El hospital se colapsa ante la enorme cantidad de miembros de los yakuza que voluntariamente protegen a Ichika. En el tiempo que lleva bajo la protección de Nekomina se ha ganado el cariño y respeto de todos dentro de la organización por lo que una marea de personas en su mayoría cazadores vigila celosamente cada pasillo, esquina que haya y a cada persona que pase por la puerta y cuerpo médico.
Durante 5 días, Ichika permanece en estado reservado en una de las mejores habitaciones del lugar. Pulcra, con cuidados constantes y los tratamientos más avanzados para cazadores y portadores de magia. Solo Kyubo se encuentra junto a ella en una silla y a un costado para cuidarla y procurar que nadie se le acerque sin que lo permita. Su mirada no la aparta mientras que sus sentidos aumentan para impedir que algo ocurra sin que lo sepa mucho antes.
Mira hacia la mesa de luz las frutas que había traído Nekomina por la mañana y toma una manzana la cual empieza a cortar en partes muy equilibradas y cada pieza la coloca sobre un plato apoyado allí mientras que Ichika sigue en sus pensamientos, rogando porque despierte y sea todo un sueño. El yokai intenta distraerse al cortar las frutas para que cuando Ichika despierte pueda disfrutar de tal saludable alimento, como si fuera una manera de auto consolarse de que todo estará bien.
La desesperación surte lentamente efecto hasta hacerlo caer de rodillas en el suelo. Toma su mano y la coloca en la frente, implorando porque despierte. En el instante en que termina de rogar y guardar silencio, uno muy breve, las plegarias son escuchadas por un dios, quizás misterioso porque la mano de Ichika se mueve con pequeños espasmos hasta que abre sus ojos. Kyubo la mira y sonríe entre lágrimas mientras ella también hace lo mismo:
Ichika: “H-Hola…Kyubo…” — dice con dificultad y la boca seca. El dolor en su cuerpo ha desaparecido y solo unos leves pinchados en brazos y piernas quedan de esa fugaz demostración del verdadero potencial de ella
Kyubo: “Que bueno tenerte otra vez” — dice entre lágrimas mientras la envuelve entre sus fuertes brazos
Ichika: “E-Es muy cálido ser abrazada por él” — piensa
Al enterarse del despertar de la joven, todos los yakuzas expectantes que se encuentran afuera empieza a gritar, saltar y festejar muy emocionados y felices, empatizando con ella como si fuera una hermana menor. Estar varios días postrada y con varios cables conectados para que le den soporte debido a su enfermedad es suficiente como para dejarla agotada.
Nekomina se acerca a la habitación. A pesar de ser consciente de que necesita descanso, el impulso maternal que prioriza su salud la obliga a tomar la perilla y girarla para ir a verla:
Nekomina: “Hola” — se acerca a la cama donde se encuentra Ichika recostada y hablando con Kyubo, así como ambos hijos de la líder yakuza. Al verla, los niños abrazan a su madre y se despiden para ser llevadas a casa por Tomoyo — “Lamento los problemas. Espero que no te hayan agotado” — se inclina disculpándose
Ichika: “No, al contrario. Me agradó que me hayan visitado” — se avergüenza
Nekomina: “Disculpa Kyubo ¿puedo hablar en privado con Ichika?”
Kyubo: “…”— guarda silencio y mira a Ichika. Ella asienta con su cabeza — “Está bien. Pero no discutan ¿quieren?” — se queja y camina hacia la puerta
Apenas sale el yokai, Nekomina no se anda con rodeos y va directo al grano en un tono que no parece que fuera muy dura, sino al contrario, intenta ser lo más directa posible, pero sin alterar el frágil estado de ánimo y físico de Ichika:
Nekomina: “Me sorprendiste el otro día con el combate. Diría que eres más fuerte de lo que pareces y mereces ser tomada en serio. Me preocupa aun así tu condición. Tienes el suficiente poder como para rivalizar con los altos rangos del mundo, pero…”
Ichika: “Se a donde quieres ir Neko pero quiero quedarme así” — dice con una decaída sonrisa
Nekomina: “Pero tienes que y mereces una cura. Ni siquiera lo intentas” — aprieta su puño, incapaz de poder ayudarla
Ichika: “Descuida, esta es mi elección. Se que soy egoísta, pero he pasado por tanto que ya no puedo soportarlo más”
Nekomina: “Seguramente piensas que soy una neurótica que solo quiere retrasarte. No te culpo”
Ichika: “No, para nada. Puedo llegar a entender tus razones”
Nekomina: “¿Conoces a mis hijos?”
Ichika: “No lo suficiente, pero debes estar muy orgullosa de ellos”
Nekomina: “Son buenos niños. Mis más grandes orgullos” — sonríe
Ichika: “Te preocupas mucho por ellos. De eso no hay duda”
Nekomina: “Y por esa razón hago lo que hago sin importar el ensuciarme las manos en el proceso. Sangre, grasa, cenizas, me da igual si eso significa darles un mejor futuro a ellos y eso te incluye a ti. Cielos, parece que de verdad soy una maldita loca”
Ichika: “Un poco, je. Pero preocuparse por las personas que más quieres o aquellos que son débiles y vulnerables, no cualquiera lo hace e imagino que ellos dos lo agradecerán”
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Editado: 06.10.2024