Mi primer gran amor... Especial, único... Así te llamaría antes de tu fallecimiento.
Aunque quisiera pedirte que te quedaras hoy conmigo, para disfrutar de más momentos juntos, sé que eso ya es imposible... Hoy es tan difícil porque ya no estás aquí.
He pasado tantas noches llorando, encerrada en mi habitación, sin querer olvidarte. Tus recuerdos me persiguen a cada instante: nuestros momentos, nuestras risas, nuestra felicidad compartida. La sola idea de borrarte de mi vida me desgarraría aún más de lo que ya lo hace tu ausencia. Fuiste mi primer amor, mi primer beso... El primero en todo. El gran ladrón de mi corazón, la persona que más amo, que más amé y que más amaré en esta vida. Dejando a un lado a mi familia, tú fuiste ese otro ser que me completó de una manera que nadie más pudo.
Muchos me preguntan cómo estoy y por qué parezco tan descuidada. Y aunque suene trivial, mi aspecto no es lo que más me preocupa. Mi mayor dolor ahora es llorar tu partida, mientras miro las fotos que guardan nuestros recuerdos y releo los pequeños relatos que escribiste en tu cuaderno. Regreso una y otra vez a esos momentos que compartimos, como si al aferrarme a ellos pudiera sentirte cerca, aunque sea por un instante. Por eso, no quiero perder nuestras memorias, no quiero que se desvanezcan con el tiempo, y es por esa razón que comencé a escribir esto.
Quizás nunca llegue a terminar este relato, tal vez nunca lo comparta con nadie. Pero quiero que todos conozcan nuestra historia, porque siento que vale la pena contarla. Quiero que quede en la memoria de aquellos que se atrevan a leerla, y tal vez, aunque sé que no podrá ser, en la de nuestros posibles hijos, esos que nunca llegaremos a tener. Lo que quiero es que el mundo sepa cómo es el verdadero amor, en su forma más pura y bella, una relación sincera, llena de confianza y cariño. No era perfecta, lo sé, pero tampoco era dañina. Era un amor real, honesto, que me llenaba el alma.
Puede que con el tiempo me olvide de algunos detalles, pero no quiero perder esos recuerdos tan hermosos que compartimos. Aunque me duelan y me hagan añorar cada día tu presencia, aún no puedo creer que esto sea real. Siento como si estuviera atrapada en una pesadilla de la que no puedo despertar. Nuestro amor, tan loco y único, fue mi refugio, una bendición entre el caos. Daría cualquier cosa por volver atrás, por repetir cada instante contigo, aunque supiera que el final sería este dolor insoportable.
Si tuviera la oportunidad, volvería a ser esa desconocida que se cruzó en tu vida. Volvería a amarte con la misma intensidad, aun sabiendo el destino que nos esperaba. A veces me atormenta pensar que quizás nunca debimos encontrarnos, que tal vez habría sido menos doloroso. Pero conocerte cambió mi vida para siempre. Fuiste la razón de mis sonrisas, la luz en mis días más oscuros, y aunque ahora solo me quede el vacío, lo daría todo por revivir esos momentos. Valió la pena amarte, aunque el precio sea este abismo que ahora me consume.
Te odio por haberte amado tanto, por haberme dejado con este amor que no sabrás cuánto duele. Y aunque me arrepienta de pensarlo, mil veces más te elegiría, sin importar nada. Aunque fuéramos dos amantes trágicos, desafortunados, pero profundamente amados. Nuestro romance fue como una flor silvestre que, a pesar de evitarla, me encontró, y terminó hiriéndome como una rosa negra.
Muchos no entenderán por qué digo esto, pero existen tantos tipos de amor, y pareciera que todos, de una forma u otra, terminan rotos o heridos. Quizás haya amores que duren para siempre, pero son tan raros... tan lejanos.
A veces, en lo más profundo de mí, sueño con tomar tu mano una vez más y sentarnos a ver las estrellas como solíamos hacer. Pero lo único que me queda hoy son las frías palabras de aquel fatídico día. Palabras que quisiera borrar para siempre, junto con los malos recuerdos, junto con el dolor de tu partida.
Solo quiero recordarte como esa persona brillante, el chico amado por todos, el que siempre estará en mi corazón, aunque ahora solo viva en los recuerdos.
Se que está mal culparse por algo que uno no hizo, pero lo hago, porque yo estaba allí y sentir la impotencia de no poder hacer nada, solo ver correr esas imágenes pasando antes de cerrar los ojos, después escuchar gritos… Por último, un silencio...
En estos momentos desearía poder aferrarme a nuestros recuerdos felices, pero ahora todo se siente tan oscuro que no puedo pensar en otra cosa. No quiero perderte, pero todos dicen que el tiempo lo cura… ¿Es cierto? ¿O solo es un consuelo vacío? No lo sé con certeza, y quizás tampoco importe ya. Lo único que sé es que no llegarás a leer esto, ni a sentir estas palabras que intento volcar en cada página. Mi madre me dio un diario días atrás, y he decidido llenarlo con todo lo que nunca te dije, con las palabras que quedaron atrapadas en mi garganta, esperando un momento que nunca llegó. Este diario será el refugio de esas cartas que no tuve el valor de mostrarte.
Antes de escribir cualquier cosa, quiero que sepas algo: no te odio. Te amo tanto que me consume. Quisiera empezar de nuevo, sin perderte, sin olvidarte, y aferrarme a la promesa que me hago a mí misma: en algún lugar, en algún momento, más allá del tiempo y el espacio, nos volveremos a encontrar. Esa promesa la guardaré en lo más profundo de mi corazón, ese rincón que ahora está vacío, pero que sigue latiendo por ti. Porque aunque te hayas ido, sigues presente en cada uno de mis pensamientos, en cada susurro de dolor que me atraviesa.
La primera vez que abrí el diario, no tenía idea de por dónde empezar. Nunca imaginé que sería tan difícil. ¿Cómo se escribe sobre un amor que ya no está, pero que sigue ardiendo en lo más profundo? Las palabras no salen fáciles cuando el corazón está roto. Es como caminar en la oscuridad, explorando mis emociones más puras y también las más sombrías, buscando las palabras exactas para describir lo que siento.