— ¿Supiste contestar la tabla que la profesora dejó de tarea? ¡Ah, si lo hiciste! ¿Me lo pasas? Solo esta y ya.
“Solo esta y ya” Había perdido la cuenta de las veces que había escuchado esa simple oración. Llegó un punto en el que dejó de contestar “sí, cópialo”. Su molestia llegó a niveles estratosféricos, niveles que no le permitían emitir ninguna palabra, probablemente para evitar que Gibran estallara y soltara grosería y media hacia su amigo.
La comodidad y el sentimiento de pertenencia que sentía en su corto pero divertido grupo comenzó a desaparecer.
Había pasado un mes del bachillerato, y ya tenía suficiente de Alejandro. Aunque el buscara la manera de pasar la menor cantidad de tiempo con él era una tarea más difícil que la clase de dibujo y matemáticas juntas: acudían en el mismo horario a la asignatura Estética, el resto del grupo ya estaba dividido en varios grupos en donde sería un poco difícil intentar integrarse porque nadie le inspiraba confianza.
Tampoco se atrevía a pedirle a Emilio que se sentara con él durante las clases: Ángel y Emilio habían formado un lazo estrecho de amistad en el que no quería interponerse por sus problemas. Mientras sus otros dos amigos hablaban, Gibran y Alejandro apenas e intercambiaban una que otra palabra.
También notó que algo en las intenciones de Alejandro no eran buenas, pues prefería mensajear y hablar por teléfono con sus amigas de la secundaria que con él. Gibran intentaba hacer lo mismo y hablar con Tulipana o Abril, pero ambas iban en el turno vespertino y no estaban disponibles para él. Tenía que fingir que había encontrado alguna distracción en el celular para no evidenciar que le estaba afectando el ser ignorado.
El profesor Pablo incluyó una nueva actividad, que consistía en que, los primeros dos trimestre deberían hacer un video reseñando un libro. Para Gibran eso era una tarea sencilla, lo único difícil fue decidir qué libro leer para reseñar.
Alejandro comenzó a batallar apenas comenzó. No sabía de libros, por lo que acudió solo al Sanborns cercano a buscar un libro que captara su atención.
— ¡Está muy interesante! — Había llegado una vez Alejandro, corriendo hacia Gibran para contarle lo maravillosa que era su lectura actual. No avanzaba tan rápido porque se distraía fácilmente platicando con Octavio, Ángel y Oyuky, que de vez en cuando se acercaban a su mesa a sacarle plática —. Pero eso no significa que ya me guste leer. Sigo prefiriendo las películas.
A Gibran no le interesaban sus preferencias.
También estaba agradecido con el universo de que todas las actividades que habían realizado hasta ese entonces en todas las materias habían sido individuales. No quería imaginar cómo sería Alejandro trabajando en equipo. Estaba seguro de que era el típico flojo y holgazán que solo veía a lo lejos cómo todos los demás trabajaban mientras él descansaba.
Alejandro poco a poco empezó a ser más unido al grupo de Oyuky. Notó que se sentía más cómodo y menos aburrido hablar con ellos. Se percató de eso cuando prefería ignorar su celular en lugar de sus nuevos amigos, lo contrario a lo que ocurría con Gibran, donde incluso era más interesante tratar de descifrar los garabatos de la mesa que hablar con él.
— ¿En dónde está Alejandro? — Preguntó Gibran una vez en la cafetería, mientras comían.
— Se fue con Oyuky y los demás a no sé dónde. La verdad no le presté tanta atención — respondió Emilio, antes de darle una enorme mordida a un sándwich que compró en la cafetería.
Era la primera vez que prefería a sus nuevos amigos que a su primer círculo social. Gibran experimentó varias emociones en ese momento. La facilidad con la que Alejandro los había cambiado por un grupo más activo y con personalidades similares a la de él le dolió, pero al mismo tiempo hizo que la sangre le hirviera de cólera.
Entendió cuál era el plan de Alejandro al tener dos círculos de amigos: uno le serviría para socializar, para hacer amigos, divertirse y echar relajo, pasar las experiencias que son comunes que se vivan en el bachillerato. Y el otro sería del cuál se podría aprovechar, en donde tendría un beneficio personal asegurado dado que tenía a tres personas inteligentes con buen desempeño y notas escolares decentes, mejor que las de él.
Pero no estaba dispuesto a formar parte de su juego, y tomó la decisión que le arruinaría parte de sus planes.
Desde ese día, Gibran dejó de hablarle a Alejandro.