Narrado por Hyacinth
La mañana se me pasa muy rápido, pero cada movimiento que hago parece ser una amenaza contra mi integridad porque temo hacer algo mal y que me quieran sacar de patitas a la calle. La labor que me asignan es la misma que podría hacer el chat GPT y se trata de elaborar encabezados llamativos para la publicación de las noticias. Me están probando, se supone que estudié Redacción, una carrera universitaria de tres años, aunque el chico que me enseña tiene diecinueve e hizo un curso de tres meses, es el “Copywriter”.
Es insoportable, egocéntrico, pero al ver la cartera de logros que reúne, encabezan cinco de las diez noticias con más visitas que ha tenido históricamente el portal.
—Debes de valer oro para esta empresa—le digo, al notar los ranqueos de competitividad luego de pasarle algunas opciones en los encabezados y cuerpos de noticias que me pidió con anterioridad
Mientras él las revisa, me contesta sentado en su sillón gamer, sin quitar la vista de la pantalla de su móvil donde acabo de enviarle el material vía discord.
—¿Por qué lo dices?
—Vi el ranking de mérito en visitas.
—Los ranqueos de mérito están sobrevalorados, pero mantienen seguro mi trabajo al menos un mes más.
—¿Un mes más?
—El trabajo cien por ciento seguro no existe, tampoco ese en el que te playas jubilar. ¿Te crees que pretendo jubilarme en esta empresa?
Parpadeo, asombrada por su manera de pensar.
—Vaya. Creí que te gustaba este trabajo.
—Lo amo. Y esta empresa es fabulosa, lo cual no significa que algún día no vaya a tener la mía propia y cotizará más alto aún que esta.
Ya lo dije yo, un ególatra.
Además, se oye muy decidido cuando habla, es asombroso que incluso tenga menos de veinte años de edad.
—¿Seguro que tienes diecinueve?—le pregunto.
—¿Por qué lo dices?
Esta vez sí me mira.
—¿Por qué lo preguntas?
—Porque tienes una ambición muy grande.
—¿Acaso tú no?
Buen punto.
—¿No temes que este negocio pueda ser reemplazado por Chat GPT o Inteligencia Artificial?—le pregunto.
—El pan de cada día, siempre aparece una nueva noticia que pone en peligro el empleo de alguien más.
—¿Y?
—Por supuesto que seremos reemplazados por algoritmos. Tú también.
—Gracias, se lo diré a la universidad en la que estudié. Oh, por cierto, ¡ya lo saben! Y aún así no piensan actualizar los programas de estudios.
—Ya ves por qué no elijo estudiar en ninguna universidad sino remoto y no formal—asegura él, sonriendo y bajando el móvil para regresar a su computador—. Usa la segunda de las opciones que me enviaste. Eres buena. Pero puedes mejorar, te compartiré un curso que te hará crecer como copy.
—Yo… Yo no quiero ser “copywriter”, no quiero títulos ni epígrafes, quiero encargarme de hacer buenas noticias.
—Eso está infravalorado, además eres buena en esto otro. Hazme caso y no lo desperdicies, además es solo dos veces por semana el cursado.
Asiento.
Y suspiro.
—Listo—asegura—. Pediré que usen la segunda de las opciones en esa noticia y que cubran con blureo el rostro de la actriz escandalosa.
—Bien—le digo al chico y no puedo evitar preguntarle algo más antes de retirarme a almorzar para luego pasar a mi empleo cuidando a los bebés—. Por cierto, ¿realmente te llamas Neon?
Él esboza una risita y luego me la devuelve:
—¿Y tú realmente te llamas Hyacinth? Por cierto, es muy largo, búscate otro modo.
—¿Me estás…?
¿Insultando?
Trago grueso.
No. Habla en serio.
—Mis amigos me dicen Hya.
—Me gusta. Un gusto, Hya. A las 23:59 se publican las noticias y a las 00.15 ya tendrás las primeras mediciones. ¿El resto de la nota la escribiste tú también? ¿Está aprobada por el departamento de Stotyteller y Grammar?
—Sí—. Mis labios forman una delgada línea al recordar que esos departamentos también son cursos de tres meses y que mis supervisoras tienen dieciocho y veinte años.
Jamás creí que a mis veintiuno me sentiría un vejestorio.
¿Es esto lo que buscan las empresas? ¿Mano de obra joven, talentosa, sin formación académica y barata? Bueno, baratos no son, tienen un rango en su trabajo de redes que encarecen el caché.
Uno con el que no cuento. Tendré que dejar de ser un ente anómino y mera espectadora en mis redes sociales si pretendo escalar.
—Gracias, Neon.
—Éxitos, Hya.
¿Doce quince de la noche? ¿Tan pronto?
Bueno, tiene sentido.
Los primeros quince minutos son cruciales porque todo el mundo del ámbito de noticias comienza a rastrear qué tienen los demás y marcan tendencia de lo que tendrá mayor importancia al día siguiente.
En teoría, trabajan toda la noche.
Al regresar del cuidado de los bebés, me he hecho una sopa crema calentita en la cocina, luego me pongo con un café frente al computador y me dispongo a tomar nota antes de dormir. Cuento los minutos hasta que se hacen las doce quince y el ranqueo de las noticias más populares del día se actualizan exactamente en el horario que me comentó antes mi nuevo supervisor de copies, Neon.
Y quedo boquiabierta.
Por dos
—¡¿Qué?!
Prácticamente salto de la silla al ver que la nota que yo escribí está en segundo lugar.
“¿Quién es la escandalosa actriz que interpretará a Valeria en la adaptación del exitoso libro Amo Guerrero?”
Pero la noticia que encabeza el ranking me arranca el alma y la estruja con fuerza…
“Ni accidente ni robo: Se confirma que el asesinato de Beatrice De Ferrari fue un ajuste de cuentas.”