Si pensó que no podría haber una profesora peor que la de Geografía, la profesora de Biología V llegó para hacerle ver lo contrario.
Su nombre era Margarita y se notaba desde el otro lado del mundo que odiaba dar clases y Gibran no lograba entender por qué lo hacía si no le gustaba.
Caminaba a una velocidad que el tiempo que tardaba en llegar al aula desde que salía del cubículo daba tiempo para ir a la cafetería, pedir la comida más tardada en preparar, esperar la orden, recogerla y regresar y la profesora apenas estaría terminando de conectar el proyector.
Sus diapositivas estaban siempre tan cargadas de texto que era cansado a la vista, y según daba clase y aunque de vez en cuando explicaba era muy escasa la información que aportaba. La mayor parte de la calificación eran los exámenes, y en cuanto Gibran vio la calidad de la clase supo que sería muy complicado.
Pero algo bueno salió de su primera clase de biología: le sirvió para socializar con sus nuevos compañeros. El par de chicas que se sentaron detrás de él, Mafer y Aolani, fueron el rayo de esperanza de que tal vez sí podía hacer buenos amigos.
Mafer era un poco más alta que Gibran (él medía 1.64), llevaba el cabello corto y castaño. Sus ojos eran grandes y tenía una sonrisa amplia. Era un poco morena y siempre llevaba su lonchera a todos lados.
Con Aolani estaba un poco más familiarizado, pues la conocía de vista de la secundaria. Ella era la comandante de la escolta femenil del turno matutino, pero jamás habían convivido hasta ese momento. Medía lo mismo que Gibran y su cabello era largo, castaño y un poco esponjado.
Las primeras en hablar fueron ellas: llamaron su atención para presentarse. Hacían un muy buen dúo y se notaba que eran amigas desde tiempo atrás. También hablaron con César, Andrés y Carina, quienes se habían sentado detrás de ellas y todos formaron un círculo desde sus respectivos lugares. Mafer y Aolani se hicieron hacia los extremos para que todos se pudieran observar sin problemas y comunicarse a gusto.
— A ti ya te conocía de vista y cuando te veía por los pasillos estaba muy tentada de acercarme, pero no quería que pensaras que era una igualada por hablarte con tanta familiaridad — Aolani se dirigió hacia Gibran.
— Me sucedía lo mismo, solo que yo sí no quería hablarte — respondió él sin darse cuenta de que sus palabras se podían interpretar no en el mejor sentido.
— ¿Por? — Preguntó Mafer, interesada en lo que fuera que iba a responder Gibran, tanto que se acomodó más en su asiento, atenta a sus palabras.
— Todas las escoltas del turno vespertino la odiaban y tampoco tenía muy buena fama. De mamona no la bajaban, y como era la favorita del profesor sentía que por eso se creía algo que no era, pero ahora que estoy hablando contigo no eres tan mala, solo tienes la cara.
— Tiene razón en lo que dice: pocos me querían, pero yo no tenía la culpa de ser la mejor comandante de las escoltas —. Se acomodó el cabello en un gesto de superioridad y todos se rieron. Por el tono que usó era evidente de que lo decía en broma.
— Y aún así, la escolta del turno vespertino era la mejor de todas — imitó el gesto de Aolani, aunque no tuviera el cabello largo para acomodárselo.
Cuando terminó la clase de biología todos se retiraron, menos los que tomaban francés, ya que tenían una segunda clase a última hora. Gibran se encontró con Giselle en la salida y permaneció con él hasta que terminó la hora libre que había antes.
La profesora Dorín cumplió con su promesa y durante toda la clase únicamente se dirigió a ellos en francés. Gibran captaba una que otra palabra y ayudaba mucho lo que anotaba en el pizarrón. A pesar de eso y de que era la última clase no se aburrió y tampoco se sintió cansado. Todo era muy ameno y todos lo estaban disfrutando, incluido él.
Y Alejandro.
Desafortunadamente iban en la misma sección y estaban en el mismo idioma, por lo que lo vería en todas las clases y no estaba seguro de cómo iba a manejar esa situación, porque, aunque estaba seguro de que ya no sentía nada por él tenía el presentimiento de que ignorarlo no sería sencillo.
La primera clase del martes era Literatura mexicana e iberoamericana, pero ningún profesor se presentó a la hora. A todos los tomó por sorpresa, pero pensaron que tal vez se retrasó por el tráfico o tuvo algún inconveniente.
Algunos aprovecharon esa hora para socializar, y otros para hacer campaña.
Gibran estaba hablando con Mafer y Aolani cuando se acercó un chico de piel apiñonada, cabello corto y músculos tonificados a la mesa de Gibran, seguido de una chica delgada de cabello largo y negro con unos lentes de sol acomodados en la cabeza.
— ¡Hola! Yo soy Gael, mucho gusto — les tendió la mano a todos. Cuando sus manos entraron en contacto Gibran sintió algo que no le gustó. Algo en Gael le hizo sentir que debía andarse con cuidado con él —. Vengo con la intención de comprar sus votos.
— ¿Nuestros votos? — Preguntó Aolani, confundida.
— Como ustedes sabrán, debemos escoger jefe de grupo y me honrarían mucho si votaran por mí el día que hagamos la elección. Prometo dirigir al grupo con democracia, escuchar todas sus opiniones y velar siempre a favor de sus necesidades. Seré el mejor jefe de grupo que hayan tenido jamás. ¿Cuento con ustedes? — miró primero a Aolani y ella buscó la mirada de Mafer, que tampoco sabía qué responder. Las dos asintieron, no muy convencidas de sus respuestas —. ¿Cuento también contigo? — Gibran tampoco estaba convencido, pero mintió por convivir —. ¡Excelente! ¡No les voy a fallar! — Siguió su camino a las mesas de atrás para continuar con su campaña.