Steindra abre sus ojos abruptamente como si un mal sueño lo despertase de su plácido descanso. Los niños, tímidamente, observan a la criatura convertida en humano como si fuera una especie de camuflaje. A esos niños se suman Thiago y Juan. Ambos están aún más cerca para mirarlo.
Bautista llega y hace que regresen con los adultos ya que estar muy cerca de la entrada es demasiado peligroso para ellos. Carla y Luciana les traen tanto a Bautista como a Carlos algunas galletas y mitad de tres vasos cubiertos con agua purificada gracias a máquinas que pudieron recuperar en el camino a el matadero.
Bautista quiere hacerle unas preguntas, pero tras unas cuentas horas desde la llegada de Steindra al refugio se hace muy difícil. Hay demasiadas personas hacinadas en tan poco espacio y cualquier conversación se filtraría. Piensa, como una alternativa, el uso de su magia de sonido que con los años pudo desarrollar una técnica que aísla el sonido de quien toque con sus manos. Sin embargo, cualquier manifestación de energía mágica sería catastrófico.
Entonces, el monstruo se pone de pie y sale de la habitación y encara hacia la puerta de metal. Carlos mira de reojo con desconfianza e interpone en el camino:
—¿Qué estás haciendo? —pregunta el hombre con intenciones honestas de querer proteger a su gente.
—Tranquilo. No pasará nada. —dice el antiguo líder de los destructivos.
—A mi parecer intentas algo y te advierto que no te pases de listo. —amenaza Carlos.
La tensión puede cortarse con un cuchillo tan fino como inquietamente filoso.
En ese momento, Bautista se interpone entre ambos, pero mirando de frente a Carlos. Niega con la cabeza y sonríe para hacerle entender que no va a ocurrir nada grave, que puede confiar en Steindra:
—¿Enserio? —pregunta Carlos. Luego mira hacia Luciana, quien tiene la última palabra dentro del refugio.
—En cuanto se escuchen a los dragones regresen sin dudarlo. ¿Está claro?
—Por supuesto. —sonríe y se golpea el pecho.
—Si. —responde Steindra.
Luego de eso el dragón y Bautista salen a pie con Carlos siguiéndolos muy de cerca. El hombre sigue dudando de las intenciones del monstruo y con tal de cuidar a los más joven es capaz de ir como bestia salvaje a masacrar sin piedad.
Steindra y Bautista avanzan hacia un enorme contenedor de basura donde se arrojaban los restos de las vacas y cualquier animal para uso alimenticio. Carlos se reúne con ellos solo para escuchar la conversación:
—Parece que no nos podrán escuchar. —dice Steindra.
—¿Por qué nos trajiste hasta aquí? —pregunta Bautista.
—Veo que aún desconfían de mí y no los culpo.
—Supongo que entiendes el porqué. —exclama Carlos.
—Si y estoy de acuerdo en hacerlo. Sin embargo, tengo la imperiosa necesidad de hablar con ustedes sobre algo vital para su raza.
—¿Qué nos tienes que decir? —pregunta Bautista con total atención.
Steindra se acerca a un pedazo de escombro y se sienta sobre él:
—¿Saben lo que significa conexión de linaje? —pregunta con la mirada fija hacia el frente y rostro serio.
—No…no. —responde Bautista.
—¿Tu Carlos? —Steindra lo mira al hombre.
—Para nada. —responde y niega con la cabeza.
—Es una habilidad con la que nacemos los monstruos inferiores y está ligado a una conexión con nuestro creador. En mi caso…
—Dramonzuk. —interrumpe levemente Bautista.
—Así es.
—¿Eso tiene alguna importancia? —dice Carlos.
—Tiene y mucho que ver porque acabo de tener un sueño que no funciona como tal. Más bien es algo como que comparto consciencia con el emperador. Puedo sentir cosas donde él es el origen. ¿Comprenden?
—Podría decirse que eres una especie de receptor. —dice Bautista.
—Un receptor ¿Qué puede devolver esa señal? —mira Carlos con desconfianza y una postura inquieta.
—Por fortuna solo puedo recibir, aunque no estoy seguro del todo que no pueda recibir por mi parte. Es una especie de herencia al haber sido creado por el emperador. La conexión es lo que también permite a él poder comunicarse, darnos ordenes o brindarnos información sin movilizarse o exigir regresar. La cuestión es que recibí algo interesante y es que los destructivos están movilizándose a distintas naciones para buscar a Martín.
—¿Martín? —pregunta Bautista. —¿Quién es?
—El único que puede darle batalla y vencer a Dramonzuk. Es la única razón por la que este mundo sigue en pie. —exclama tajante el dragón.
—Espera…Martín ¿no es ese cazador que hace mas de cinco años peleó contra William Scott y lo derrotó? El conocido como “milagro de Buenos Aires y primer cazador argentino de rango S de la historia. —se sorprende Carlos. —Eso es asombroso y ¿Dónde está ahora? —se entusiasma.
—Lo siento. No puedo decirles.
Con esa respuesta, el temple de Carlos se desmorona causando que se moleste con el monstruo. Da unos pasos hasta Steindra y lo toma del cuello de la ropa. Lo levanta fácilmente y mira a los ojos del dragón.
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Editado: 16.07.2025