Leave Me Lonely

CAPÍTULO 43

Gibran llegó a casa e intentó fingir que se sentía bien y que todo estaba bien. Saludó como siempre a su hermana Nohemi y a sus sobrinas. Las niñas se estaban preparando para meterse a bañar y él se fue a la cocina a intentar comer algo, pero todo le daba asco.

Sentía el estómago revuelto y no sabía si era por el alcohol o por todas las emociones por las que había pasado en ese día. Ingirió lo más que pudo de un pan dulce con café y se fue a la cama. También se tenía que bañar, pero lo haría hasta que sus sobrinas y su hermana terminaran.

Se acostó mirando al techo. La luz del foco le llegaba con mucha intensidad al estar en la cama de arriba de la litera, por lo que le dio la espalda y se sintió más cómodo con la sombra que hacía su espalda.

Tomó su celular y entró a Facebook a distraerse un rato. Se arrepintió en cuando entró a ver las historias. Las primeras no eran interesantes, pero llegó hasta una que le cayó como un gancho al estómago.

Las historias de Sandoval lo mostraban a él en una de las mesas del karaoke y, a su lado, estaba Alejandro dándole un beso en la mejilla.

 

***

Martes, 20 de noviembre del 2018

 

Las consecuencias de su decisión se hicieron notar a partir del lunes. Alejandro no le había dirigido la palabra en todo el día y había regresado nuevamente a su postura de ignorarlo, como lo hacían cuando comenzó sexto año.

Aolani, Mafer, Monse y Vianney hacían todo lo posible por distraerlo y consolarlo, intentaban convencerlo de que su decisión no había sido del todo equivocada, pero cuanto más lo intentaban Gibran más se convencía de que sí lo era.

Había perdido la amistad con Alejandro y aunque esa posibilidad fue considerada la realidad le dolía.

Sentados fuera del salón de psicología, Monse, Vianney y Gibran se pasaban un bote de helado con chispas de chocolate que habían ido a comprar. El dulce lo reconfortaba un poco y la mente fría le hacía dejar de pensar un rato.

Apenas se habían comido la mitad del envase, pero ya no podían más. Tomaron agua hasta que se cansaron de tragar y se quedaron contemplando la nada en silencio.

Gibran sacó su celular y Monse lo detuvo:

— No.

— No sabes con qué te puedas encontrar ahora — la faceta protectora de Vianney le gustaba mucho. Externamente podía parece fría y mal humorada, pero en realidad era protectora con sus amigos cuando lo necesitaban.

— Prometo no ver las historias. Solo quiero revisar un PDF — las convenció de que le dejaran su celular y entró a Adobe Reader. Cuando corroboraron que lo que dijo era verdad, ambas volvieron a lo suyo. Tomaron su celular, descuidando a Gibran.

Cuando las notó muy sumidas en sus asuntos, Gibran abrió Facebook y vio las primeras publicaciones que le salieron en la sección de noticias. Todas aburridas y nada interesantes, así que optó por ver las historias. Las primeras que salieron eran de Sandoval.

No sabes qué te puedas encontrar. ¿Podía encontrarse algo peor de lo que ya había visto y sentido? No encontró respuesta a su pregunta, por lo que siguió sus impulsos.

La primera historia era inofensiva: consistía en una foto de un cuaderno con una linda caligrafía con un texto añadido que decía “Ya estoy harto” No le pareció interesante, así que siguió adelante.

La siguiente era una foto en compañía de Oyuky: ambos se llevaban muy bien, y era la mejor amiga de su novio, así que eso los unió más. Cada vez que podían estaban juntos e incluso se habían organizado para en Halloween tener un disfraz en conjunto. Sandoval se disfrazó del Sombrero Loco y Oyuky de la Reina de Corazones.

Cuando se convenció de que nada malo podía pasar, la siguiente historia llegó para decirle que sí: era una foto de Sandoval, sosteniendo el regalo que Alejandro le había hecho. En un texto de color blanco se leía “50 cosas que le gustan de mí”

Gibran era masoquista, por esa razón tomó una captura de pantalla para poder hacer zoom a la imagen y leer lo que la calidad y el ángulo de la imagen le permitiera.

Tus fotos” “Tu sonrisa” “Tus besos” “La forma en la que me tocas” “Tu fidelidad” “Tu risa” “Que nunca me dejas solo” Dejó de leer cuando la neblina en sus ojos se lo impidió.

No era neblina: eran las lágrimas que había acumulado y que había empezado a derramar sin darse cuenta.

Monse y Vianney se percataron de lo que estaba pasando y rápidamente intentaron comprender la situación. Vianney tomó el celular de Gibran y él no hizo el intento de evitarlo.

— Ay no, Gibran — y lo abrazó. El celular pasó a manos de Monse para que se informara y después se unió a ellos —. No estés triste, por favor.

— ¿Cómo no hacerlo, después de leer una parte de las 50 cosas que le gustan de él? — Estaba molesto consigo mismo por siempre encontrar la manera de atentar contra sus sentimientos. Se lo habían advertido, pero él se negaba a escuchar lo que sus amigos le decían.

Hacía lo que le daba la gana y después tenía que buscar la manera de reparar el daño que se había infringido.

Se estaba cansando de llorar, pero siempre encontraba un motivo para hacerlo. ¿Cuánto tiempo tendría que seguir así?




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