Al día siguiente en la sede de los Cuchillas Rojas, Sharkta, uno de los asistentes más confiables de Indira a la hora de preparar las difíciles negociaciones y de perfil más austero y no tan belicosos como Ildra, se acerca tímidamente a la oficina de la líder gurka. Golpea la puerta y una voz imponente le da permiso de entrar:
Sharkta: “Señorita Indira, aquí le he traído informes sobre los negocios en Venezuela, Letonia, Islandia y Pakistán” — se acerca a la oficina donde Indira lee los contratos nuevos de diferentes empresarios interesados en tener negocios con los Cuchillas Rojas
Indira: “Déjalos en la mesa allí” — señala la mesa junto a los sofás
Sharkta: “Si, señorita” — se acerca y deja los papeles en le mesa — disculpe ¿puedo hacerle una pregunta?”
Indira: “Dime”
Sharkta: “Últimamente no he visto a la señorita Ildra y por lo general la veía por aquí con regularidad ¿ocurrió algo? Perdone mi curiosidad”
Indira: “No te preocupes, al final eres alguien de confianza. Para serte sincera ya no puedo confiar en ella. Su imprudencia ha escalado a un nivel demasiado grande y en este negocio no puedo permitir que ocurra” — responde melancólica
Sharkta: “P-Perdóneme por mi atrevimiento” — se inclina pidiendo perdón
Indira: “Te lo digo porque en estos últimos años te ganaste mi confianza a base de labores de espionaje entre nuestras propias filas. Sin tus informes jamás hubiera sabido la discordia de nuestros miembros gracias a Ildra”
Sharkta: “Todo lo que hago es por el bien de los Cuchillas” — vuelve a inclinarse respetuosamente, mostrando la lealtad inquebrantable por su señora
Indira: “Agradezco tu fidelidad y serás recompensado sin dudas” — sonríe amargamente
Por primera vez en mucho tiempo se siente desconcertada por la actitud que últimamente tiene su querida Ildra. Ya no la ve como siempre ni está segura de poder continuar perdonando sus decisiones tan brutales contra cualquier persona o al menos en el sentido práctico, sea ejercer la justicia o ejecución de ordenes que por lo general deberían pasar por ella como la líder.
Sharkta sabe que debe mantenerla al tanto y evitar que la organización sufra una crisis interna. Son muchos los problemas que Indira tiene que afrontar y el mayor deseo de Sharkta es aliviarle el peso de eso. Tanto es así que al mismo tiempo dedica esfuerzos para mantener un ojo sobre Sryza, la joven a quien Indira cae bien y desea cuidarla de la perversión de su entorno.
Entre las pilas de documentos que se acumulan sorprendentemente, ve a Indira que respira muy agitada y sus movimientos se vuelven toscos y torpes como si estuviera sufriendo algo:
Indira: “¿Crees que estoy por colapsar verdad?” — mira de reojo a Sharkta
Sharkta: “Hace varios días que no come ni descansa bien”
Indira: “Si no puedo hacer este trabajo nadie podrá y lo sabes. Descuida, termino con estos documentos y me regreso a mi habitación” — se tambalea con ojos agotados
Sharkta: “¡S-Señorita!” — se apresura a sostenerla antes de que caiga al suelo
Indira: “No te preocupes por mí. Tengo que cumplir con esto a como dé lugar”
Sharkta: “Señorita, se lo suplico, vaya a descansar antes de que enferme, por favor”
Indira: “¿Sabes? A pesar de que siga amando a Ildra y lo siga haciendo hasta el fin de mis días, ya no puedo controlarla y tengo miedo de que Sryza sea su presa”
Sharkta: “Lo sé y por eso no te preocupes”
Indira: “Esto nunca se lo he dicho a nadie, pero siempre quise ser madre. Durante un tiempo tuve que resignar ese sueño hasta que conocí a Sryza. Ella…ella me ha devuelto las esperanzas para cumplir ese sueño. Me gustaría…deseo poder adoptarla y criarla en un ambiente sano…”
Sharkta: “Ya, señorita, no continue. Entiendo cómo se siente, pero debe descansar”
Posa su mano en la frente de Indira y siente como hierve su piel de la fiebre por no haberse cuidado de manera responsable. La levanta entre sus fuertes y tonificados brazos. Abre la puerta y los gurkas presentes que montan guardia en los pasillos miran sin entender que sucede. Sharkta les explica a los guardias que Indira se encuentra indispuesta y debe ser llevada a su habitación y que de eso se encarga él.
Camina con ella a cuestas hacia la habitación mientras balbucea en brazos:
Indira: “Ella es mi última oportunidad…para tener una mejor vida lejos…de la violencia…el dolor…la perdida y la muerte…”
Sharkta: “Lo sé y eso es algo que deseo que usted pueda alejar de su vida”
Después de dejarla en su cama con varios médicos y enfermeras que velan por su salud a toda hora y le dan vigilancia a su estado, Sharkta sale hacia el pasillo rumbo a continuar con sus deberes. En el camino se cruza con Ildra, quien se encuentra cruzada de brazos y apoyada contra la pared muy cerca de la habitación de Indira.
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Editado: 06.10.2024