Ley de Atracción

1. El Millonario

Narrado por Hyacinth

 

—En el mundo solo existen dos clases de personas: las que tragan y las que escupen.

—¡¿De qué rayos me hablas?!

—Quiero decir: las que son valientes y las que son cobardes. Y tú debes ser valiente, amiga. ¡Deja a tu ex en paz y sigue adelante!

—Por eso es que decido seguir mis sueños, no tiene nada que ver mi ex en esto.

—¿De manera mediocre? ¡Puaj! ¿En verdad te crees que vas a vivir de leer libros y escribir historias estúpidas toda tu vida o crónicas absurdas?

—¡Oye, no seas cruel!

Levanto la cabeza y me vuelvo a mi mejor amiga quien me acaba de soltar esas palabras como una bofetada en medio del club en el que hemos venido por unas copas.

Claro que ella bebe alcohol, yo estoy bien con un daikiri frutado sin nada que me haga salir de mis parámetros de conciencia. Mi padre era adicto al Bourbon, de solo volver a sentir el agrio olor del alcohol me da retortijones en el estómago, jamás me acostumbré a su aroma y a los puros que fumaba.

Karina se incorpora un mechón de cabello castaño tras una oreja y me señala con una de sus largas uñas perfectamente cuidadas, de esas que jamás podría yo tener si es que me quiero seguir dedicando a darle duro al teclado.

—A mí no me mires, ya sabes que opino que tienes una capacidad maravillosa para ser la mejor redactora de noticias del mundo si te lo propones.

La miro, con suspicacia.

Se pide otro trago y el mesero me pregunta a mí si se me ofrece otra cosa, pero le señalo que aún me queda la mitad.

—Realmente no sé cómo haré para seguir adelante yo sola con mi carrera—le reconozco—. Soñaba con ser una redactora de noticias exitosa, tener una agencia propia o trabajar en cadenas grandes que me ayuden a ganar experiencia, pero me temo que Sicilia no será un buen lugar para conseguirlo.

—¡Tienes que irte a Roma!—me sugiere. Y sí, ya lo hemos hablado antes—. Sabes que se me rompe el corazón ante la idea de que mi mejor amiga se largue de la ciudad, pero ya que elegiste una carrera de porquería, tienes que demostrarle al mundo que eres capaz de ser la mejor de todas.

Okay, me siento insultada, pero conozco a Karina de toda la vida, nunca se va a andar con vueltas, sé que siempre me dirá la verdad pese a que no me guste, del mismo modo que también agradezco que sea una persona que mantiene la buena voluntad de estar siempre que la necesito.

Ella estudia medicina y le quedan un par de años largos con sus estudios para luego pasar a las residencias, siempre pensé que si pasa menos noches borracha o de fiesta, podría haber acabado antes, pero sí entiendo que su carrera tiene además más años que la mía.

Con dieciocho acabé la escuela y ahora que tengo veintiuno recién cumplidos ya acabé una carrera corta de tres años que me ha dejado contra las cuerdas porque no tengo la menor idea de qué hacer con mi vida.

—No sé si sea capaz de subsistir en Roma—le reconozco.

—Claro, salvo por la parte de que tienes padres ricos.

—Que no quieren que trabaje, mucho menos avalarán la idea de que me vaya de Sicilia—. Quitando el condimento de que mi familia pertenece a una secta criminal de la cual me quiero apartar cuanto antes, no quiero estar más ligada a mis padres y a sus colegas—. Pero tienes razón, si quiero progresar por mi propio mérito, Roma es un buen lugar.

—¿Tienes ahorros? Pídeles unos billetotes y lárgate. Además, tendré a quién ir a visitar cuando me entren las ganas de tomarme unas copitas cerca del Coliseo.

—Si me voy sin decir a mis padres, van a tirar abajo todo. Papá, sobre todo.

—¿Entonces?

—¿Tu hermana no está haciendo residencias hospitalarias en Roma?

—Oh, claro, quizá necesitan cronista en la morgue para que redacte informes del estado de pudrición de los cadáveres.

—Ayyy, suena emocionante. ¿Existe ese trabajo?

—¡Por supuesto que no! Es parte de la labor administrativa del equipo forense, de hecho. A menos que seas novelista de historias criminales y puedas conseguir alguna visita, eso sí puedo hacer.

—¿Tu hermana no salía con un fotógrafo?

—Ese patán. Sigue con él, lo sé.

—Los fotógrafos tienen nexos con agencias de noticias.

Frunce el entrecejo y asiente.

Traen su trago y esta vez me atrevo a pedirle otro del mismo que ya vengo bebiendo.

Mi amiga saca el móvil y me advierte luego:

—Te envié el contacto de ella. No quiero tener noticias del patán que la traicionó y ella le sigue perdonando hasta el hartazgo.

—Gracias, en verdad. Veré qué dice.

—Quédate en su apartamento el tiempo que creas necesario. Y dile de mi parte al fotógrafo, si le ves, que es un verdadero… ¡Oh, caramba!

—¡¿Qué?!—digo, al notar su exaltación.

—¿Tu padre no era el mejor amigo del tal millonario papasito Daddy Ferrari?

—Ejem, sí—digo, alterada. No me gusta saber de esa gente, es peligrosa, no me gusta que los vinculen conmigo, pero Sicilia es chico y fuimos juntos a la escuela en la secundaria con Karina y el hijo menor de los Ferrari. Los dos mayores salieron el año que entramos a la secundaria, por lo que no llegamos a compartir mucho, son seis años mayores que yo, pero la cercanía de nuestras familias me hizo tener que compartir mucho con ellos, al menos, hasta que nuestros destinos universitarios nos separaron.

—¡Se murió!

—¡¿Qué?!

—¡Ferrari murió!—me muestra una noticia en el inicio del móvil.

—Pues, ahí no dice eso.

Vuelve a mirarlo.

—¿Quién? Hablan de él, pero no dice que sea él, déjame ver—le pido.

—Tienes razón. ¡Carajo! ¡Massimo Ferrari murió!

—¡¿Qué?!

Vuelve a mostrarme el móvil.

Massimo es el mayor de los hijos Ferrari junto a su hermana melliza. En la fotografía aparece una mujer joven, Leonardo Ferrari (padre) y el nombre de Massimo en el titular.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.