Ley de Atracción

9. ¡Sorpresa!

Narrado por Hyacinth

 

Son dos, muy parecidos y ¡para colmo les visten iguales! Pobrecitos. La diferencia llamativa es que uno tiene los ojos oceánicos del padre, de un azul intento muy bonito mientras que el otro tiene ojitos verdes como la madre. La he visto en las fotos que abundan por toda la casa de Beatrice con las criaturas, se nota que les amaba con todo el alma.

Todo lo que sé es que la asaltaron luego de que hacía unos trámites y la mataron a quemarropa, con sus hijos en la parte de atrás del coche.

¿Se llevaron algo? No tengo idea, pero no tiene perdón lo que le sucedió. Era de esperarse que sea blanco de una situación como esta, siendo una figura notoria, nada menos que la esposa del dueño de canal más importante en medios de comunicación masiva de toda Italia. Expuesta siempre, pero la entiendo cien por ciento si decidía no lidiar con la pesada custodia.

Luego de alimentar, cambiar y arropar a los niños al igual que darme un pase por el cuarto observando las fotos y la decoración, me ubico junto a las cunas para cantarles una canción con suavidad hasta que quedan profundamente dormidos los dos.

Se portan bien, aunque claro que han llorando durante el día, dos criaturas llorando al mismo tiempo son un poco nocivas para los tímpanos, pero le dan una vida inigualable a este hogar un tanto moderno.

—Dulces sueños, amores—les digo tras terminar mi canción.

Y una idea aparece en mi mente.

Una “maravillosa” idea.

Podría tomarles una foto y mostrarle a Massimo, pero ¿por qué no mejor él viene a verlos? Son sus hijos, debe entrar en contacto con ellos.

Busco el biberón que les di antes para llevarlo a la cocina y, de camino, me meto en el pasillo principal de las habitación para dar con la habitación matrimonial principal.

¿Cuál será?

En medio de mis dudas es que la respuesta acontece casi por arte de magia.

O por arte de jadeos y quejidos.

—¿Pero qué rayos…?—farfullo, deteniéndome frente a una puerta que está mal cerrada. O que parece que la intentaron cerrar con demasiada prisa, porque deja filtrar información desagradable al otro lado.

No puede ser.

¡Es Massimo y está acompañado de otra chica! Este tipo realmente es increíble, un caso perdido, no puede ser que haga esto, no tiene rumbo definitivamente.

Indignada intento retroceder, pero no me he dado cuenta que el biberón se me ha caído en la alfombra y al dar un paso hacia atrás lo piso y me estrello de bruces contra la puerta de adelante empujándola y abriéndola de par en par.

—¡AAAH!—escucho los gritos de una chica en cuanto caigo de rodillas y con las manos afirmadas en la alfombra de la habitación de Massimo hacia adelante.

No quiero mirar.

No me quiero poner de pie.

No quiero levantar la mirada.

¡No puedo verles a la cara!

—¡¡Hyacinth!!—me grita él—. ¡¿Qué demonios haces aquí?!

 




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