Lesam. Las No Vacaciones en Hawai

Capitulo 4

Día 4. Jueves.

En cuanto ambos salieron de la mansión, se dieron cuenta de que el tiempo de hoy era menos apetecible, ya que estaba nublado y  algunas nubes amenazaban con lluvia. Pero a pesar de eso, los dos iban a seguir con su plan de hoy. Hablar con Luisa e inspeccionar las famosas cuevas. Así que una vez llegados al pueblo, giraron como de costumbre hacia la playa y en esta ocasión fueron por la acera de la izquierda hasta llegar a una tienda.

– Farmacia y Herbología… – Susurró David.

Emily no hizo caso omiso a su chico y entró rápidamente en la tienda.

– ¡Espera! – Gritó David siguiéndola.

Nada más entrar, echó un vistazo al interior, llegando a la conclusión de que era como cualquier otra farmacia. Estanterías, un mostrador y justo detrás el almacén.

– ¡Emily! ¿Qué tal estás? – Una señora, de complexión media y con una bata blanca, salió del almacén con una caja que depositó en la mesa.

– Hola, Luisa. Solo veníamos de paso. Era para enseñarle el sitio – señaló a David.

– Mucho gusto – soltó él al instante.

– Lo mismo te digo – sonrió levemente –. Hacía bastante que no venias – miró ahora a Emily.

– He estado bastante ocupada, ya sabes, música…

– Me lo supuse, la vida de una famosa a veces es complicado – Luisa abrió la caja y empezó a sacar cosas –. ¿Me ayudáis a colocar esto? – Señaló un estante que estaba tras ellos dos.

– Sí, claro – Emily fue cogiendo medicinas y lo fue colocando en orden –. Por lo demás, ¿todo bien? Nunca pensé verte con pareja.

David se sonrojó al escuchar eso, pero él lo disimuló siguiendo colocando cosas.

– La vida da muchas vueltas, ya sabes – Emily se paró en el mostrador –. Aunque basta que digas que no para que se presente tu pareja ideal – miró a Luisa –. ¿Cómo tú con Jorge, no?

– ¿Qué? – Luisa la miró con cara de sorprendida –. ¡No! Nunca ha habido nada entre nosotros… ¿De dónde has sacado eso?

– Ya sabes, los rumores en esta isla vuelan – vaciló ella.

David seguía poniendo en los estantes la medicina.

– ¿Qué rumores? – Masculló –. Si se puede saber, claro.

– Os vieron juntos a ti y a Jorge en una comida – explicó Emily.

– No duró ni cinco minutos… – Suspiró mirando al suelo –. Me dijo que le gustaba y eso, pero yo no sentía nada por él, ni me llamaba la atención… Así que le dije que no – sentenció –. Fue ahí cuando se marchó corriendo – pausó –. De todas las maneras… Es imposible que nos viesen, estábamos en mi casa.

– Le vieron entrar en tú casa – se inventó Emily.

– Será cotilla la gente… – Refunfuñó Luisa.

David acabó de poner las cosas y se quedó mirando el mostrador.

– Aprovecha y no la pierdas, ¿quieres? – Añadió Luisa mirándole fijamente.

– No la dejaría por nada el mundo.

– Entonces… Salió de tú casa y fue cuando le…

– ¡No lo digas! – Le interrumpió Luisa –. No hay minuto que no pase que no piense en eso… – Pausó –. Si no le hubiese dicho que no… Se habría quedado en mi casa y aun podría estar… – Se llevó las manos a la cara y empezó a sollozar.

– Luisa, no… – Emily dio la vuelta al mostrador para abrazarla –. No fue culpa tuya… Nadie ve el futuro.

– Le tenía que hacer dado una oportunidad… – Masculló –. Pero mi yo interior no quiere tener una relación y…

– Que no es culpa tuya, Luisa – insistió Emily –. Podía haberle ocurrido a cualquiera… Incluso a mi o a David…

– ¿Crees qué el asesino lo hizo de manera aleatorio? – Se alejó de Emily.

– No lo sé… Pero es muy raro, la verdad… ¿Quién querría hacer daño a Jorge? Era muy bueno… Así que o oculta algo o tuvo mala suerte – miró a David en busca de un apoyo.

– Estoy con ella… – Agregó él –. Además, ¿a plena luz del día y en mitad de la playa? – Pausó –. Es raro, muy raro… Es como si hubiese tenido que improvisar… Aunque la pista del bosque…

– ¿El bosque? – Soltó Luisa con mucha atención –. ¿Una pista?

– Había un rastro desde el bosque… O la arrastraron…

– O fue él mismo quien se arrastró en busca de ayuda – soltó Emily dándose cuenta de aquello y recibiendo así una nueva posible, ya que cuando siguieron el rastro por el bosque no se les ocurrió esa idea.

– ¿Le mataron en el bosque? – Soltó Luisa –. Eso puede tener sentido.

– ¿Por qué lo dices? – Se sorprendió Emily.

– Uno de los días que estuve hablando con él, me dijo que un día por semana se iba a no sé dónde a hacer cosas místicas. Creo que era lo sábados por la noche si mal no lo recuerdo…

– ¿Místicas? – Emily miró a David, entiendo éste por donde iban os tiros.

– Sí, no sé – asintió ella –. Lo soltó así tal cual y luego se marchó corriendo.




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