Leave Me Lonely

CAPÍTULO 19

El concurso de catrinas y catrines tendría lugar una hora antes y durante la clase de Geografía de los miércoles. Aidée había avanzado lo que pudo con el disfraz durante los días de clases, sin embargo, aún no estaba terminado. No estaban tan preocupados: tenían el tiempo suficiente para arreglar los pequeños detalles.

Gibran seguía librando su peor guerra en estudiantina: los acordes los había logrado entregar en la semana de evaluaciones del primer trimestre, y eran la base de lo que tenía que hacer después. Pero las primeras clases del segundo trimestre no cambiaron en nada.

Conocía a su profesor porque de vez en cuando salía de su cueva. Después se enteró que no aparecía porque no quisiera darles clase, si no que impartía clases en la secundaria de la preparatoria. Le tocó ver en algunas ocasiones al profesor con una horda de niños que aparentaban menos edad de la que en realidad tenía. La escena le recordaba a unos pequeños patos persiguiendo a mamá pato. No quería decir que su profesor tenía sobrepeso, pero físicamente daba esa impresión.

Se presentó a la clase de estudiantina como de costumbre.

Emilio se sentó a su lado, mientras observaban a sus compañeros que estaban haciendo nada, como de costumbre.

Alejandro había hechos nuevas amistades. Se juntaba con un pequeño grupo de un chico de cabeza redonda y rostro agradable, una chica morena de cabello castaño lacio a la que daban ganas de hacerle plática a pesar de no tener tema de conversación, y otra chica más bajita de cabello negro chino. Las ligas de sus brackets eran variadas: podían ir desde ser no visibles hasta tener colores que llamaban la atención a una cuadra de distancia.  De vez en cuando se acercaba un chico de cabello corto e igualmente moreno que dominaba la guitarra. Gibran había hablado un poco con él: su nombre era Enrique, pero solía llamarlo Salvador porque había ido a “salvarlo” en los últimos acordes que tenía que memorizarse y entregar. Fungía el papel de evaluador, con la diferencia de que él no lo calificaba, simplemente estaba ahí para motivarlo y corregirlo las veces que fueran necesarias.

La clase terminó sin que nadie hiciera nada. Se despidió de su amigo y fue al encuentro de su grupo de amigas, que ya se estaban reuniendo en una jardinera frente al primer edificio de Ciencias. La crinolina iba guardada en una bolsa negra de plástico. Se veía bastante bien, mejor de lo que Gibran imaginó.

Cuando estuvieron todos juntos, se pusieron manos a la obra.

Giselle se encargó de ayudar a Aidée con el maquillaje. Vanessa, Nancy y Gibran se dedicaron a terminar la playera. La llevaba en partes, así que solo se la tendrían que ingenia para pegar las mangas. Llegaron a la conclusión que sería mejor armarlo con las piezas puestas en Aidée para asegurar que al momento de que se la colocara no se despegaran.  

Mientras Nancy y Gibran pegaban las mangas, Giselle hacía su mejor esfuerzo con el maquillaje. Primero una base de pintura blanca, dejando un contorno alrededor de los ojos que rellenaría más adelante de negro. Gibran no estaba seguro de que los detalles quedaran como los tenían en mente. Por experiencia, siempre que aplicaba el lápiz negro encima del blanco se mezclaban los colores, dando un tono gris. Pero eso quedaría en manos de Giselle y confiaba en sus habilidades y conocimiento.

Las mangas decidieron pegarlas con resistol líquido. No había un enchufe cerca para usar la pistola de silicón, y no estaban seguros de no quemar a Aidée en el proceso.  Colocaron una buena cantidad para que se fijara bien.

Vanessa terminó de hacer las flores rápidamente y se apresuraron en pegarlas en la playera.

Faltaban 20 minutos cuando terminaron el disfraz.

No sabía cómo decir que no estaba mal, pero tampoco que se veía bien.

La crinolina era lo que más le gustaba de todo. El movimiento de los brazos de Aidée estaba limitado, y por esa razón sus brazos estaban ligeramente despegados de su cuerpo.

La diadema también era de lo rescatable del atuendo, seguramente porque no había requerido de tanto trabajo, mas que pegar flores con silicón.

La entrada de los participantes sería al costado del auditorio, lugar en donde se encontraban las aulas de los que tomaban las clases de teatro.

Una mesa estaba ubicada en la entrada, y una señorita asignaba un número a cada participante.

Aidée se formó, esperando su turno para el registro de su asistencia y la participación de todo el equipo de producción detrás del maquillaje y el vestuario.

Gibran observó el resto de disfraces. Todos eran mil veces mejor que el de ellos. Excepto el de uno, que solo era una bolsa negra de basura grande con un cinturón.

A lo lejos, visualizó a una chica disfrazada cuyo rostro le resultó familiar. A su lado se encontraban Octavio, Jonathan, Oyuky y Alejandro. Pensó que probablemente la chica sería Mairím, hasta que analizó mejor a la persona en cuestión y notó que llevaba el cabello corto.

Los engranajes de su cerebro se juntaron, y reconoció a Ángel detrás del maquillaje y el vestido.

Ángel se lanzó contra Jonathan e intentó lamerle la cara. Esquivo el primer lengüetazo, pero el segundo no. Jonathan se limpió inmediatamente la mejilla.

— Báñate más seguido, puerco. Sabes a sudor.




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