Libro 7: La formación y creación de un nuevo hogar

Un recinto único

Keslofp Nífip

(Época del nuevo comienzo)

El proyecto lo inició Kijuxe, cuando apenas comenzaron los trabajos de los espíritus de la naturaleza en los tres astros menores.

Guirn siempre había deseado que los ótbermins que vivían afuera del reino de Nusueri, pudieran contemplar los paisajes del planeta luminoso; así no tendrían que esperar hasta su muerte para poder hacerlo. Se le ocurrió la idea de apartar un extenso territorio en cada planeta y ahí encargarle a los espíritus y esencias copiar una sección, de los tantos paisajes coloridos de Nusueri.

Apenas planeaba dar las órdenes, cuando la deidad única y suprema lo detiene; le advierte que es una mala idea, recomendándole que solo lo haga en el planeta Persua Ifpabe. Cumpliendo la voluntad de la entidad excelsa suprema, Húnem decide formar una isla verde, casi llena de un bosque frondoso. El trabajo se realizó clandestinamente, debido a que Kijuxe no quería que Madogis se enterara de esto; al final bautiza al lugar con el nombre Keslofp Nífip (paraíso personal).

Llega el día de la conquista por parte de los ótbermins, día que iniciaron todos los calendarios de los habitantes en los tres planetas  principales, porque fue el día en que llegaron a sus nuevos hogares. Meses después, en el planeta Persua Ifpabe varios epsuolimfs propagan un chisme acerca de un lugar sagrado, donde solo los más puros de corazón pueden entrar; los coeflhóms no tardan en enterarse de estas noticias, pasándole el recado a su dios.

Enojado y celoso de que su némesis tenga un paraíso personal en el astro de Persua Ifpabe, Madogis ordena a sus soldados que destruyan tal lugar. Actuando rápidamente, Kijuxe envía a los jócsolfus que ha reunido a Keslofp Nífip, ordenándoles protegerlo a toda costa.

El bosque Keslofp Nífip ha permanecido intacto, mostrando sus vivos colores. Muchos llegan cada año, ya sean ótbermins o faipfems, intentando pasar y disfrutar de este jardín privado; pero la mayoría no puede hacerlo. Solo las almas más puras pueden pisar el pasto sagrado. En el caso de que logren hacerlo, tienen dos opciones: pasar el resto de sus días en ese lugar, o ir a la montaña Tulbái para resolver las dudas que tengan.

Si eligen vivir en el bosque, vivirán hasta los mil años, gozando de los privilegios de no sufrir por el hambre, sed u oxígeno. Al final de ese milenio, sus cuerpos se extinguen y renacen en cualquiera de los tres planetas menores, olvidando todo recuerdo de su vida pasada; si por azares del destino se enteran otra vez de este paraíso e intentan regresar a la isla sagrada Keslofp Nífip, ya no serán bienvenidos.

En cambio, si los visitantes solo quieren ir a la montaña Tulbái, la historia es diferente.

Todas las necesidades que requieren los animales y las plantas son solventadas por espíritus especiales, llamados exrrons.

 

Exrrons

(Época del nuevo comienzo)

Espíritus verdes flotantes que ayudan a la flora y la fauna del bosque Keslofp Nífip a sobrevivir; les ayudan en lo que pueden, incluyendo el suministro de agua necesario.

Cuando están en movimiento, adoptan la forma física de vapor verde; cuando permanecen inmóviles, adquieren la forma de una llama de fuego verde.

 

Tulbái

(Época del nuevo comienzo)

Montaña que se encuentra en el bosque Keslofp Nífip.

En este lugar se puede hacer contacto con Kijuxe; pero únicamente se podrán comunicar con él, ayudados por un epsúolhimf intermediario.

Una vez resueltas las dudas, los visitantes tienen que retirarse de Keslofp Nífip para seguir con sus vidas. El dios Guirn no puede resolver cualquier duda banal que llegue; tiene que ser un acertijo complejo. Cada habitante, posee un número limitado de preguntas; las cuales, solo puede responder Kijuxe.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.