Letras de un Adolescente

Desesperación

Al parecer, mi mundo comenzaba a tomar nuevos caminos.
Ya casi olvidándome de Luciano.

Aunque… parecía a propósito.
Porque justo cuando comenzaba a olvidarlo…
él volvía.
Sí, como lo leyeron.
Volvía.

Y esta vez, como tantas otras noches,
golpeó mi puerta.
Le atendí.

Su presencia ya no me sorprendía en lo más mínimo.
¿Qué más daba?
¿Cuántas veces había venido por mí?
Una más que le hacía.

Brisa: Hola, Luciano. ¿Cómo estás?
Luciano: Realmente mal. ¿Puedo pasar?
Brisa: Sí, pasa —ya estaba acá, ¿qué más podía hacer?—. Dime.
Luciano: Realmente estoy mal.
Brisa: ¿Qué te sucede?
Luciano: Melany está embarazada.

¡Wow.!..

Qué noticia, ¿verdad?
Un desastre para mí.
¿Qué debía decirle?
¿Felicitarlo, quizás?

No era una noticia grata.
No sabía qué hacer.

Era increíble.
Su confidencia me cayó
como un balde de agua helada.

Esperaba… no sé,
cualquier cosa menos esto.
¿Un hijo?
Vaya sorpresa.
Ni en mis más remotas pesadillas
podía imaginar algo así.

Brisa: ¿Qué vas a hacer?
Luciano: No sé. No sé.
Yo no quería esto.
No quería un hijo.
No quiero.
No sé qué voy a hacer.

Brisa: Si somos realistas…
hacer, no puedes hacer nada.
Simplemente hacerte cargo.
¿Qué otra te queda?
Luciano: Es que no sé si…
Brisa: ¿No sabes qué?
Luciano: No sé si amo a Melany
para hacerme cargo.
Brisa: No hace falta que te hagas cargo de ella,
si no la quieres. Pero sí de tu hijo.
No queda otra.
Luciano: Te juro que me quiero morir.
No quería un hijo de ese modo.
Brisa: Bueno, Luciano…
Lo hecho, hecho está.
Hacerte cargo
es lo único que te queda.
Luciano: Lo sé.
Pero no sé qué fue lo que pasó.
Brisa: No te cuidaste.
Eso pasó.
Luciano: Melany me dijo que tomaba pastillas.
Brisa: Ya está.
No importa de quién fue la culpa, ni cómo fue. No es tanta ciencia.
Un hijo se hace de a dos.
O sea,50 y 50. No es más que eso.

La madrugada volvió a encontrarnos.
Él no paró un segundo de quejarse:
de cómo era ella,
de lo que lo hacía infeliz.

En fin, como siempre…
pensando solo en él.

"Yo no quise. Yo no quería.
Ella a veces parece que no me ama."

En fin,
el dulce cántico del pobre hombre
víctima de todos.

Quizás, en el fondo,

aún lo veía como víctima.
Y por momentos,
me culpaba por no haber peleado más.
Por habérselo entregado a ella
en bandeja de plata.
Por no luchar un poco más.

Pero esa era la situación.
Volvía a escucharlo.

Y no.

El problema era él.
Siempre será él.

Luciano se despidió.

Luciano: Gracias, hermosa.
Perdóname por llenarte de mis problemas.
Pero siempre fuiste la única que me entendió
y me escuchó.
Brisa: Está bien, Luciano.
No te hagas drama.
Anda tranquilo y vas a ver cómo todo se soluciona. Lo observé
mientras se perdía en la noche.

Ese que amé.
Ese que amo.

Entré.
Esa noche no dormí.

Pensé todo el tiempo en él.
Todavía lograba sufrir por él.

Con la diferencia
de que ahora sabía
que debía poner punto final
a todo.
Y de verdad.

Ya no podía seguir escuchándolo.
Porque…
de verdad duele.
Y duele mucho.

Tenerlo tan cerca de mí
y a años luz de mi vida.

Realmente,
no hay peor cosa
que tener a esa persona a tu lado
y saber que jamás la volverás a tener.

Ya era momento
de acabar,

de una vez por todas,
con todo este mal que él me ocasionaba.

Esta noticia…
fue la más horripilante
y dulce melodía.

Para, por fin,
decir adiós.
De una vez por todas.

Y arrancarlo de mi corazón,
mi cuerpo,
y mi alma.

El tiempo comenzó a pasar de forma extraordinaria, como si alguien jugara con las manecillas del reloj pasando el tiempo veloz, ¡tan veloz! Que parecía mentira que ya había pasado un año desde la última vez que Luciano había aparecido con su gran noticia, desde ese día recuerdo que decidí olvidarme totalmente de él, de todo el daño ocasionado, siempre dejando la puerta abierta para darme esa esperanza para yo no poder realizar mi vida por completo, aunque, aun así con dolor y todo seguí, camine y me levante. Día tras día sanado mi corazón de a poco, pero cuidándome a mí misma con el respeto que me merecía, ya no era una niña, mis 20 habían pasado, ¡tan veloz! Que no me di cuentas, ya mi vida era la de un adulto responsable con trabajo y todo ¡con trabajo! ¿En qué momento se me paso la vida esperando a un hombre que jamás estuvo ni estará? Es momento de olvidar.




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