Lo primero que hizo al llegar a casa fue acostarse y mirar al techo.
Estaba tan ilusionado por compartir butaca con Vanessa que olvidó que existía la posibilidad de que se quedara sin ningún amigo con el que iniciar el último año.
No estaba listo para comenzar desde cero, de verse obligado a socializar y buscar pertenencia en grupos en donde no encajaría.
Sintió como el mundo comenzaba a darle vueltas y el mareo poco a poco dio paso a las náuseas.
En el 655 no estaría ningún amigo con el que comenzó el bachillerato. No estaría Emilio ni Ángel.
Tampoco Xanath ni Laila.
Mucho menos Giselle, Nancy, Vanessa, Lucero, Aidée u Orquídea.
Todos se habían quedado en áreas diferentes y grupos diferentes.
Gibran tendría que cursar su último año solo.