Lía y Eríck una coincidencia deliciosa

Lía y Eríck una coincidencia deliciosa capítulo 3

Lia y Érick Capítulo 3: Conversaciones entre pedidos

Erik no durmió mucho esa noche.
No porque estuviera pensando demasiado...
Bueno, sí. Justo por eso.

Estaba inquieto, nervioso, emocionado y confundido. ¿Qué significaba que Lía le hubiera dicho "vuelve mañana"? ¿Era una señal? ¿Era solo cortesía? ¿O era una forma educada de mantenerlo a raya?

No tenía respuestas.
Solo tenía una certeza: iba a regresar.

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Cuando llegó a Golden Bite, el lugar estaba menos lleno que los días anteriores. El sol entraba por los cristales con una luz cálida, y el ambiente se sentía más tranquilo.

Lía estaba acomodando servilletas cuando lo vio entrar.

—Hola —dijo ella, levantando la mano en un saludo tímido, casi escondido.

A él se le iluminó el rostro.
Literalmente.

Se acercó al mostrador tratando de actuar normal... sin lograrlo.

—Hola, Lía. Eh... volví.

—Me di cuenta —sonrió ella, divertida—. ¿Qué quieres hoy?

—Lo mismo de ayer. Pero... ¿podemos hablar un poco, si no estás muy ocupada?

Lía miró alrededor.
El local estaba casi vacío.

Podía darse ese pequeño lujo.

—Claro -respondió finalmente—. Pide algo para llevar y te acompaño afuera un momento, mientras no haya clientes esperando.

Erik sintió que el corazón le dio un salto.

Pagó rápido y, cuando ella le entregó el pedido, Lía salió por la puerta lateral, la que usaban los empleados en sus descansos.

Afuera había una pequeña banca de madera. Se sentaron uno al lado del otro, aunque con un espacio prudente entre ambos.

—Entonces... —comenzó Lía—. ¿Por qué estabas tan distraído ayer?

Erik dejó escapar una risa suave, nerviosa.

—Fue un mal día en general. Trabajo, problemas personales... supongo que estaba saturado.

—Lo siento -dijo ella, de forma sincera—. A veces los días pesan más de lo que uno quiere.

—Sí... pero tú fuiste como... un respiro. —Erik se quedó callado tras decirlo—. Perdón, suena raro.

—No —negó Lía, moviendo la cabeza—. Suena... bonito.

Erik la miró, sorprendido.
Lía rara vez decía algo tan directo.

Ella bajó la mirada, jugando con la esquina de su delantal.

—¿Sabes? -continuó—. Hay clientes groseros, cansados, apurados... y luego estás tú. No sé si eres torpe, amable o las dos cosas, pero... —sonrió —me caes bien.

Erik sintió que el aire se le atascaba en la garganta.

—¿En serio?

—En serio.

Hubo un silencio incómodo entre ellos.

El viento movió el cabello de Lía, que ella intentó colocar detrás de la oreja. Erik la observó sin querer, admirando la forma en que la luz del sol hacía brillar sus ojos.

—Bueno... -dijo ella, poniéndose de pie—. Debo volver adentro. Si me tardo, mi jefa me mata.

—Claro —respondió él, poniéndose también de pie.

Antes de entrar, Lía se giró hacia él.

—Vuelve mañana, si quieres. Podemos hablar otro poco.

Erik sonrió como un idiota enamorado.

—Voy a querer.

Cuando la puerta se cerró detrás de ella, Erik se quedó afuera un momento, respirando hondo.

Sí.
Definitivamente estaba enamorándose.

Y Lía... por primera vez en mucho tiempo... sentía curiosidad por alguien.




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