Leave Me Lonely

CAPÍTULO 16

El cumpleaños de Alejandro había sido el 20 de septiembre. En esas fechas Gibran ya había comenzado con su distanciamiento y a alejarlo mediante una actitud déspota y grosera. A pesar de eso, consideró en darle un pequeño regalo, pero no lo hizo. ¿Qué pensaría de él si de la nada le daba algo en su cumpleaños, como si no estuviera sucediendo nada?

Si quería distanciarlo lo haría bien, y darle un regalo no encajaba dentro de su nuevo comportamiento.

Eran finales de octubre y la idea de darle algo después de un mes le parecía una cosa ridícula.

Pero Gibran era fanático de tomar decisiones ridículas y tontas. Y los nuevos sentimientos que estaban surgiendo por Alejandro lo estaban impulsando a hacerlo.

En la hora libre no habían tenido suerte y las mesas de la cafetería estaban ocupadas. Gibran pensó que buscarían un lugar cómodo para sentarse, como alguna jardinera del patio central, pero Aidée tomó asiento en el borde del edificio A. Las chicas se acomodaron a lo largo, y Gibran quedó en el centro, junto a Aidée y Vanessa.

Acababa de conocerlas y ya sentía especial confianza por ellas. Y él necesitaba una opinión sobre lo que estaba a punto de hacer, por lo que les preguntó si sería buena idea dar un regalo a una persona con la que ya no hablaba un mes después de su cumpleaños.

— Depende, ¿eran muy unidos? — preguntó Aidée, mientras se doblaba el sobrante de su pantalón de mezclilla.

— Se podría decir que sí, fue mi primer amigo, pero le dejé de hablar porque sentía que se juntaba conmigo por interés — no sabía si era conveniente revelar el nombre de la persona tan pronto y el trasfondo de los hechos, así que tuvo especial cuidado al momento de contarlo para no dejar lugar a dudas de que la persona era de su grupo.

— ¿Y le quieres dar un regalo un mes después porque casi no se ven o por qué esperaste tanto tiempo para hacerlo? — Preguntó Vanessa, mientras guardaba el ticket de lo que había pedido en la cafetería.

— Lo veo todos los días, y no sé si siento la necesidad porque he sido muy malo con él, y quiero enmendar de alguna manera lo que he hecho. Estoy seguro de que había mejores manera de resolverlo, tal vez hablando o algo así, pero escogí…

— La manera más tóxica —. Lo interrumpió Giselle. No pensó que le estuviera llegando la información estando en un extremo —. No te culpo, fue lo primero que se te ocurrió. Seguimos siendo adolescentes y, por lo tanto, personas impulsivas.

— Y si crees que es una persona especial para ti, no veo lo malo en que lo hagas, aunque no te garantizo que lo vaya a tomar muy normal. Puede que sí lo saque de orbita un poco, dado el tiempo que ha pasado —. Miró la hora en su celular —. Ahora vuelvo, voy por mi comida, con permiso — Vanessa se levantó y corrió hacia la cafetería, pidiendo permiso como siempre.

— ¿De verdad lo estás considerando porque quieres enmendar algo o es porque te gusta? He visto muchos animes que empiezan así: se conocen, se caen mal, se distancian, se dan cuenta de lo que sienten el uno por el otro, sufren porque no pueden estar juntos y son las personas más infelices del mundo. Algunos terminan en suicidio, pero espero que no sea su caso…

— Cállate, Aidée. No lo asustes — era la primera vez que Nancy decía algo. Incluso en su voz se notaba la seriedad que irradiaba —. Disculpa a mi amiga, está un poco loca.

— ¡Eeehh! — Aidée se llevó la mano al pecho, ofendida ante lo que parecía ser verdad.

— Coincido con Nancy, pero también pensé lo mismo que Aidée, ¿el chico te gusta?

Su intención era mentir, pero no pudo evitar sonrojarse. Sintió la cara caliente, y no hubo manera de disimularlo. Las chicas empezaron a reírse y a darse codazos entre ellas.

— ¿Ven? Ojos de loca nunca se equivocan. Desde que te acercaste sentí que eras gay.

— Aidée… — la reprendió Giselle.

— No se preocupen, no me incomoda que me digan eso. Es una realidad que debo comenzar a aceptar —. El que no dijera a los cuatro vientos su orientación no evitaba que la gente lo dedujera.

— ¿Pero entonces sí te gusta o no? — Soltó Nancy sin más. Todos se giraron para verla, como si aquel arrebato fuera algo nuevo en ella —. Ay, perdón por ser tan chismosa. No tienes que contestar.

— No, no te preocupes, está bien. Supongo que es muy evidente que el chico me gusta, por eso lo están preguntando y solo quieren confirmar.

— ¿Y estudia en la prepa o por qué dices que lo ves más de lo que te gustaría?

Debió manipular más la historia para que no sacaran conclusiones tan acertadas. A ese paso terminaría revelando todo apenas integrarse a ellas. Se tardó tanto en contestar que les respondió con silencio.

El que calla otorga.

Para cuando terminó la hora libre, sus nuevas amigas ya estaban enteradas de que le gustaba Alejandro, el principal motivo por el que se había alejado de él y los sentimientos que había descubierto un par de semanas atrás.

Mientras caminaban hacia el aula de la siguiente clases, un cartel pegado en una columna captó su atención: el grupo rodeo el pedazo de papel y leyeron atentamente.

— Concurso de catrinas y catrines — leyó Gibran. Era un cartel sencillo morado con letras negras y blancas. La invitación estaba abierta a cualquiera que quisiese inscribirse.




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