Letras de un Adolescente

Capitulo IV Fin de un ciclo

Agosto se fue,
trayendo consigo a la primavera.

Nuevas amistades.
Nueva vida.
Nuevos amores.
Nueva realidad.
Nuevo comienzo.

Finalizando, quizás, nuestra adolescencia…
y convirtiéndonos ahora en adultos. Con un camino ya recorrido hacia quizás a convertirnos en adultos responsables o por lo menos en adultos

Mi hermana se encontraba en el anteúltimo año del secundario,
junto a Luciano, quien era su compañero,
compartiendo más ella que yo con él.

Junto a Alejandra—una nueva amiga de mi hermana,
alta, de tez blanca, cabellos rubios y ojos color miel—
que comenzaba a integrarse a nuestro grupo.

También se mezclaba mi amiga Rosalí,
y su hermana Micaela:
de tez blanca, porte pequeño, ojos marrones,
un tanto antipática… pero buena.

Mauricio, compañero de mi hermana,
morocho, de porte delgado,
altura inminente y labios gruesos.

Todos ellos comenzaban a sumarse
y a formar parte de este grupo.
Ahora compartiendo nuestras vidas.

Como siempre,
los planes de la primavera
perfectamente organizados y listos:

Santa rosa

Con más responsabilidades, partimos parte del grupo.
Mi hermana, Luciano y Alejandra trabajaban,
y por eso viajarían después de la jornada laboral.

En mi caso, mi única responsabilidad era el colegio,
lo cual no me afectaba faltar:
tenía perfecta asistencia,
nada a diciembre,
y ya sabía que el secundario me esperaría el próximo año
en el mismo establecimiento que mi hermana y Luciano.

Volvería a aquel colegio del cual no me habían dejado inscribir aquella vez
por tercera vez a octavo año.
Volvería…
al lugar donde las primeras etapas de mi adolescencia
habían culminado entre alcohol y drogas.

Pero esta vez no con 14.
Si no con 18 años,
ya habiendo madurado,
y cambiado mi vida porque así lo había decidido.

Esta vez, con 18,
no volvería al turno mañana:
sería incómodo ser compañera de chicos de 15 años.

Iría con mi amiga Rosalí, que estaba por cumplir 19,
al turno nocturno.
Con ella, su hermana, los chicos, y yo…

Viajamos.

Al llegar armamos las carpas.
Nos divertimos como nunca,
correteando con ellos.

Era extraño.
Sentirme viva.
Como hacía tiempo que no lo sentía.
Un poco raro, quizás.
No lo sé.
Parecía un renacer.

Nos acostamos…
y al llegar el día,
me levanté algo enojada.

No sabía cómo explicarlo.
Cómo describir ese enojo.

Se suponía que debía estar contenta.
Luciano llegaría hoy.
Pero no.

Mis sentimientos parecían haber cambiado.
No sabía cómo explicar lo que me pasaba.
Solo sabía que… no quería verlo.

Jamás me había pasado esto.

Era la primera vez que mi corazón no saltaba de emoción por él.
La primera vez que su presencia parecía molestarme.

No sabía por qué.
Al llegar mi hermana con Lorenzo, Alejandra y Luciano,
comencé a sentirme…
asfixiada.

Como lo temía…
su presencia me molestaba más de lo que creí posible.
Lo quería lejos.
Muy lejos de mí.

Saludé.
Y me retiré a caminar un poco,
sentándome a la vera del río,
pensando en el porqué de mi actitud.

¿Yo lo amaba?
¿Qué me estaba pasando?
¿Qué me sucedía?

Y mi corazón…
no encontró respuesta alguna.

¿Será por Ángel?
No.
Me niego rotundamente a culpar a Ángel por mi actitud.
Por mi estupidez.

No es.

No era.
No debe ser así.

Ángel es mi amigo.

Pero…
a su vez… ¿Se le podía llamar amigo a una persona después de pasar por todo lo que habíamos pasado?

Tomé aire.
Y Rosalí se sentó a mi lado.

Rosalí: ¿Qué te pasa? Luciano se quedó mal por la forma en que lo saludaste.
Brisa: No lo sé… no sé qué me sucede.
Rosalí: ¿No lo sabes? ¿O no quieres saberlo?
Brisa: No sé.
Yo lo amaba…
y con todo lo que pasó… ya no sé.

Rosalí: Creo que la respuesta se llama Ángel.
Estuvieron muy unidos últimamente,
aparte del lío entre él y Luciano.

Brisa: No…
me niego a que Ángel tenga que ver con esto.

Rosalí: Niégalo todo lo que quieras.
Pero él se te metió muy adentro y lo sabes.
Más allá de que quieras verlo o no.

La observé, un tanto aliviada.
Ella simplemente me abrazó.

Brisa: Te juro que no quería que fuera de este modo.
Rosalí: No, por nada.
Pero Luciano te llevó directamente a esta situación:
desapareció de ese modo…
y después apareció como si nada.
No me parece justo.

Brisa: Quizás…

no lo sé.
Es tan difícil.

Después de todo el dolor que Luciano me ocasionó…
lo elegí de nuevo.
Y de nuevo… herí a Ángel. Otra vez.

Rosalí: Tranquila.
Deja pasar un par de días,
fíjate qué quieres…
y qué vas a hacer con los dos.

Brisa: No creo que Ángel quiera verme después de todo esto.
Rosalí: Sabes que jamás se da por vencido.
Ya vas a ver.
Tranquila.
Todo se va a solucionar.

Brisa: Ok…
¿y ahora qué hacemos?
No quiero verlo a Luciano.

Rosalí: Tenía pensado que caminemos un poco por el pueblo…
y comamos algo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.