El zorro, un mamífero depredador caracterizado por sentidos extremadamente finos y sigiloso a la hora de atacar a su presa. Muchas veces acecha a su comida entre la maleza y ataca sin que se den cuenta. Esto hace que reciba el apodo de “la diminuta muerte silenciosa.
Sin embargo, algo que muchos ignoran o no saben es que existe una rivalidad increíblemente peligrosa entre este pequeño animal con otro, retorcido y venenoso, la familia viperia o serpientes.
A lo largo de la historia de la evolución, se ha presenciado un sinfín de rivalidades entre animales, leones contra hienas, cocodrilos del Nilo contra chacales, lobos contra osos y así sucesivamente, pero la existencia de una tan bestial y cruel como la de los zorros contra las serpientes es casi una historia de terror y es que la noción de peligro entre ambos animales no tiene si quiera lugar para la imaginación.
Aun con tal historial de conflicto, el zorro había perdido mucha de su frialdad ante tal enemigo y hasta la agresividad se convirtió en sumisión, humillación y escape. Todo por la supervivencia del débil y esto se ha sentido como el orgullo siendo pisoteado.
Desde el punto de vista evolutivo, muchos biólogos aseguran que el zorro ya no representa rival para las serpientes y mucho menos para las cobras, lo que lleva a apartarlo del grupo de animales rivales para la familia viperina. Lo cual es un grave error aun en circunstancia en las que las mazmorras, magia y los yokais existen en el mundo humano.
Kyubo ataca a los lacayos de Hetasi con sus filosas garras, desmembrando, cortando, y decapitando sin piedad pese a verse abrumado por la intimidante presencia de tal enemigo y su capacidad para fundir terror:
Hetasi: “A pesar de estar rodeado continúa atacando y su velocidad aumenta cada vez más” — mira mientras sus subordinados caen uno tras otro — “¡¿Qué esperan?! ¡mátenlo imbéciles!” — ordena enfurecida
Cuando Hetasi se da cuenta, Kyubo se abalanza sobre ella y le da un puñetazo en el rostro con tal fuerza que la arroja contra un enorme árbol y parte su tronco a la mitad con el cuerpo:
Kyubo: “Haaaa, haaa” — jadea, agotado por el enorme esfuerzo de haber eliminado a todos los lacayos de la reina Viperina — “no dejo de temblar, me duele el cuerpo y siento puntadas en la cabeza. Aun así ¿Por qué me siento tan bien cuando peleo contra ella?” — se pregunta mientras observa sus temblorosas manos
La sensación de victoria se apodera de él y sin escrúpulos vuelve al ataque mientras la yokai se encuentra en el suelo.
En medio del ataque desde el aire, la cola de ella se envuelve en Kyubo y lo avienta varias veces contra el suelo, golpeado su cuerpo con tal violencia que un humano sufriría la destrucción de varios huesos y hasta órganos afectados.
Para el 10mo impacto lo arroja varios metros hacia la casa abandonada, golpeando su cuerpo contra el muro creado por él mismo para el horror de Ichika, quien intenta abrir la barrera y ayudarlo:
Ichika: “¡Yujin, rápido, tenemos que apurarnos!” — le dice, llorando
Yujin: “E-Eso intento, pero es una barrera demasiado poderosa y no estas en condiciones de abrirla sola”
Ichika: “Por favor, Kyubo no sigas, te estás haciendo daño” — le pide mientras intenta canalizar su magia para poder crear una abertura lo suficientemente grande como para pasar
Kyubo se pone de pie como puede, sintiendo un enorme dolor que podría hacerlo gritar de agonía, pero frente a ella no hay motivo para hacerlo. Solo da unos pasos y voltea a mirarla con una sonrisa:
Kyubo: “Tranquila, ya casi la tengo”
Ichika: “No, no es así” — no le cree por su sonrisa fingida
Kyubo: “Confía en mi ¿sí?” — regresa su mirada a la yokai
Esto es algo que sorprende inclusive a la reina Viperina, con su orgullo de yokai al ver a los humanos débiles como simple comida y seres despreciables al ser meros mortales y frágiles. Ninguno puede estar frente a ella ya que se considera como el pináculo de los suyos, excepto Leza a quien ve como la mujer más asombrosa y digna de su respeto en todo el universo que existe. De igual manera ve como peligroso a Kyubo, por algún motivo la obliga a elevar su guardia por su ataque de hace momento.
No basta con el juego mental que inclusive hace efecto, hay algo más, algo que ha pasado por algo, pero se encuentra en lo más profundo de su especie como si estuviera arraigado en el ADN por instinto o cuestión evolutiva:
Hetasi: “Por algún motivo siento que debo matarlo sea como sea. Esta sensación” — cruje sus dientes y observa fijamente al yokai — “no puedo simplemente jugar como si fuera comida. Se tiene que pudrir en la tierra y desaparecer como polvo de maná. Ese maldito yokai debe morir rápido” — añade nerviosa
Kyubo: “¿Qué pasa reina? ¿sientes miedo de mí? No puedo culparte, ya que tengo mis armas preparadas para eliminarte. Tan solo espera”
Hetasi: “¿Miedo de ti? ¡jajaja! No seas ridículo. Eres solo una basura incompleta. Mírate, no eres ni la mitad de lo que tendrías que ser, todo porque no eres un yokai completo”
Kyubo: “¿Qué? ¿de qué hablas?”
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Editado: 06.10.2024