Isabella miró al Ruso a los ojos y fingió una sonrisa, nerviosa, quiso alejarse de nuevo.
—Tómate el resto del día, yo te recogeré, ¿cuál es tu dirección?
—Yo… yo… Maximiliano iré a cambiarme el atuendo y volveré, el lugar en que vivo puede ser peligroso para alguien como tú.
—Al único peligro que me enfrento ahora es a ti, Isabella, eres muy misteriosa, me gusta.
Ella volvió a fingir una sonrisa.
—Me iré, volveré más tarde, hasta entonces Maximiliano.
La detuvo sujetando su brazo.
—¿No me darás un beso, Isabella?
Ella lo miró y tragó seco, él se acercó y la besó, Isabella se dejó llevar, olvidando el plan, había disfrutado el momento.
Dejó un beso en su mejilla después de besar sus labios y le dijo podía marcharse.
Isabella salió de la oficina, se sentía nerviosa, caminó sintiendo el aire, le faltaba, entró al ascensor.
Suspiró al estar fuera del lugar, miró la fachada y empezó a renegar.
«No, no puede gustarme, yo amo a Brett, todo esto es parte de un plan, eso es, es un plan que está saliendo bien, yo amo a Brett»
Pasó su mano por su cabello, estaba confundida.
—¿Isa amor que pasa?
Se giró y fingió, evitando mirar su rostro, se sentía culpable.
—Brett amor, hola, nada, yo… yo solo estaba pensando, ¿tú, cómo estás?
—Bien, dormimos juntos y llegamos juntos, ¿lo olvidas? ¿Qué sucede Isa, porque estás tan nerviosa?
—Maximiliano me invitó a cenar, creo que se va a declarar, creo que… estoy segura de que el plan está dando resultados, Brett.
—Bien, bien —dijo en voz alta y con evidente emoción.
Isabella lo miró confundida.
—¿No te molesta? Brett, sabes que tendré que besarlo y fingir que lo quiero, ¿no te molesta?
La recorrió con su mirada deseando tocarla, se acercó.
—Me encantaría besarte, pero se supone que somos primos, Isa por supuesto que me importa, pero lo puedo controlar, sé que me amas a mí, a nadie más que a mí, eres mía, lo sabes y lo sé, puedo con eso, solo no dejes que pase de besos, ya sabes cómo me pondría.
—Está bien Brett, solo es por el plan, te amo —dijo sintiéndose confundida—. ¿Puedes llevarme a casa? Tengo que cambiarme.
—Por supuesto amor…
Mientras caminaban con dirección al auto, Maximiliano hacía la reservación.
Se sentó y al comprobar que ella se sentía igual, no tuvo dudas de su decisión.
Emocionada y a la espera de información, Chantal fingía trabajar.
Justo cuando creyó que debía irrumpir de nuevo a la oficina y se disponía para ir, recibió una llamada de Isabella, poniéndola al tanto de todo.
Le hizo unas recomendaciones y dejó la llamada, satisfecha empezó a reírse.
Maximiliano, por su lado, había decidido hacer el asunto más privado y decidió preparar la cena para sorprenderla y demostrar su interés. Recogió lo necesario y se dirigió a la oficina de Chantal, llamó a la puerta.
—Adelante —fingió estar trabajando al darse cuenta de que era Maximiliano.
Quien al conocerla supo que fingía y no le dio importancia.
—Hola Maximiliano, ¿me necesitas?
—No, voy a salir, hazte cargo sin inmiscuirte en asuntos que no te competen, te pediré un informe mañana.
—Ok, Maximiliano, no tienes que desconfiar de mí, cambié, créeme.
—Por supuesto, es todo, te quedas hasta el cierre y ve que todo marche bien, te repito no meterte en asuntos que no te competen o tomar decisiones que no debes, llama si ves la necesidad.
—¿Tienes alguna reunión fuera? Tu Nunca me dejarías a cargo.
—Solo haz lo que te pido —procedió a dejar la oficina, para proceder a salir del concesionario, realizó algunas compras y se dirigió a casa.
Organizaba todo, del mismo modo en que Isabella tras haber sido dejada en casa por Brett se ponía linda, de acorde a lo que sabía a él, le gustaba de ella.
Isabella dejó de cuestionarse si estaba bien o mal, decidió asumir que solo era parte de un plan que debía cumplir.
Chantal había solicitado a Brett en su oficina, y tras hablar del asunto, terminaron teniendo intimidad, el hombre aseguraba tener a Isabella bajo control y aunque no conocía del todo los planes de Chantal, solo le interesaba salir beneficiado.
Unas horas más tarde, mientras Maximiliano terminaba con la cena, Isabella esperaba a Brett para qué la llevara a la empresa, desde ahí llamaría a Maximiliano.
Isabella usó un atuendo casual, pero cómodo, poco maquillaje, como era costumbre en ella, se sentía linda.
—Isa, no estás hablando en serio, ¿vas a irte en ese atuendo tan espantoso?
—Brett, pero…
—Te ves corriente, tantas horas para verte igual, ¿crees que así vas a lograr que ese tipo se fije en ti?
Isabella hizo un gran esfuerzo por detener sus lágrimas.
—¿No vas a ir a cambiarte?
—Me siento cómoda así, Brett.
Él negó con la cabeza y empezó a conducir, Isabella permaneció callada, se sentía incómoda.
Evitando tener contacto que diera la razón a las sospechas de Maximiliano, Isabella decidió esperarlo afuera, le avisó que estaba en el lugar, como a Chantal, que ya estaba en marcha la cena.
A las 6:10 pm, Maximiliano llegó al concesionario, bajó del auto con una amplia sonrisa y unas flores.
—Hola, te ves hermosa, me encanta tu sencillez, tu naturalidad, estas son para ti.
Maximiliano se acercó para dejar un beso en su mejilla, Brett quien los miraba frunció el ceño, haciendo sentir incómoda a Isabella, quien agradeció las flores y se apartó.
—Espero que no tengas miedo de mí, he cambiado los planes, la cena será en casa, la he preparado yo.
—Está bien…
—¿Sucede algo Isabella? ¿Te arrepentiste de aceptar mi invitación?
—No, no, estoy bien, solo algo nerviosa. No sé si usé el atuendo adecuado.
—Estás hermosa Isabella, estoy seguro de que si elegiste ese atuendo es porque te sentías cómoda y si lo estás, es perfecto, te ves hermosa, créeme.