Libro 7: La formación y creación de un nuevo hogar

Enciclopedia transdimensional “Cóvniem”

Trabajo hecho en un principio por un ótbermin, durante el periodo de la manifestación.

Basándose inicialmente en “Las leyes de Nusueri”, el residente escritor añade los nuevos acontecimientos que han ocurrido. Al final de la enciclopedia, añade toda la historia que había sucedido hasta ese momento, terminando con los primeros trabajos para levantar la ciudad de Kinrsátemip Exrsap. Insatisfecho por la forma en que acaban sus escritos, el ótbermin se empieza a preguntar varias dudas que tiene, llegando a la pregunta clave.

Llama a algún vouc cercano, siendo Neultak el primero en llegar.

—¿Me llamaste? —pregunta el dios primigenio.

—Sí lo hice. Tengo una pregunta que hacerles —responde el ótbermin.

Sin esperar a que aparezcan los demás, realiza la pregunta.

—¿De dónde vienen?

En esos instantes aparece Écsejen, quien ha alcanzado a escuchar la indagación.

—¿A qué te refieres? —pregunta ella.

—A según las historias de “Las leyes de Nusueri”, ustedes fueron los primeros en llegar a este planeta, mas nunca nos dijeron su lugar de origen. Nuestros antepasados le preguntaron esa duda al dios Wiegmr, mas él nunca la respondió.

—No puedes tener ese conocimiento. —Es la respuesta que da Neultak.

A pesar de la insistencia del ótbermin, el ócneim no responde otra cosa.

—¿Por qué no debo poseer esa respuesta?, ¿no soy lo suficientemente inteligente para entenderlo?

—El raciocinio que tienes, nada tiene que ver con la duda que deseas resolver.

Dice la voz de Kijuxe, que se escucha por todos lados.

—Esa información, tú no la podrás obtener; solamente uno de tus descendientes la recibirá. Hay que esperar el tiempo adecuado, pero no lograrás vivir el lapso requerido.

Aceptando la respuesta del monarca omnipotente, el ótbermin regresa a su vida cotidiana.

En los primeros 200 años de la época del nuevo comienzo, uno de los tantos re tátara nietos que tuvo aquel ótbermin, es llamado por el mismo Kijuxe. Ya en la presencia del dios omnipotente, le da la noticia que por fin podrá terminar la enciclopedia especial, empezada por su re tátara abuelo; en especial, esa duda que nunca pudo ser respondida.

—Aunque hay un ligero problema —le dice Guirn al ótbermin.

—¿Cuál? —pregunta aquel.

—Si yo o alguno de los voucs te dicta para que tú escribas, no podrás entenderle y no sabrás que escribir; pero ya he solucionado ese problema —anuncia feliz Húnem—. Ven, vamos a la ciudad.

Ya afuera de su palacio, Kijuxe se dirige con el primer tísegop que alcanza a ver.

—Hijo —le dice el padre celestial cuando se acerca—, quiero encargarte un trabajo especial.

—Lo que usted ordene, excelencia —responde el habitante de la ciudad sagrada, mientras realiza una reverencia—. ¿Qué quiere que haga?

—Voy a dictarte algo muy importante, pero quiero que lo escribas en un lenguaje muy simple; lo suficiente para que los ótbermins puedan leerlo y comprenderlo.

—Sí señor.

Encogiéndose de tamaño, Kijuxe acompaña al tísegop hasta su hogar junto con el ótbermin. Con todos los elementos listos para escribir, Guirn empieza a dictarle a uno de sus hijos; revelando la vida pasada de los voucs.

Los ócneims son viajeros que han visitado otras dimensiones y otros universos. Cuando Kijuxe apareció, obtuvo esos conocimientos en el primer instante; también adquirió el poder suficiente para poder transportarse a esos lugares distantes.

Básicamente esa es la explicación que da Kijuxe.

—Listo —expresa el dios luminoso.

—¿Ya está terminado el libro? —pregunta el ótbermin.

—Aún no; falta un detalle.

Tomando las hojas con sus manos, Kijuxe se aleja de Nusueri, llegando al planeta Persua Ifpábe; ahí llama a Tevfocpu para que se encuentre con él. El dios oscuro no tarda en aparecer.

—¿Ahora qué quieres? —pregunta Madogis.

—Necesito que completes estos escritos con tus memorias: desde que llegaste hasta cuando creaste estos tres astros.

—¿Por qué? —inquiere Tevfocpu sin entender nada.

—Necesito que los ótbermins conozcan toda la historia completa. Cuando termines, encárgate del encuadernado; pero no utilices polvo rupmohe. Usa materiales comunes y corrientes.

Encargado el trabajo, Madogis regresa a su reino, empezando a escribir inmediatamente. Al finalizar, les encarga a varios coeflhóms la tarea del encuadernado. Debido a que en Ómdipnuc no hay vida (solo rocas), los vasallos de Tevfocpu no tienen materiales para fabricar las cubiertas; así que deciden ir a cualquiera de los astros menores, donde los espíritus de la naturaleza están trabajando arduamente. El equipo de trabajo se traslada a Sepnaru, donde escogen al primer árbol que encuentran para fabricar las cubiertas; le piden permiso a los espíritus florales para sacrificar al habitante del bosque; ellos les permiten hacerlo.

Mientras trabajan, un epsúolhimf (que está de paseo) llega con los coeflhóms.

—Hey, ¿qué están haciendo en las tierras de Kijuxe? —pregunta el profeta, un poco incómodo.

—Es un encargo especial de Madogis —contestan los vasallos, sin distraerse de sus labores.

—Nosotros no tenemos la culpa que nuestro hogar esté muerto —responde otro coeflhom, siendo el único en voltear.

Intrigado por saber qué pasa, el epsúolhimf espía por sobre los hombros de sus enemigos, observando como acaban de darle los últimos retoques a la cubierta del libro: son tres tablas delgadas las que conforman la cubierta, contracubierta y el lomo. Un largo hilo grueso, el cual pasa por muchos agujeros de la cubierta y contracubierta, mantienen las hojas y el lomo en su lugar.

—¿Un libro? De seguro son instrucciones para formar más qumksos y nuevos seres —asegura el profeta, alejándose un poco.

—Madogis no es tan tonto para dejar información al descubierto, y mucho menos nosotros —dice un coeflhom.




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