Limit Breaker volumen 7: La cacería final

Capítulo 15: El Águila herida

En los Estados Unidos, la situación no es distinta a lo que está sufriendo los países en todo el mundo. Casi cien millones de norteamericanos murieron en tan solo veinticuatro horas después de lo que había pasado en Roma.

Se había desplegado todo el ejercito con todo su arsenal y todo su poder de fuego. Incluso se usaron armas experimentales de maná. Hasta se trató reubicar a cazadores como William y su gente para prestar ayuda. Sin embargo, cuando el antiguo cazador top uno del mundo llegó a su querida nación se encontró con un páramo seco, destruido, llamas y cadáveres por todas partes y dragones dándose festines con cuerpos de inocentes.

De ahí en más, una nación con gran orgullo por ser una superpotencia se vio sumergida en la ruina absoluta en tan solo un pestañeo.

En la actualidad, William encabeza la dura resistencia humana contra las hordas de dragones que llegan cada día desde hace cinco años.

El cazador, ahora con el título de guardián de Estados Unidos y presidente de la nación, esto debido a que todo el gabinete y político que se refugió murió cuando Dramonzuk llegó al lugar y arraso ciudades. Después de la muerte de los políticos el próximo para ser considerado en el cargo es el cazador más poderoso y prestigioso, como parte de la constitución dictaminada con los fenómenos de la magia y mazmorras.

Ahora el poderoso cazador lucha día a día con su gente para abastecer como puede, entablar comunicación con los cazadores supervivientes y defenderse de los monstruos. Cada cierto día entabla comunicación con Arakneida, preocupado por su estado, el de Estela y Leza y sobre todo el de Martín quien sigue desaparecido con el grupo.

Gracias a la cooperación con las arañas de Arakneida, William dispone de las habilidades de la soberana de las arañas para crear portales y esto le permite moverse entre cada uno de los estados de la nación. El costo de maná para la poderosa familiar de Martín es siempre alto, pero no duda en hacerlo por su señor y la humanidad entera.

Desde hace meses, William se encuentra en un refugio ubicado en Filadelfia en el estado de Pensilvania que consiste en una manzana enorme encerrada con muros de roca creados por cazadores de elemento tierra y lava y aprovechando los metros subterráneos construyeron el refugio en ese lugar. Lo cierto también es que mantiene gran presencia de cazadores que protegen a casi treinta mil civiles.

Sin embargo, los problemas no tardan en llegar por la enorme cantidad de personas viviendo ahí.

William recorre los túneles, conversando amablemente con los supervivientes. Preocupado por los más débiles y jóvenes contrasta con sus épocas como maestro del gremio “Dark Eagle” donde era un fuerte cazador, eficiente, gran líder pero también belicoso. Ahora es alguien que decidió llevar sobre sus hombros el peso de llevar a la supervivencia a su nación y prestar ayuda a los demás supervivientes del mundo.

La derrota frente a Martín y el posterior exilio y acción en África sembraron la semilla del gran hombre que ahora es.

—Gary ¡Gary! — grita William desde el otro extremo de la estación subterránea de Phillips 25th

—Jefe, ¿pasó algo? —pregunta el hombre de mediana edad y ex empleado de mantenimiento de vías. Ahora se desempeña como parte del grupo que explora zonas en busca de suministros junto con cazadores.

—Que tal Gary. Estoy buscando a Jeff ¿lo viste?

—Creo que salió esta mañana con un grupo para explorar.

—Entiendo. ¿Cómo van las cosas con los suministros?

—Por el momento todo está en orden. Tenemos suficiente como para un mes.

—Son...buenas noticias.

—William...

Gary se aparta junto con William para no ser oídos:

—Jefe, ya no hay más sitios disponibles y si queremos encontrar más suministros lo mejor sería ir a otro estado. Si es que podemos avanzar más allá de diez manzanas.

—Carajo. Bien. Buen trabajo. Sigue tomando nota sobre los suministros disponibles.

William observa que Gary está nervioso:

—¿Hay algo más?

—Pues…

—Dime. —pide sin apartar la expresión de serenidad.

—Él…bueno…salió de nuevo. Le pedimos que no sea imprudente pero simplemente hizo oídos sordos y salió corriendo. —cuenta Gary.

Al oír eso, William se toma de la cabeza y maldice, pero nada más que eso porque luego toca el hombro del hombre y lo tranquiliza alegando que no es culpa de nadie y que por ahora lo mejor es esperar.

Luego de eso, el cazador antiguo número uno del mundo continua su recorrido. Muchas personas lo ven y salen corriendo a su encuentro, emocionadas, entusiasmada porque cuentan con la protección de alguien tan encomiable como él.

En el camino se encuentra con Morgan, quien entrega comida y un poco de agua junto con otros diez cazadores. William no quiere interrumpir su entrega diaria de suministros a los supervivientes, pero es necesario debido a que la baja continua de personal es bastante crítica. Por esa razón es que le saluda desde lo lejos y ella devuelve con un paquete de pan relleno de crema en la mano:

—William ¿Cómo estás? ¿pudiste dormir? —pregunta ella, preocupada de que desde hace varios días que lo ve moverse de un lado hacia el otro.




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