Limit Breaker volumen 7: La cacería final

Capítulo 1: Inferno

Todo ocurrió en un instante. Las aguas se convirtieron en mares hirvientes. Los gritos de dolor y sufrimiento de cientos de millones de seres humanos se apagaron en un instante y eso dio lugar a un horizonte rojo de llamas y cadáveres pudriéndose y carbonizados sobre el suelo.

Ni el poder combinado del mundo entero pudo, siquiera, repeler las hordas casi infinitas de dragones de toda clase. Wyverns, dragones colosales, orientales, incluso humanoides que marchan a pie en legiones destruyeron a la sociedad humana en todo el planeta.

El foco de ese cataclismo surgió en Roma y ahora se expande hacia todos los puntos sin control.

El cielo, azul y blanco, se convirtió en explosiones constantes de fuego y relámpagos negros que evocan al fin de los tiempos. Los templos budistas, taoístas, cristianos, y otras religiones se llenan de fieles esperando un milagro mientras que detrás de ellos el colapso es completo. Sus suplicas, reforzadas con esa creencia de un elegido que llega para salvarlos es la única forma de escapar del inminente final.

Tras la destrucción de Roma, casi quinientos millones de seres humanos perecieron en el primer minuto en todas partes del mundo. Con la aparición de Dramonzuk aparecieron portales que permitió a las legiones de dragones entrar y con ello arrasar todo a su paso.

Así es como el fin de los tiempos…ha comenzado…con un enorme estallido en el corazón de la fe humana en occidente.

Gracias al poder inconmensurable del emperador dragón, la temperatura del mundo subió drásticamente alrededor de ocho grados. Muchas especies de animales desaparecieron y otras apenas pueden sobrevivir. Los lugares más fríos ahora sufren climas templados y aquellos sitios donde el calor era constante, se convirtieron en páramos estériles sin vida humana, animal o vegetal.

La mitad de los países sufrieron el colapso social mientras que una pequeña parte aún resiste a la destrucción entre ellos una nación que hace tiempo era vista con desdén ya que no representaba el poder de los cazadores como Estados Unidos, China o Italia, pero ahora es el símbolo de la resistencia humana, Argentina.

Cinco años pasaron desde aquel cataclismo en Roma donde el poderoso emperador de los dragones salió a la luz y provocó que el planeta sufriera un daño del que podrían no salir jamás. Los cazadores, última línea de defensa contra los dragones, luchan incansablemente todos los días sin dormir y con escasos momentos para comer o tramos de descanso, mientras que los monstruos someten a las leyes mágicas que les impedía moverse fuera de los portales. Ahora, el mundo entero se ha convertido en una mazmorra de tamaño colosal gobernado por el todopoderoso Dramonzuk.

Con su trono sobre el famoso Obelisco de Buenos Aires, derretido por las llamas de los dragones, el emperador observa como sus dominios y poder han alcanzado el pináculo de todo ser viviente y su raza en la cúspide de perfección. Sin embargo, aún siente la inquietud de los poderosos cuando algo no está bien y puede cambiar de un momento a otro.

AVAVAVAVAV

En el otro extremo de la capital federal muy cerca de lo que hace décadas, era un muy importante matadero de vacas y ahora es un centro de refugiados con una entrada compuesta por una puerta que da al subsuelo y pisos subterráneos donde hay cientos de personas que lograron escapar del cataclismo.

Como el gobierno cayó, los cazadores son ahora los que luchan para asegurar la supervivencia de los civiles, yendo y viniendo en búsqueda de suministros como agua, comida, vendas y medicación. La mayoría de estos cazadores son rango entre D y B. Casi todos los de rango E, A y S murieron en las batallas para defender la ciudad, recuperarla o simplemente en la primera oleada. Tan terrible es la situación que, por refugio, lejos de la atención que ponen los dragones, solo hay veinte cazadores. Esto es para evitar que se concentra mucha energía mágica.

En la entrada del matadero sale una figura a toda prisa con capucha puesta, pantalones y abrigo viejos y una mochila agujereada. Su velocidad es tan impresionante que pasa desapercibido entre los dragones que sobrevuelan y también disminuye su poder mágico para que los dragones sin alas y usados como fuerza terrestre no lo ubiquen.

Aquella persona corre por las calles y se mete entre las casas precarias de lo que fue considerada una “villa”. Salta sobre las paredes con su ágil destreza física y luego corre por los techos. Su destino es incierto, pues ya había explorado desde hace meses las cercanías en búsqueda de suministros y necesita extender más su radio.

Llega hasta un pequeño mercado y se mete dentro. El lugar está vacío, ya había pasado por allí hace cinco meses y sacó todo de las heladeras y estantes. Se sienta a un lado, lejos de la puerta y saca de su mochila un mapa del lugar. A falta de luz en el local y por ser la medianoche, saca una linterna y apunta al mapa intentando ver su próximo destino:

—Si sigo por esta ruta quizás llegue hasta el barrio de Flores, pero…—piensa unos momentos al recordar que en la avenida principal de ese barrio está bloqueada por vehículos y cadáveres calcinados. Son cientos de metros de cuerpos quemados de personas que buscaron huir mientras cazadores también sufrían ese destino. Acompañando a los cuerpos sin vida de los humanos, también hay de dragones de bajo nivel que cayeron durante los primeros días del ataque. —haaa, y para ponerse peor la cosa, no sabemos nada del refugio de Ramos Mejía. Ella hace días que se fue por lo que tampoco tengo novedades de nuestra líder de refugio. —se golpea el rostro con ambas manos para darse ánimos. —¡No, vamos Bautista! ¡no pienses así! Ella…me dejó una tarea y es asegurar la supervivencia del refugio y así lo haré. Llevo haciendo esto hace meses y no me detendré ahora.




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