Leche y Miel

7. El papi

 

Narrado por Milk

 

—Estoy bien, gracias.

—¿Segura no hay algo que pueda hacer por usted?—insiste la empleada tras preguntarme si hay asuntos que terminar de solucionar ante el hecho de que ya nos vamos.

Me lo pienso nuevamente y accedo a la opción de sacar mi botellita y pedirle que le cambie el agua. En este lugar han de beber agua pura y no la que está sumergida en cloro y con gusto a cañería oxidada que llega a mi casa.

—¿Me cambia el agua de la botellita, por favor?

—Por supuesto—conviene. Me toma la botella y sale en dirección a lo que supongo será la cocina.

—¡Aquí estás!—dicen desde otra dirección.

A mi espalda, al pie de la escalera, veo avanzar a mi jefa con una enorme sonrisa en los labios. Pero, tras ella, viene el adonis más impresionante que jamás imaginé. ¡Es ENORME! ¡Muy alto! Tiene una espalda brutalmente inmensa y los shorts de playa le quedan apretados ante semejante mercancía.

Se me corta la respiración mientras Aura me abraza.

Su perfume dulce me llega con delicadeza, pero el de él es una brutalidad exquisita. ¡Santo cielo, es el verdadero “Qué Hombre”!

Sus ojos grises con notas azuladas me examinan, su barba dorada se marca incipiente iluminándole el rostro y algunos vellos en su camisa blanca abierta me dejan con el corazón a punto de salir de mi pecho para meterse en mi entrepierna y esconderse aquí para hacer de esponja ante el charco que me está humedeciendo.

—Cariño, linda. Qué suerte que llegaste. ¿Estuvo bien el camino?—me pregunta Aura, con genuina preocupación.

—S-sí—digo, aún tensa.

—Tranquila—. Cae en la cuenta de que estoy mirando a su marido. ¡ME ACABA DE ATRAPAR EMBOBADA CON LOS OJOS PUESTOS EN SU MARIDO!—. Oh, descuida, sé que tiene cara de malo, pero no lo es tanto.

Es serio, sí

Pero con una mirada profunda y una quijada cuadrada que está de muerte.

Él avanza un poco más y extiende su mano en mi dirección.

—Pietro Kozak—se presenta él.

Pero Aura pone los ojos en blanco y nos anima a que sea un saludo mucho más genuino y amable, con calidez.

—¡Oh, vamos!—insiste—. ¡Dense un abrazo!

Ahora sí que las rodillas me empiezan a temblar y el bacalao me escupe un poco de babita mientras intento contener esto que siento por dentro.

—¡Adelante, son tal para cual, dos fríos! ¡Quiero que sea una salida prácticamente familiar!—insiste Aura.

Él extiende sus brazos primeros y me dejo acunar por sus manos inmensas. Al comienzo me cuesta hacerme de la idea de corresponder, porque siento que estoy traicionando a su propia esposa frente a su cara, pero luego me decido a elevar con torpeza mis brazos y palpar su espalda como la roca.

Ufffff, que llamen a los bomberos o a un doctor porque me estoy deshidratando.

—¡Muy bien!—. Aura aplaude.

En cuanto Pietro me suelta, caigo en la cuenta de que he permanecido un segundo más aferrada a él.

Su semblante permanece indescifrable cuando caigo en la realidad de que la empleada me ha traído el agua.

Se la recibo prontamente y bebo con desesperación.

—Wow—dice Aura—. ¡Creo que hará falta buena hidratación en este viaje! ¡Es bueno beber al menos dos litros de agua por día! A final de cuentas, nuestro cuerpo es setenta por ciento líquido y el agua es vida. ¿Quieres más?

—Por favor—. Le pido, pasándole la botella, pero la empleada se ha marchado tras dejarla.

—Aguárdame un momento, cariño—me dice Aura recibiendo la botella y va ella misma en persona a la cocina—. ¡Conózcanse! ¡Estoy segura de que se van a querer como padre e hija! ¡Son tal para cual!

Y nos deja.

A solas.

¡¡¡A SOLAS!!!

 

Narrado por Pietro

 

¿Acaso esta chica es real? ¿En serio es mayor de edad? Claro que sí. Pero es un ángel, ¿cómo es posible que se la juzgue de las cosas que se la juzgan en su pasado? Una sed inexplicable viene a mi boca en cuanto la veo, pero mis colmillos se afilan aún más en cuanto la presiono en el abrazo que no tarda en hacer crecer mi masculinidad de costado en los bordes de la tela apretada.

Aura no tiene mejor idea que dejarnos a solas mientras se va a buscarle agua a la chica que, evidentemente, ha llegado con sed.

—Siempre es un placer la leche—le digo, cayendo tarde en la cuenta de que mi subconsciente acaba de salir por la mala manera.

—¿Cómo dice, señor?

—Que es un placer conocerte, Leche.

—Milk, por favor—insiste—. No hace falta traducirlo, mi nombre es Milk.

—Claro, claro—. Por todos los cielos—. Gracias por aceptar venir con nosotros, es un momento muy importante en mi familia.

—A ustedes gracias por la confianza. Conocí a Luz, es un chiquillo maravilloso.

—Ahora está con la entrenadora en habilidades sociales y la motricista antes de que nos vamos.

—¿Por qué? ¿Algún problema?

—Solo es estimulación para que crezca fuerte e inteligente.

—Oh, claro—conviene ella.

—Entonces, ¿tienes novio, Milk?

—¿Para qué quiere saber eso, señor?

—Simple curiosidad. No queremos apartarte de algo o alguien que te haga feliz.

—Solo mi tía Felicha. Es muy generosa, espero algún día se conozcan, ella está muy agradecida con la oportunidad que me dan.

—¡Bueno, veo que ya rompieron el hielo!—aduce Aura en cuanto llega con la botella. Ella la recibe y la guarda.

—Irá a ver a Luz y a pedir sugerencias a las profesionales que trabajan con él, ¿puede ser?—propone ella.

—Por supuesto, es por allá—señala ella—. Estaba dormido, pero las chicas lo despertaron para aprovechar que tú venían.

—Permiso—ella advierte la puerta con salida al patio y desaparece.

Aura me mira, contenta.

—Gracias por los esfuerzos. ¿No es un encanto?

La miro mecer las caderas mientras sale. Tiene un lindo vestido rosa adherido a su cuerpo menudo y su pelo largo rubio que se sacude con gracia.



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En el texto hay: millonario, lujuria, luis avila

Editado: 26.10.2022

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