Abril se fue, junto a mayo, junio, julio y agosto.
Ya los árboles comenzaban a brotar,
y con ellos el sol traía buenas nuevas.
Las mariposas empezaban a aflorar,
y los días se volvían cada vez más largos.
Sabíamos, así, que la primavera estaba por comenzar.
Y con ella… lo nuevo empezaba a renacer.
Ya los grupos se habían formado.
La distancia entre Antonella, Elizabeth y nosotras se hacía cada vez más grande,
al punto de no volver a verlas.
Un nuevo grupo se había formado.
Una nueva amistad se había consolidado.
Ya no éramos más de veinte.
Simplemente, con mi hermana y yo, formábamos el número ocho.
Aunque los pocos que quedábamos…
la pasábamos muy bien.
Comenzamos a salir todos los sábados.
Ya no había más fiestas como antes.
Y los viernes se volvieron sagrados:
nos juntábamos en nuestra casa
para compartir los mejores momentos.
Y todo comenzó justamente… Uno de tantos viernes.
Editado: 04.10.2025