Leave Me Lonely

CAPÍTULO 45

Alejandro le entregó la sudadera el siguiente lunes. Lo hizo en la hora de la primera clase de francés, antes de que diera inicio. Se acercó por su espalda e intentó darle un pequeño susto, pero fracasó. Gibran había notado mucho antes de que se estaba acercando, pero fingió que no lo había visto.

— Muchas gracias, me salvaste de morir congelado — Gibran tomó la sudadera mientras le dedicaba una pequeña sonrisa —. Olía muy bien. Y hablo en pasado porque me di el tiempo de lavarla, espero que no te moleste.

— No, no me molesta. Me alegra que te haya servido —. Lo dijo en tono aburrido, aunque en realidad quería explotar de felicidad. Claro que olía muy bien, lo había visto acercarse la tela a la nariz.

Cuando estaba guardando la prenda en la mochila el viento le llevó un aroma muy conocido. Volteó para comprobar que Alejandro estaba cerca, pero él estaba hasta el otro extremo del aula. Olió disimuladamente la sudadera y ahora estaba impregnada por el olor de Alejandro. La guardó y cerró bien la mochila para conservarlo el mayor tiempo posible.

Las clases siguientes, Alejandro se acercó más que de costumbre. Se sentaba a su lado si la banca estaba vacía para platicar sobre los exámenes del primer parcial, temas de algunas materias o temas improvisados que se notaba que se le acababan de ocurrir.

— ¿Te gusta el pan de dulce? — Le preguntó en la clase de matemáticas, cuando el profesor aún no llegaba y todos sus compañeros estaban dispersos.

— ¿Habrá alguien a quien no le guste el pan de dulce?

— ¿Entonces eso es un sí? — Gibran puso los ojos en blanco. Si le hubiera hecho esa pregunta durante le primer mes de cuarto grado se habría molestado porque era una respuesta obvia, pero las condiciones en ese entonces eran diferentes e incluso el peor chiste que le contara le sacaría una carcajada.

Durante la clase de física, la mayor parte de la sección estaba alrededor del profesor, entregando un ejercicio que había dejado que nadie aún lograba resolver. Alejandro se quedó sentado en su lugar, pensando en la posible solución. Gibran también estaba solo, pues Aolani y Mafer estaban en la bolita y ya no había espacio para una persona más, así que se levantó y fue a hacerle compañía.

— ¿Cómo vas con el problema? — preguntó, mientras ojeaba sus anotaciones.

El suspiró, derrotado y sin ilusiones.

— Mal. Ya no sé qué hacer y estoy a un intento más de rendirme. Esperaré a que Armando y Andy tengan la respuesta para copiárselo. ¿Tú qué tal?

— Estoy en la misma situación que tú, solo que aún estoy aferrado a un procedimiento que creo que es el correcto, pero aún no sé cómo continuar — le mostró su cuaderno y Alejandro intentó memorizar gran parte de lo que había hecho Gibran.

— Siendo honesto, no sé qué es lo que estás haciendo, pero parece que está bien. ¿Por qué no te acercas con el profesor para que te ayude?

— Porque el profesor tiene a más de media aula encima y no quiero estresarlo más. Además, solo es una firma.

No solo fue una firma: también dio medio punto sobre examen a los que obtuvieron la respuesta correcta. Él se quedó sin ambas, pero al menos lo había intentado.

Al terminar la clase se dirigía para encontrarse con Monse y Vianney, pero fue interceptado por Alejandro.

— Hola.

— Hola —. Respondió, sin tener idea de lo que estaba pasando.

— ¿Ibas a algún lado?

— Iba a encontrarme con mis amigas, ¿por qué? ¿Necesitas algo? ¿Otra vez quieres que te preste el suéter?

— No, ya traigo el mío. ¿Puedo acompañarte? — Giran aceptó y ambos caminaron hacia las jardineras en donde Monse y Vianney siempre lo esperaban —. ¿Sabes? He estado pensando… — en cuanto escuchó esas palabras su cuerpo se tensó. El miedo de que mencionara algo sobre lo que dijo en la última ida al karaoke lo abrazó y poco a poco fue tomando control de su mente —, y nunca hemos salido juntos. Es decir, como amigos —. Se relajó un poco, pero aun así sintió un pinchazo en el estomago cuando aclaró que nunca habían tenido una salida “de amigos” —. En cuarto siempre me cancelabas y solo salimos una vez, cuando fuimos al karaoke… — cuando mencionó la última palabra fue bajando el volumen, como si decirlo fuera una imprudencia.

— No solo te cancelaba a ti. No me gusta mucho salir. Prefiero estar en casa disfrutando del estrés de la escuela a estar estresado en la calle evadiendo mis responsabilidades.

Siguieron caminando en silencio y a la distancia vio la mochila morada de Monse. Iba a despedirse y a acelerar el paso cuando Alejandro nuevamente habló.

— ¿Te gusta Ralph, el demoledor?

— Sí, la primera película me gustó mucho. El final casi me hace llorar y tengo muchas ganas de ver la segunda película. Se acaba de estrenar en cines.

— ¿Y no quieres ir al cine a verla conmigo?

 

***

Acordaron de verse en la esquina de la preparatoria a las 2:00 PM del sábado. Gibran aún no podía creer que iría al cine con Alejandro.

A menos que sorpresivamente llegara más gente, como Armando, Andy, Rebeca o el mismísimo Sandoval, pero cuando llegó lo hizo solo. En verdad iba a ser una salida solamente entre ellos dos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.