Leave Me Lonely

EPÍLOGO

El último favor que le pidió a César era bastante sencillo. No requería de mucha inversión de tiempo y energía.

— Gibran, Alejandro está a punto de irse. Es ahora o nunca —. Volteó hacia la puerta. Un grupo de seis personas se estaban despidiendo con mochilas al hombro.

— Muchas gracias, César. Gracias por todo. Espero poder seguir hablando contigo y vernos en las fiestas que organicen nuestros conocidos —. Le dio un abrazo rápido y se apresuró a alcanzar a Alejandro.

Llegó antes de que Octavio cerrara el zaguán.

— Gracias por la fiesta. Estuvo muy divertida. Fue un placer haberte conocido y espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar en el futuro.

El clima del exterior era frío y las corrientes de aire le helaban la sangre. Agilizar el paso y poner su cuerpo en movimiento ayudó a enfrentar las inclemencias del tiempo.

Cuanto más se acercaba al grupo más estremecimientos sacudían su cuerpo. No eran por el frío, si no por los nervios que había empezado a acumular desde que tomó la decisión de acudir a esa fiesta sabiendo lo que tenía qué hacer.

Había preparado todo un argumento y redactado todo lo que quería decir, pero estaba seguro de que no requeriría de esos apuntes. Todo lo que necesitaba estaba almacenado en su mente y en cuando soltara la primera palabra todo fluiría de manera natural.

Nuevamente llevaba alcohol en su cuerpo, pero lo suficiente para facilitar la tarea. Esa vez no necesitaba embriagarse hasta necesitar una niñera: necesitaba la bebida suficiente para poder tener el valor de expresarse.

Para su suerte, Alejandro iba en la parte trasera del grupo. Cuando lo tuvo cerca le tocó dos veces el hombro. El chico volteó y se sorprendió al verlo.

— ¿Saliste con nosotros? No te vi — claro que no lo había visto. Desde que estaba con Leo su presencia había dejado de ser importante.

— Salí un par de minutos después que ustedes. Tenía que retirarme, necesito llegar a casa temprano.

— Ah ya — caminaron con las manos metidas en los bolsillos de sus chamarras.

Gibran se estaba incomodando y no lograba explicar como es que la compañía de Alejandro había pasado de ser reconfortante y divertida a hacer incómoda y molesta.

— Alejandro, ¿crees que podamos hablar un momento? — Muy bien Gibran, esto solo es el primer paso. Sigue adelante y no te acobardes.

— Claro, ¿de qué quieres hablar?

— ¿Podemos dejar que los demás se adelanten? Me gustaría que fuera un poco más privado.

Disminuyeron la marcha, dando tiempo para que hubiera la distancia suficiente entre ellos y el resto para que no escucharan nada de lo que dijera y lo que pasara después.

— ¿Con esa distancia es suficiente? — Gibran asintió con la cabeza mientras apretaba los labios —. Ahora sí, ¿de qué quieres hablar conmigo? — No te reserves nada. Di todo lo que sientes.

Gibran inhalo y exhaló profundamente varias veces. Alejandro se notaba impaciente, pero no le volvió a hacer la pregunta.

Todo esto es para que te sientas mejor. Para que desahogues todo lo que tiene tu corazón.

Hablar con él no era un error. Era una necesidad para que su alma y mente estuvieran tranquilas.

— En los últimos días he estado pensando algunas cosas… — hizo una breve pausa para tomar aire nuevamente. No podía perder tiempo: en cualquier momento llegarían a la estación del metro y en cuanto entraran ya no podría decirle nada —. He estado pensando en algunas cosas sobre mí, sobre las cosas que hacen que mi vida sea más complicada. Estoy seguro de que, de no haber hecho y dicho algunas cosas, en estos momentos estaría pasando por mi mejor momento, pero no fue así. Y una complicación con la que cargo y hacen mi vida más difícil eres tú.

Como lo sospechaba, Alejandro no lo estaba viendo. Su vista estaba fija en algún punto del frente y solo Gibran era el que tenía el valor de mirar al otro.

— Cuando te confesé lo que sentía por ti me sentí muy liberado y al mismo tiempo sentí que había cometido el peor error de mi vida porque sentí que te había perdido. Pero me alegré mucho cuando me di cuenta de que no fue así. Y me sentí aún más feliz cuando salimos juntos al cine. Albergué la esperanza de que nuestra relación avanzara a algo más y tu comportamiento en parte me dio una ilusión a la que me aferré y que me negaba a soltar.

>> — Cuando al fin vi una oportunidad se atravesó algo que no contemplé y desde ese momento empezaste a cambiar. Dejaste de hablarme como lo hacías. Cuando estaba en el mismo círculo que tu me evitabas e intentabas no mirarme como lo estás haciendo ahora. Y no tenía ninguna relación con la persona que solías ser desde el día en el que te enteraste de que me gustabas.

>> — Hice todo mi esfuerzo por entenderte, por tratar de darle una explicación a esos tratos que yo no me merecía. Esta situación me está lastimando — su voz flanqueó un poco, pero logró mantener el tono —. Cada vez que te veía con Leo algo dentro de mi se rompía y fuiste robando mi paz mental. De un momento me hiciste a un lado como si estuviera mendigando tu amor y mi corazón ya ha tenido suficiente. Pasé por una desilusión de la cual te conté y que te dije que no quería que se repitiera, pero parece que no tomaste en serio nada de lo que te dije porque aquí estamos. Y por mucho que quiero que te quedes en mi vida sé que lo mejor para mí es sacarte de ella.




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