Lesam. Los Robinsons

6. Entre mundos

La formación de ataque era un tanto extraña, primero iban los pilares, luego los Robinsons seguidos de Tanjiro y compañía, y por último ellos tres. Por lo que tardaron un poco en poder ver el castillo. Emplazamiento que estaba rodeado por arboles gigantes que impedían el paso de la luz solar, lo que significaba que ahí dentro iba a haber demonios. Ya que según les explicó Valeria, no es que salgan en la noche, si no que no podían darles la luz solar.

– Supongo que debemos de tener cuidado, ¿no? – Susurró David, aunque ya fu demasiado tarde para decirlo, ya que los pilares habían roto la puerta y se adentraron corriendo hacia el interior –. Qué pena no pode luchar…

– Recuerda el plan – le dijo Valeria –. Tenemos que esperar aquí hasta que Tanjiro nos de la señal.

– Nos teníamos que haber ido – masculló Tania –. Es absurdo quedarnos aquí sin hacer absolutamente nada.

– ¿No tienes curiosidad por el multiverso? Si ayer fuiste tú la que quería hacer más preguntas respecto al tema – le objetó él.

– He recapacitado – intentó excusarse ella –. Cuanto menos sepamos, mejor.

– Ya, ahora cambia de opinión, no deberías de…

De repente, Valeria pegó un fuerte chillido, provocando que ambos se girasen hacia ella. Viendo como un charco demoniaco que estaba a plena luz del sol, comenzó a tragársela poco a poco.

– Ni hablar – David reaccionó rápido y la agarró de golpe, deteniendo el descenso durante unos segundos. Ya que el demonio era mucho más fuerte que él y empezó de nuevo a tirar de ella, así que David tuvo que usar su poder para aumentar su fuerza considerablemente. Sacándola de allí sin ningún problema y haciendo que el charco desapareciese del suelo en cuanto ella estuviese a salvo –. No se supone que…

– ¡Eh, vosotros! – Le gritó Tanjiro–. ¡Ya podéis pasar!

– Esto no es seguro… – Susurró Tania.

– Ningún sitio es seguro – añadió David soltando a Valeria –. Será mejor que acabemos de una vez por todas con la misión… – Se giró y avanzó hacia el interior del castillo, justo hasta la posición de Tanjiro.

– Quedaos aquí hasta nuevo aviso – les comentó él –. Parece que el interior está repleto de demonios – agregó e inmediatamente se marchó de allí.

– ¿Cómo es que ese demonio ha podido con la luz solar? – Preguntó David girándose hacia Valeria en cuanto se quedaron solos.

– Quizás es que… Era más fuerte de lo normal – razonó ella –. Aunque un esfuerzo como ese… Le habrá dejado sin apenas energía.

– Demonios al sol, maravilloso… – Refunfuñó él.

– El problema no es ese, el problema es que no podemos matarlos – le recordó Tania.

– Ya lo sé, ya lo sé. No hace falta que me lo… – Un demonio con cabeza de paloma y sin ojos, cayó del cuelo justo detrás de él –. Genial – se giró hacia el demonio con el puño cerrado y convirtiendo su piel en hielo, sestándole un buen golpe en toda la cara, provocando que el demonio retrocediese unos metros –. No te podemos hacer matar, pero si hacerte daño… ¡Adelante! – Al instante, Valeria y Tania lanzaron sus respectivos ataques, haciendo que el demonio saliese volando hasta chocarse contra la pared más cercana.

Entonces, y tal y como ocurrió ayer, Zenitsu apareció de la nada y cortó la cabeza del demonio a la velocidad de un rayo.

– Ya van dos veces… – Susurró él mientras se guardaba la espada.

– Creo que estamos más en peligro estando solo que con vosotros – razonó David.

– Puede que tengas razón… ¿Pero y qué quieres hacer? – Le preguntó Zenitsu–. Ahí dentro es muy peligroso – señaló al interior del castillo –. Lo único que puedo hacer es llevaros con los Robinsons… Y no sé si se pondrían muy contentos de veros…

–Mejor eso que nada, ¿no? – Soltó David –. Así al menos estaremos protegidos…

– Está bien… – Asintió Zenitsu–. Seguidme y no os separéis de mí por nada del mundo, ¿entendido?

– No nos distraeremos, eso tenlo por seguro – respondió Tania.

Zenitsu puso su mano en el mango de la espada y a continuación suspiró una última vez antes de correr hacia la entrada principal, dónde accedería a castillo seguido de ellos tres.

La sala de entrada estaba completamente desértica, aunque apenas pudieron ver algo más, ya que Zenitsu comenzó a subir la escalera principal que tenían delante.

– ¿Se puede saber qué haces aquí con ellos? – Tanjiro se asomó desde la segunda planta.

– Casi mueren por segunda vez – contestó él acabando de subir las escaleras –. Les iba a llevar con los Robinsons.

– Pues estaban a punto de entrar en la sala del trono, así que ya puedes darte prisa – le comentó su amigo, que se puso a correr de nuevo para seguir luchando –. ¡Por cierto! ¡Ten cuidado! ¡Hay un invisible suelto!

– Genial… – Susurró Zenitsu.

– ¿Un invisible? – Soltó Tania de repente –. ¿Debemos de preocuparnos?

– Esperemos que algún pilar se esté encargando de él… Porque si no… Sí, deberíamos de preocuparnos – sentenció y al instante volvió a correr, adentrándose esta vez en un pasillo recto que precia no tener fin y en la que había restos de varias peleas –. No os separéis de mí… Estamos en… – Un demonio pulpo apareció de golpe por la derecha tirando una puerta abajo –. Mierda… –Zenitsu intentó mover su espada rápidamente para poder golpearle, pero el demonio se agachó a tiempo para esquivarle, lanzando tinta al suelo para convertir eso en terreno resbaladizo.




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