La UNAM dividía sus carreras en cuatro áreas: en área 1 se encontraban las ciencias físico-matemáticas e ingenierías; en área 2 las ciencias biológicas, químicas y de la salud; en área 3 las ciencias sociales y por último, en área 4 las humanidades y de las artes.
Desde la secundaria Gibran había pensado en que quería dedicar su vida a ejercer alguna profesión que estuviera relacionada con el área de la salud y su carrera ideal iba cambiando conforme se acercaba el momento de elegir.
En la secundaria estaba seguro de que quería estudiar Medicina y se mantuvo en el top de sus carreras de interés, pero en quinto año se inclinó más por la química farmacéutico-biológica y todo eso se lo debía a Yépez, que había sembrado en él el gusto por la química.
Se informó en grupos de Facebook sobre los mejores grupos de sexto año para sentar bien las bases que le permitirían defenderse durante el primer semestre de la universidad. El grupo que siempre recomendaban era el 656, el mejor para los que aspiraban a medicina o alguna de las químicas. Después el 657 que, según los comentarios, también era bueno, pero tenía sus debilidades en los profesores de química y biología. Su tercera opción era el 655, un grupo que tenía buenas y malas referencias, pero era el mejor por encima del 654, el grupo más atacado y del que todos decían que huyeran de ser posible.
El día de la elección de grupo acudió puntual a su cita e hizo fila frente a las ventanillas, las cuales habían sido divididas por áreas para agilizar la inscripción. La fila más corta era la de área 4 y era entendible porque eran carreras que pocos se atrevían a elegir por ser de las humanidades y las artes, campos en donde, laboralmente, no les iba bien. El resto de filas era bastante largas, pero ninguna como área 2. La mayoría de los que estaban por cursar el último año tenían preferencia por el área de la salud y Gibran estaba entre ellos.
Los cupos se iban abriendo y cerrando para evitar que los grupos se llenaran de golpe y para distribuir a los aspirantes equitativamente.
Gibran acudió con la hoja impresa de su cita y la lista de grupos ordenadas por prioridad. Si es que no alcanzaba lugar en su primera opción, iría bajando en la lista.
Estando en la fila se encontró con Nancy formada en área 1. Ella estaba interesada en estudiar arquitectura y no se echó para atrás, aunque en las matemáticas no le iba muy bien. También se encontró con Vanessa en la fila de área 2 y discutieron sobre sus opciones. Ambos tenían como primera opción el 656, pero todos los que estaban delante de ellos tenían la intención de pedir ese grupo, por lo que las posibilidades de alcanzar un lugar eran pocas, pero la esperanza no murió hasta que una chica pasó molesta a su lado:
— El cupo del 656 ya se cubrió. Vayan buscando otras opciones.
Vanessa y Gibran se miraron con terror y no perdieron tiempo para organizarse. No podrían ser compañeros en el 656, pero tal vez en otro grupo sí.
— El 654 no es tan malo. No te dejes guiar por los malos comentarios que leíste, lo que importa es el empeño e interés que pongas en aprender, así tengas que ser autodidacta.
Gibran se dejó convencer y reorganizó su lista para que coincidiera con la de ella. El 655 era su segunda opción, y el 654 la tercera. La sección quedaba sujeta a la disponibilidad del cupo.
Vanessa caminaba hacia la ventanilla 8 para realizar su reinscripción cuando la puerta de la oficina que estaba al final de las ventanillas se abrió y un directivo le indicó a Gibran que pasara. Se sintió muy tenso, pero obedeció a la orden.
La oficina estaba llena de carpetas y papeleo tanto en el escritorio como en los anaqueles de los extremos. En el interior había otra puerta que conectaba con la zona de trabajo de las secretarias. Tomó asiento en una silla acojinada de color rojo cuya comodidad le sentó bien para relajar un poco los músculos. Cuando el directivo tomó asiento acomodó la pantalla de su computadora y le solicitó la copia de su cita y número de cuenta. Empezó a teclear y con movimientos rápidos cambiaba de pestaña y seleccionaba aquí y allá en el sistema.
— Gibran, tenemos lugar en los grupos 654 y 657 en ambas secciones, ¿cuál quieres?
Gibran se quedó petrificado. No había cupo en sus primeras dos opciones, ¿en verdad solo tenía esas dos para elegir? Recordó los malos comentarios de su tercera opción, la que había acordado con Vanessa y se comenzó a preocupar. ¿Vanessa tampoco habría alcanzado cupo en el 655? ¿Le habrían dado a elegir las mismas opciones? ¿No había manera de salir a hablar con ella para preguntarle y tomar una decisión?
— No lo sé, no estoy informado de ninguno de los dos grupos.
El directivo hizo una mueca y lo miraba a él y después a la pantalla. Se llevó la mano a la barbilla y después de unos segundos que se sintieron como una eternidad siguió hablando:
— ¿Cuántos extraordinarios tienes?
— Ninguno.
El hombre asintió con la cabeza y nuevamente empezó a teclear y mover el sistema.
Gibran aprovechó el tiempo para pensar su decisión. ¿Qué era peor? ¿Elegir el 654, arriesgándose a que Vanessa no estuviera allí o el 657 que tenía como debilidad al profesor de química y que podría afectar en sus bases para la carrera que quería? Recordó las palabras de su amiga de no dejarse llevar por los comentarios y ser autodidacta si es que quería aprender. Ningún grupo era completamente malo, pero tomar una decisión a ciegas no le parecía correcto. El tiempo seguía avanzando y si no se daba prisa tendría que elegir bajo presión y su vida académica hasta ese punto se iría al caño por una mala elección…