Marzo pasó. El 22 de abril llegó: nuestro primer mes juntos.
Él llegó como siempre, me abrazó con todo su amor y, de entre sus manos, sacó un hermoso pimpollo de rosa.
En la otra, traía una carta escrita en un papel amarillento, con sus letras pequeñas y algo desordenadas.
Simplemente… me conmoví.
Guardé esa carta para leerla a solas.
Luego volví adentro y tomé aquella que yo le había escrito con todo el corazón.
Porque, sí, me era más fácil expresarme a través del papel que cara a cara.
Él la tomó, abrió el sobre de delicado color rojo, y le tomé la mano.
—Brisa: Por favor, léela después. Me da vergüenza.
—Luciano: Está bien, hermosa… pero no sé si podré aguantar. ¡Tengo mucha intriga!
—Brisa: Por favor…
—Luciano: Sí, mi negri. La guardaré para el regreso.
Ese día fue hermoso.
Salimos a caminar por la ciudad, abrazados, sin temor, sin pensar en nada.
Solo éramos los dos.
Riendo todo el camino.
Jugueteando como dos niños.
Tomándonos de las manos, besándonos en cada recoveco, en cada momento, en cada segundo.
Amándonos.
Sin importarnos nada.
Solo los dos.
Nada existía.
Nada.
Solo nosotros.
El día concluyó.
Nos besamos en la puerta de mi casa.
Y al ingresar, solo quise leer aquella carta.
Era lo único que me importaba. Lo único.
Me senté en mi alcoba.
La tomé.
La abrí.
Y comencé a leer aquel papel…
escuchando su voz en cada línea,
en cada párrafo,
como si él estuviera ahí…
diciéndomelo al oído:
**"Hoy hace ya un mes que encuentro la felicidad a tu lado.
Un mes que mi corazón encontró la paz, el querer, y el 'sentir'—
algo que yo creía haber perdido.
Pero gracias a vos, hoy… no sé cómo explicarte lo que siento dentro de mi alma y mi espíritu.
Pero voy a intentarlo.
Siento felicidad.
Paz en mi corazón—no, miento—
Tranquilidad en mi corazón: imposible.
Porque cuando no te veo, se siente triste.
Te extraña.
Y cuando por fin me encuentro a tu lado, late más fuerte que nunca.
Como si estuviera asustado,
cuando en realidad está feliz,
deseoso de decirte, con eco y muchas veces:
te quiero, te quiero, y te quiero.
También siento que me quieren.
Porque me haces sentir seguro,
consentido entre tus brazos que me aprietan ¡tan fuerte!
Despertando en mí una ternura tan grande y hermosa como vos.
Soy muy feliz.
Y todo gracias a vos.
Estoy seguro que cada minuto, cada segundo, cada hora y cada día que pasa…
te quiero más y más.
Y espero poder hacerte sentir tan feliz como vos imponés ese efecto en mí.
PD1: Qué loco, ¿no? ¿Ya un mes?
PD2: Gracias por existir en mi vida.
PD3: Perdón por la ortografía y errores.
Simplemente,
Luciano"**
Al leer su carta, mi mundo se paralizó por completo.
Lo amaba.
Y nada ni nadie podría destruir lo que hoy corre por mis venas.
Sonreí, abrazada a su carta, como jamás creí que podía hacerlo.
Era feliz.
Simplemente… feliz.
Editado: 04.10.2025