En algún lugar del Extremo Oriente Ruso en una mina de “manaria”, mineral surgido por la constante aparición de portales en un mismo sitio lo que ha modificado los minerales locales otorgándoles un color marrón tan distanciado del azul o celeste tradicional en los cristales.
En su momento, los rusos impulsaron ferozmente estas minas, pero cuando los Estados Unidos mejoraron la extracción de cristales mágicos y los centros de refinamiento, las minas de manaria debieron cerrar. También se debe a que la manaria contenía menos cantidad de maná que los cristales refinados Occidentales.
Actualmente las minas son el único refugio ante el cataclismo que amenaza con borrar a la humanidad.
Como si se tratase de una burla, un grupo bastante peculiar yace reunido a un costado de los refugiados que engloban a más de seis mil personas.
—¡Que horrible esta comida humana, carajo!
—Cierra la boca o los humanos podrían escucharnos.
—¿A mí que carajo me importa? Podrías borrarlos de la faz de la tierra. Son seres inferiores.
—Contrólate ¿quieres?
—Haaaa, que complicado eres.
Se quejan y ríen, pero entre ellos hay uno con una gran molestia. Una derrota lo enfurece y nadie sabe de qué se trata:
—¡Aaaah, no puedo creer que hayamos fracasado! ¡¿Cómo se supone que lo veamos a la cara?! —balbucea molesto un hombre de cabello rojo y barba candado vestido con chaqueta de cuero y gran porte.
—Te preocupas por eso, pero él lleva tiempo sin aparecer. ¿No se suponía que iba a encargarse de Europa? Ahora parece que simplemente nunca llegó. —cuestiona una mujer muy hermosa de cabello negro, ojos carmesíes y orejas puntiagudas.
—¿Supieron que en América del Sur empezó a nevar cenizas? —pregunta un hombre de cabello plateado.
—Si, pero ¿Por qué tiene tanto interés por ese lugar? —pregunta la mujer.
—A simple vista nada y quizás sea un fenómeno aislado. —exclama el hombre colorado. —Pero si lo piensan, solo ocurriría si en verdad haya algo importante.
—¿El usuario de la marca? —pregunta un hombre robusto.
—Eso parece, Granikus. —dice el hombre colorado que se revela como Doromak.
La mujer, cuya apariencia no podría ser más característica como la de Erezzia, choca sus manos y vigilando que nadie los observase, manipula la fogata de ellos con movimientos circulares para formar un mapa de Argentina. Las llamas empiezan a flotar y girar hasta dar forma al país sudamericano.
Una vez el mapa se construye de forma mágica sin que ningún refugiado se dé cuenta, Doromak señala varios puntos potenciales donde llegue a ubicarse el humano. Sin embargo, el hombre de cabello plateado o Alammor cuestiona la mirada del dragón carmesí no por la dirección del grupo como la elite de Dramonzuk sino que la ceniza ha aparecido en varios lugares del mundo por lo que no se está completamente seguro de si Argentina es un foco principal o hay más como los Estados Unidos o Japón:
—¿Sabes algo más, Alammor? —pregunta Doromak.
—Hace unos meses en mi recorrido por China y las estepas mongolas me topé con una fuerte tormenta de ceniza. Al poco tiempo me encontré con el mismo fenómeno en la selva del Congo y lo mismo hace un mes en Costa Rica. —responde.
—¿Qué significa eso? —pregunta Granikus.
—Bueno, es una habilidad del emperador que se manifiesta para detectar algo o alguien y como medio para intimidar y mostrar la extensión del poder de él. Me sorprendió que en esos lugares las cenizas se hicieron presente.
—No creo que sea coincidencia que hayas estado presente cuando ocurrió ¿cierto? —duda Doromak.
—El emperador me ordenó revisar esos lugares pero que jamás usaría su habilidad de ceniza. Eso me hizo pensar que hay o había algo más en esos sitios.
—No puedo creer que el emperador nos esté ocultando algo. —se molesta Doromak. Siente que merece ser respetado por ser el segundo al mando de todo el ejercito de dragones.
Erezzia ve movimientos a un costado por lo que decide desaparecer las llamas para pasar desapercibidos. Luego cierra los ojos para analizar el perímetro completo del refugio y anticiparse a una futura complicación indeseable:
—A mi parecer lo estás tomando demasiado a pecho. Si el emperador decide ocultar información es porque no hace falta que nos ocupemos. —dice Erezzia.
—Estoy de acuerdo. Por algo nos reunimos en Buenos Aires a petición del emperador. —exclama Alammor buscando la calma del grupo.
—Haaa…supongo que tienen razón. —dice Doromak.
—Tengo la sensación de que estás molesto por otra cosa. Quizás… ¿tu incapacidad de asesinar a Steindra? —Alammor lo mira fijamente sabiendo que esas palabras podrían enfurecerlo más aún.
—Oye, oye, cuida tu boca. Soy tu maldito líder ¿acaso quieres que te masacre en este lugar? —dice Doromak mientras manifiesta un aura carmesí en todo su cuerpo y brotando de los ojos.
—Cielos, ya contrólense. —los regaña Erezzia. —Nos descubrirán.
—Al carajo estos humanos. Perdimos a un miembro. Haya sido o no su negligencia, era parte del grupo. Nos pintaron la cara con su muerte ¿y se preocupan por el orgullo propio? Que estupidez. —dice Alammor confrontando a todos sus compañeros.
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Editado: 25.06.2025