Ser jefe de grupo implicaba varias responsabilidades. Era el puente de comunicación de los profesores con el resto del grupo y debía compartir la información que mandaban, representar al grupo y exponer las diferentes ideas y posturas referentes a cuestiones por las que atravesaba la preparatoria.
Habían pasado varias clases de Literatura mexicana e iberoamericana y no se sabía nada del profesor, por lo que decidió acercarse a ventanillas para preguntar por lo que estaba sucediendo. Se agradecía no tener clase y tener bastantes horas libres, pero estaban perdiendo tiempo que no se iba a recuperar y en cuanto el profesor llegara con ellos se iba a ver en la penosa necesidad de adelantar los temas y tratar de avanzar todo lo que se había atrasado para estar al corriente. En ventanillas le informaron que por cuestiones personales el profesor se iba a ausentar por todo un año pero que pronto llegaría el reemplazo.
Pero antes llegó un paro estudiantil que el mismo profesor.
La UNAM estaba atravesando por momentos difíciles: denuncias por acoso por parte de estudiantes y profesores, delitos como feminicidios que aún no tenían solución y que se buscaba justicia, deviación de recursos económicos o inversiones innecesarias en cosas que no beneficiaban al alumnado entre cuestiones particulares de cada plantel. La preparatoria 2 incluyó en su pliego petitorio mejor servicio en la cafetería, pues eran tan lentos y la calidad de los alimentos no tan buenos para el precio que tenían. También que se diera mayor mantenimiento y limpieza a los sanitarios porque siempre estaban en un estado deplorable y muchas veces era mejor quedarse con las ganas a tener que usar unos baños tan sucios. Gibran sabía que esa cuestión iba muy de la mano con el uso que le daban los alumnos. Si estaban sucios era porque quienes lo usaban no les daba un uso correcto y puede que también en parte los intendentes se ausentaban en sus deberes de limpieza, pero la culpa no tenía por qué recaer completamente en ellos.
También se habían incluido las demandas que tenían algunos profesores. Entre ellos estaba Miranda, el profesor de dibujo de primer año. Su historial era muy amplio, pero el plantel nunca escuchó a las quejas que se hacían en su contra y muchas alumnas ya estaban cansadas de que una persona así estuviera impartiendo clase.
La primera asamblea tuvo lugar en septiembre a las 12:00 PM en el patio central. Gibran había sido integrado a un grupo de Messenger con todos los jefes de grupo y se había informado a través de ese medio que debían llegar puntuales para tomar una decisión colectiva.
Las opciones que estaban en juego era no irse a paro estudiantil y era la que menos apoyo estaba teniendo por parte de los grupos. La segunda era tener un paro activo, en donde las actividades del plantel seguirían dándose con normalidad, pero la asistencia sería opcional y quien no acudiera a clases no tenía que ser sancionado por eso. La tercera opción, y la que todos querían, era hacer un paro completo de actividades, que consistía en desalojar a todo el personal administrativo del edificio de gobierno y el planten y tomar control total del mismo hasta no asegurar que los puntos del pliego petitorio se cumplieran al pie de la letra.
El grupo de Gibran apoyaba casi en su totalidad la tercera opción, aunque una parte tenía preocupación de lo mucho o poco que pudiera afectar un paro estando en último año.
Cuando Gibran llegó a la preparatoria y se adentró al patio central estaba repleto de gente: estudiantes de ambos turnos estaban distribuidos en toda la extensión del lugar y los tres edificios de alrededor. La multitud clamaba que diera inicio la asamblea y un dispositivo de audio se ubicaba justo en el centro. Los organizadores de la asamblea, la mayoría de El Cubo, estaban listos para dar inicio, pero se esperaron hasta que dio la hora exacta para continuar.
La asamblea dio inicio mencionando las causas que habían impulsado la asamblea y la creación de un pliego petitorio que incluyera la situación general por la que estaba atravesando la UNAM para solidarizarse con los eventos desafortunados y las causas internas. Una vez informada a toda la multitud, se procedió con las opciones entre las que se tenía qué votar. La opción de no hacer paro estudiantil fue escasamente votada, tanto que no hicieron el intento de realizar el conteo. El paro activo tuvo más votos, pero eran más las manos que no estaban alzadas y que esperaban la tercera opción, la favorita de casi todos.
Finalizadas las votaciones, comenzaron las sugerencias del tiempo que duraría el paro total de actividades, las cuales iban desde las 24 horas hasta las 72. En esa parte de la asamblea hubo mayor división de opiniones. Quienes querían que el paro no fuera tan largo eran los que cursaban el último año, y quienes querían que el paro fuera lo más largo posible eran los de nuevo ingreso y quinto año.
— No podemos hacer un paro tan extenso, ¡estamos en último año, eso solo nos perjudicará! Hay que ver hacia nuestro futuro y no dejarse llevar por la flojera. ¡Piensen un poco antes de decidir! — Comentó una chica que había pasado al centro del patio para compartir su opinión. Recibió más abucheos que aplausos: la gente estaba inconforme con ella y pedían a gritos que se fuera de allí.
— ¡Compañeros! No sean exagerados, no van a perder el año y esto no afecta en nada en el Pase Reglamentado. ¡Hay que ver más el beneficio colectivo que el beneficio personal! Esta es nuestra oportunidad de que la universidad nos escuche, tome cartas en el asunto y hacer presión en la directora de nuestro plantel para que no se quede de brazos cruzados viendo como las denuncias de acoso siguen en aumento sin hacer nada. ¿De verdad les preocupa más perder clases que la integridad física de nuestras compañeras? ¡Hay que ser solidarios!