Lesbos S.A.

Uno de muchos futuros alternos

̶   Buenas tardes, quisiera solicitar un cambio por favor.

Era el cuarto cambio que pedía Sofía a “LESBOS S.A.”, empresa especializada en la creación de “masculinoides” a pedido del cliente. La empresa, como parte de su nueva producción, ofrecía a los compradores la opción de realizar cuatro cambios, considerando que el género masculino, desde siempre, presentaba múltiples fallas. Por ello, esta vez Sofía debía decidir bien, con más cuidado que las veces anteriores para evitar aburridas nuevas elecciones.

LESBOS S.A. surgió como respuesta al requerimiento femenino de necesidad sexual masculina sin mayores compromisos como la convivencia, el matrimonio o el amor. Las generaciones pasadas habían sufrido estas formas primitivas que fueron degenerando tras los genocidios perpetrados por grupos fundamentalistas en todo el mundo. En aquellos años, las mujeres habían iniciado un período de autonomía que implicaba que los hombres fueran cada vez menos necesarios. Pero el verdadero inicio de las luchas femeninas del siglo XXI fue producto de una ola de salvajes feminicidios. Solo en la primera década, se asesinaban a cinco mujeres al mes. Luego, la crisis se agudizó al punto que la defensa personal, las artes marciales y el uso de armas de fuego fueron un requerimiento necesario y vital en la formación escolar femenina.

En vano intentaron los diversos grupos religiosos generar conciencia a través de campañas en pro de la “familia natural” y el cuidado de la mujer entendida como “vaso frágil” o “pétalo de una flor”. En sus locales, realizaron denodados esfuerzos desde sus textos sagrados por impartir el modelo patriarcal, donde se proclamaba que el hombre era la “cabeza del hogar” y por ello debía tener el “corazón de Dios” para atender las necesidades de la delicada mujer. A pesar que fue exitoso por algunos años, la ola de muertes no cesó. Por el contrario, las lecturas literalistas de los libros sagrados solo abrigaban en las mujeres el ferviente deseo de liberarse de todo vínculo masculino. Cada día y a cada instante, aparecían movimientos de protesta y la multitud de decepciones ocasionaron mayor cantidad de relaciones sin mayores compromisos e hijos formados en espacios donde los arcaicos modelos familiares se diluían.

A pesar de los fracasos, los grupos religiosos fundamentalistas no se rindieron. Realizaron un último esfuerzo y tomaron el poder político con un último reducto de mujeres que aún creían en el matrimonio y la monogamia. Durante sus gestiones, incentivaron los paradigmas clásicos, destinando parte del presupuesto de cada nación a resolver este problema. Al inicio, las mujeres se adhirieron al modelo y las nupcias masivas retornaron. Fondos de alimentos, laborales, educativos y de recreación también sirvieron. Pero el sistema, a la larga, se quebró. Grupos radicales masculinos indicaron que todo ese fondo estaba mal encaminado y empezaron a proclamar que las mujeres debían someterse a toda autoridad como “ha sido, es y será siempre”. Enardecidos, proclamaron la violación como acto vital para la sobrevivencia humana, el pene erecto como bandera y las gotas de semen como símbolo en unos simpáticos broches que usaron en la parte del pecho a la altura del corazón. Al movimiento se sumaron todos los sectores sociales y principalmente los que jamás habían podido tener una relación tradicional. Si bien los gobiernos arrestaron a muchos implicados, poco a poco fueron tolerando a los radicales, hasta asumir estas ideas como políticas de Estado.

La “madrugada de las vaginas dentadas” fue el punto de quiebre mundial. En un movimiento desesperado y ágil, los grupos feministas divulgaron, de boca en boca (las redes estaban fálicamente dominadas), que las mujeres debían dejarse violar, que no se resistieran, pero antes podían acceder a un potente virus letal para el género masculino y que podían ponérselo a modo de vacuna. Aquella noche, no hubo hombre triste ni mal complacido. Los lentos, los precoces, los bestiales, los orgiásticos, los aventajados y los poco dotados. Todos disfrutaron lo que no disfrutarían jamás. Muriendo, en todos los casos, con una sonrisa de placer que ninguna funeraria pudo quitar.

El genocidio masculino fue conocido como “El crepúsculo de la libertad”. Murieron todos los líderes religiosos, sin excepción. Las mujeres asumieron el control mundial y formaron un gobierno planetario. Tras un debate en las NACIONES UNIDAS FEMENINAS consideraron que era necesario exterminar a todo ser masculino; incluyendo a los homosexuales, una amenaza latente para la seguridad futura.

Fue, ante la inevitable pregunta sobre la reproducción y perpetuación de la especie, que surgió LESBOS S.A., quien tuvo la misión de generar especímenes masculinos destinados estrictamente a procrear hijas (los hijos fueron abortados al principio pero luego esto fue suplantado por la alteración genética). Si bien existía también el modelo IN VITRO gracias al FOSEMU (Fondo de semen mundial), LESBOS proporcionaba una fuente de placer alternativa, innecesaria y dañina pero optativa, como el tabaco que daña a los pulmones o el alcohol al hígado. Los primeros modelos de LESBOS fueron perfectos, y por ello un fracaso. La segunda generación de “masculinoides” añadió un margen de error de 10%; también fue otro fracaso, ya que una vez que lograban su perfección se tornaban aburridos e innecesarios. En una actitud osada, la tercera generación elevó el nivel de error al 60% sin posibilidad de mejorar, lo cual tuvo éxitos al principio pero fallas al final ya que, o se tornaban aburridos o se suicidaban una vez tomaban conciencia de su libertad.




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