Gibran llegó el viernes 16 de noviembre a las 11:00 AM para esperar a Alejandro en las jardineras y ayudarle a estudiar el tema de derivadas que aún no lograba entender muy bien.
La primera clase no la tenían hasta las 4:10 PM y todo ese tiempo no lo pasarían en la biblioteca.
Alejandro le había pedido que fueran al karaoke y en cuanto el tema salió en la conversación aceptó. Una situación en aquel lugar clandestino de bebidas alcohólicas adulteradas era un muy buen lugar para ejecutar su plan y tuvo una semana para pensarlo y afinarlo.
Monse, Vianney, Mafer y Aolani estaban enteradas de lo que iba a hacer y de verdad esperaba que todo resultara bien.
Al fin el día de confesarle sus sentimientos a Alejandro había llegado y sabía que la amistad que habían recuperado estaba en juego, pero no le importaba. Estaba decidido a hacerlo y se aferró al valor que había reunido para no echarse para atrás.
Sentado bajo la sombra de un árbol, Gibran recibió una llamada rápida de Alejandro, pidiendo disculpas porque iba a llegar un poco tarde pero que ya estaba a nada de llegar y que si le parecía mejor lo esperara dentro de la biblioteca.
Decidió esperarlo en una de las mesas más distanciadas de la gente. No había tanta, pero prefería la privacidad, no porque su plan iba a comenzar ahí, si no porque estar con Alejandro implicaba hablar y reír y mientras más lejos estuvieran de la entrada y la bibliotecaria mejor.
Diez minutos después de la espera, su amigo llegó. Tomó asiento a su lado, mientras se quitaba la mochila. La correa desacomodó la camisa del hombro, pero así lo dejó. Era ya algo característico en su forma de vestir.
— Lo siento mucho. Te juro que hice todo lo posible por llegar a tiempo, pero el metro se puso en contra mía y no pasaba. Pero no llegué tan tarde, ¿o sí? — sacó su celular y miró la hora — ¡Santo cielo! 11:30 AM. Bueno, pudo ser peor, pero ya estoy listo para que me llenes de tus conocimientos. ¡Ayúdame, por favor! No quiero reprobar — tomó a Gibran del brazo y lo sacudió ligeramente.
— No te prometo que pases. Tampoco soy bueno, entiendo el procedimiento, pero a veces no llego al mismo resultado. Que estudies conmigo es un arma de doble filo: puede que te explique bien o no, y si no quieres reprobar recuerda que está Mafer.
— Sí, pero no le hablo tanto como a ti y contigo siento más confianza. Puedo ser estúpido y sé que no me vas a juzgar. O tal vez sí lo haces, pero en silencio y te ríes de mi cuando no estoy cerca, pero ya. Mucha plática y poco estudio. Hay que apurarnos para irnos pronto y pasar lo más que se pueda en el karaoke.
Practicaron la mayoría de los ejercicios que habían hecho en clase. Gibran los realizó paso por paso para que el procedimiento quedara claro antes de dejar a Alejandro solo. Él estaba atento a cada una de sus palabras y a los trazos que hacía en las hojas, asintiendo con la cabeza o diciendo sí en voz baja. De vez en cuando lo interrumpía cuando algo no le quedaba claro, pero se reponía y seguían avanzando.
— Creo que ya lo entendí. Deja practico los ejercicios restantes solo —. Mientras hacía los ejercicios, Gibran aprovechó para tomarle una que otra foto distraído que después le enseñó. Le pidió que las borrara, pero no parecía que le importara mucho que tuviera mucho esas fotos en su poder. Parecía que era algo que hacían seguido con él, así que ya estaba acostumbrado.
— ¿Me los puede revisar, profesor? — Le entregó las hojas con una inclinación de cabeza. Gibran soltó una ligera sonrisa. Se había equivocado solo en un ejercicio porque ignoró el signo a mitad del procedimiento y eso cambió por mucho el resultado, pero después lo volvió a hacer consciente de su error.
— Creo que ya estoy listo para el examen. ¡De verdad, muchas gracias! Te vas a ir al cielo. Te juro que he pasado noche tras noche estudiando, pero no lograba entender nada. Para soportar la noche estuve tomando tazas de café cargado y ya me terminé el envase, ¡y era nuevo!
— Ahora entiendo por qué no dejas de mover tanto la pierna. Traes mucha energía acumulada.
— Ese es un tic que tengo desde hace mucho, no es por el café. Pero ya vámonos, que se nos está haciendo tarde — guardaron todo en sus mochilas y salieron juntos de la biblioteca.
Alejandro se quedó de pie, junto al Erasmo que los recibía a todos en la entrada, mientras se mensajeaba con alguien.
— ¿Quiénes más irán? — Tenía miedo de preguntar, pero era necesario hacerlo. Si Sandoval se presentaba su plan estaba destinado a fracasar, pero de no ser así estaba dispuesto a triunfar.
— Armando, Andy, Rebeca y tal vez otras personas —. Tal vez otras personas. Esperaba que su novio no entrara entre esas personas y casi se infarta cuando vio a Sandoval llegar.
Se acercó sin mucha prisa hasta Alejandro y conversaron algo rápido. Mientras hablaban, Armando y Rebecca arribaron a la preparatoria y se integraron al grupo.
Cuando Gibran se estaba resignando y desechando su plan para otro día, Sandoval se despidió y se fue en otra dirección. Se tranquilizó y rogó para que no regresara hasta que se fueran.
— Andy nos va a alcanzar allá, así que por el momento estamos completos. ¡Vámonos! — La forma más segura de llegar hasta el karaoke era en taxi, así que lo tomaron en la esquina.