Limit Breaker: Tokyo Dungeon

Capítulo VIII: Encadenado a lo inevitable

Los Cuchillas Rojas, una organización dentro del grupo de los infames Gurkas nepaleses, es la fuerza asiática más letal e indigna dentro del mundo de los cazadores. Sus miembros son entrenados con tal brutalidad y crueldad que, de 100 reclutas, secuestrados y obligados a ser parte de este grupo, al menos 5 se gradúan y los demás mueren en el camino o son asesinados por sus propios maestros o compañeros en prácticas de combate.

Aquellos graduados serían considerados como “Danaba”, título otorgado a los que acabaron su entrenamiento final pero no obtuvieron su primer asesinato ni misión completa, al menos no aun y con eso también el sello caliente de la organización en el cuello, espalda o pecho según si era mujer u hombre. Practica que aún se conserva para mostrar la paciencia y la lealtad al grupo.

Sus misiones siempre fueron de las más selectivas. Tratándose de los Cuchillas Rojas, la elite de los Gurkas, cada misión era una manera de conseguir fama, gloria y por, sobre todo, mucho dinero y por eso no dudaban en rechazar a aquellos que no le dieran lo que querían.

Nadie sabe cuándo es que surgió este grupo tan infame y violento, pero sí que la motivación fue el hecho de que con el despertar de algunos de sus miembros el caos empezó a reinar entre sus filas, haciendo que aquellos con habilidades mágicas masacraran a cientos de compañeros por codicia o supervivencia, da igual la razón, el tener un poder más allá de la comprensión humana fue suficiente para torcer la balanza.

Durante las décadas siguientes, el poder que habían conseguido con sus trabajos para naciones poderosas como Inglaterra, Francia, Canadá, Rusia, o la misma Estados Unidos, se acabaría esfumando con las luchas internas, creando así una época oscura que acompañó al país mismo y su creciente crisis económica y política bajo la dictadura militar que gobernaba en aquel entonces.

Inclusive los más veteranos se plantearon separar a sus grupos de la organización, planteándose así una suerte de desmembramiento de los Cuchillas Rojas. Sin embargo, alguien de entre las zonas más humildes surgiría para poner fin a la crisis que había durado casi 30 años y solo era una chica joven, de apenas 18 años, sin conocimiento de nada apenas tenía la primaria y tuvo que abandonar la secundaria para ayudar a sus padres en el campo.

No obstante, la tragedia la hizo llegar a las puertas de la organización, sus padres fueron víctimas de las luchas internas entre los Gurkas y así perdieron sus vidas.

La chica, quien nunca había salido de la granja de sus padres en la parte más baja de la montaña, se presenta en la puerta del centro de poder Gurka, con ropas modestas casi en harapos, cabello sucio y largo, mirada perdida y triste, pero con un aura inusualmente hostil que hizo que cada guardia le negara el paso y pusiera sus armas contra ella.

Sin embargo, esto no fue suficiente para que ella masacrara a casi la totalidad de los nepaleses comunes y sometiera a los despertados con extrema facilidad. Después de eso es nombrada líder absoluta, cambiando su desconocido nombre a Indira Bista, y se colocase como una de las cazadoras más mortíferas de Asia, por debajo de los altos rango que corresponden en aquel continente.

Durante los escasos años siguientes, mantuvo las tradiciones, reordenó a los diversos grupos, reunificándolos de nuevo bajo asesinados en masa e intimidación, y catapulto a los Cuchillas Rojas, mudando la sede de su poder, otorgándole más fama y prestigio como nunca y haciendo lo que quisiesen sin cuestionamiento. Robando mazmorras a cualquier gremio, matando cazadores cuando se podía, secuestrando y violando, según Indira, “los negocios son negocios no importa donde fuera”. Con esa mentalidad, su visión del mundo es absoluta y con ella cualquier empresario estaría dispuesto a negociar, aunque tuviera que otorgar la mitad de todo el capital económico que poseen.

Los empresarios que llegan para entablar negociaciones por los servicios de los Cuchillas se reúnen en la sala principal donde decenas de guardias cuidan las puertas y entradas, donde se les sirve platillos tradicionales del país como el dal bhat, comida hecha a base de arroz y curry, verduras y carne especiada con una variedad de ensaladas. Muchos de los invitados quedan maravillados con su sabor y halagan tal decisión a Indira:

Jean-Pierre: “Esta comida es deliciosa señorita Bista”

Indira: “Muchas gracias señor Jean-Pierre”

Claudio: “Señorita Bista, quisiéramos iniciar con…”

Indira: “Si, claro. No lo he olvidado” — responde con una sonrisa disimulada — “bien” — golpetea con su cuchara la copa frente a ella para llamar la atención de los invitados — “espero que la cena les sea agradable. Lo justo es comenzar con esta reunión de negocios. Entiendo que cada uno de ustedes, 7 empresarios de los más próspero del mundo quiero contratar a mi organización para diversas actividades. Ahora bien, sepan que somos selectivos en lo que haremos por lo que deben convencerme”

Al decir eso los empresarios se miran entre sí para ver quién es el primero. Por alguna razón se sienten muy intimidados ante la joven líder de los Gurkas pero todo sea por el bien de la compañía que comandan:

Jean-Pierre: “Seré el primero”

Indira: “Me parece bien. Entonces le cedo la palabra a Jean-Pierra Duport, presidente de la compañía de transporte de Francia”




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