero pudo haber sido más de no ser porque el encierro no duró mucho.

O la vez que, en Educación Física, cuando separaron a los niños para que jugaran futbol e hicieron el conteo de cuántos eran, a Gibran lo contaron como medio niño por no ser normal. Ese tipo de comentarios se siguió repitiendo en años posteriores, igual que los señalamientos.

Encontró un lugar seguro en sus amigas, en donde podía ser quién era. También había niñas que lo criticaban por su forma de ser, pero eran más las que lo aceptaban. Y también en los conserjes de la primaria, quienes lo acogieron con mucho amor y cuidaron en los recesos para que no estuviera solo.

Los años siguieron avanzando, las burlas no se terminaron, pero el verdadero infierno comenzó en sexto grado, su último año.

Su profesor, un hombre joven quien había quedado flechado de su hermana Cintia, había sido su cuñado en quinto grado, pero la relación no había marchado bien y su profesor encontró en Gibran la forma de desquitarse. Mientras la relación estuvo activa lo trataba mejor que al resto de sus alumnos, incluso le regalaba uno que otro jugo, pan o leche saborizada. Pero cuando la relación terminó descargó su resentimiento en el hermano de su expareja.

No recordaba con claridad todo lo que le había hecho, probablemente su mente había bloqueado la mayor parte de malos recuerdos, pero había uno en especial que no podía olvidar. Nuevamente, en sexto grado, se iba a integra un nuevo compañero a su grupo y se enteraron días antes de su llegada.

Inocentemente, y como cualquier niño curioso, Gibran preguntó quién sería el nuevo compañero, a lo que su profesor le respondió:

— ¿Aún no llega y ya lo quieres conocer? — Después se empezó a reír, y junto con él la mayor parte del grupo, los niños en su totalidad.

¿Cuál era la necesidad de hacer ese tipo de comentarios cuando era molestado y señalado como niña? ¿Qué tenía de malo preguntar? Seguramente si hubiera sido otra persona la respuesta habría sido diferente, pero como se trataba de Gibran se encargó de que la respuesta lo perjudicara. Cuando eso sucedió tuvo que contener las lágrimas. Jamás se había sentido tan mal y humillado, y sintió la necesidad de salir corriendo del salón. Pero se contuvo, no dijo nada hasta que llegó a casa. Le contó a su madre lo que había pasado y al día siguiente fue a hablar con él.

El profesor no reconoció su culpa, se victimizó y dijo que esa no fue su intención, que Gibran lo había mal entendido, pero no tuvo argumentos para sostener la mentira, pero el buscaba de quedar como una víctima más de la familia, tratando de ser perjudicado por el hermano de su exnovia, como todo cobarde que no quiere reconocer sus errores.

Y si había algo que más le molestaba y que lo decepcionaba era que su hermana prefería creerle a su expareja que a su propio hermano.

Lo ocurrido se propagó entre los otros dos grupos de último año y después empezó a ser molestado por personas que ni si quiera lo conocían.

Gibran empezó a sentir que había algo mal en él y que por eso no era aceptado, era un niño que inició yendo a la primaria con deseos de aprender, hacer amigos, divertirse y en ningún momento de esos seis años se había cuestionado sus preferencias porque no eran temas propios de su edad, pero comenzó a preguntarse, ¿y si de verdad le gustaban los niños y eso era tan malo que por eso era molestado? No quería seguir siendo discriminado, así que intentó cambiar, por su propio bien.




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