Ley de Atracción

6. Primer día

Narrado por Hyacinth

 

Voy de pasajera en un coche que pedí por una app (ya no les parece extraño a los de seguridad que me busque un taxi o una movilidad así en lugar de salir con el chofer privado de la familia) hasta el aeropuerto junto a mi madre.

Si papá se entera que hemos salido las dos sin seguridad sería todo un escándalo, aunque una parte de mí ya sabe que siempre hay agentes encubiertos a nuestro alrededor, es la vida que me ha tocado vivir.

Quizá una vez no te das cuenta, una dos o diez porque son realmente buenos y no debo ser la primera a la que mandan a investigar, pero cuando hasta sobrevivido desde el minuto cero con gente a tu alrededor que le vigila y te cuida la espalda, te vuelves una experta.

—Gracias, cielo—me dice mamá, sujetando mi mano.

Yo trago con dificultad y la quito.

Realmente quisiera decirle “de nada”, pero que hayan dispuesto sobre mi vida misma de la manera que lo hicieron no me hace en absoluto bien.


 

Milán es preciosa.

Ya se encargaron de rentarme un apartamento en una torre hermosa tal como me indicó antes mi madre, pero estoy advertida que a veces podría pasarme noches enteras en casa de los Ferrari ya que mi objetivo principal es unir a Massimo con sus hijos y que éste se aleje de las fiestas, sus consumos problemáticos y que se tome su trabajo con calma ya que ambas amigas (mi madre y la de él) llegaron al acuerdo de que si ese idiota se acerca a sus propios bebés que tanto lo necesitan, podrá al fin superar la muerte de su esposa y empatizar con sus pequeños hijos quienes están al cuidado de tiempo completo de su abuela y las empleadas de la casa; cada quien lo lleva a su manera, no puedo juzgar cómo uno tramita la muerte del amor de su vida, pero no me extraña que lo haga porque es un idiota, de chica le decía así “Massimo Idiota” al igual que Karina porque nos jugaba bromas pesadas con sus amigos, era un abusivo que nos cargaba de tontas y le encantaba dar a notar que era más grande, lindo, que las más chicas no podíamos jugar con los más grandes y todo eso. En la adolescencia se comportaba de manera similar cuando nos adentramos en edad de empezar a acercarnos a los varones, hasta que cumplió la mayoría de edad y se fue a estudiar Gestión Empresarial fuera de nuestra pequeña ciudad, en Milán específicamente, donde ahora estoy.

No tengo idea de cómo pudo haber pasado tan rápido el tiempo, él hizo su carrera fundó su empresa, se hizo de una fortuna gracias a la inversión de capitales de su padre y de los socios de su padre y yo…aquí estoy.

De niñera y desempleada como escritora, qué bien.

En cuanto llego al edificio donde está su empresa (es grande, bonito, vidriado, moderno y está en un punto muy codiciado en una zona de privilegio, además de que le da un nivel estético grandioso a la ciudad), me anuncio con la recepcionista quien me advierte que no tiene ninguna cita programada con él.

Parpadeo, aterrada. ¿Cómo es posible?

Me tiene esperando un momento, hasta que se comunica a su despacho y la secretaria de él le advierte que mi cita fue cancelada.

—¿Qué?—le digo a la chica de recepción luego de que corta con la secretaria privada de Massimo idiota.

—Lo siento, no puedo hacer nada.

—No entiende, me vine de Sicilia hasta acá, me tomé un vuelo, renuncié a otro trabajo en Roma donde debía presentarme hoy. No pueden cancelar mi cita, ¿cuál es el motivo?

—Lo siento, en verdad. Quizás aún esté a tiempo de reprogramar su otro trabajo en Roma, pero no hay nada que pueda hacer.

Oh, claro que no puedes, pero yo sí.

Le llamo a mi madre, quien se comunica con la madre de Massimo y en asunto de menos de cinco minutos me anuncia la chica que puedo subir.

—Gracias—le digo, comprendiendo que solo hace su trabajo.

Una vez que llego al último piso donde es la oficina de él, la secretaria privada ya me espera con una enorme sonrisa en el rostro.

¿Creías que las secretarias bonitas de los altos ejecutivos solo se ven en libros y películas? Error, son una realidad de una belleza y piernas largas envidiables.

—Buenos días, señorita. El señor Ferrari la verá ahora.

¿Y también creías que esas frases solo aparecían en los libros o en las películas?

 




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