Dentro de aquella dimensión de pesadilla cubierta de oscuridad, desolación y desesperanza que a cualquier podría enloquecer, Martin se queda estupefacto ante la oferta que le hace la diosa oscura.
Con el efecto de su poder que le permite manipular toda lógica, el tiempo se mueve distinto haciendo que días y meses duran en esa dimensión apenas un par de minutos:
—¿Bien? —se muestra impaciente la diosa, pues ella quiere ver la resolución de todo el conflicto entre los monstruos y el usuario imperial.
Martin no encuentra las palabras correctas. Todos aquellos emperadores y algunos monstruos que ha enfrentado en su largo camino de cazador, fueron humanos sin la capacidad de decir que no a una entidad cósmica:
—Encuentro muchas dudas en tu interior. ¿Acaso necesitas una demostración de que voy con total seriedad?
La diosa chasquea sus dedos, provocando que el tiempo dentro de la dimensión se despegue inclusive mil veces más respecto al mundo humano.
La atmósfera, ya macabra y hostil, cambia. Martín se empieza a sentir extraño. El suelo debajo de sus pies cruje y el oxigene se corta como si lo apenas natural que existe en esa dimensión se acabase:
—¿Qué está ocurriendo? —se pregunta antes de que el horror para él de comienzo.
Su piel es lo primero. La superficie de su piel se seca en cuestión de microsegundos. La humedad se evapora del cuerpo como si estuviera expuesto al sol por décadas. Las venas se convierten en caminos oscuros y quebradizos. Las manos se tuercen lentamente hacia formas artríticas. Sus nudillos sobresalen como queriendo desgarrar la piel desde dentro.
La musculatura, tan tonificada y fuerte, colapsa. El cuerpo se hunde sobre sí mismo. Los músculos se atrofian. Su espalda se encorva. Los hombros caen y el cuello tembloroso. El muchacho, tan poderoso y juvenil ahora parece una especie de marioneta vieja.
Martín se erosiona tanto física como espiritual.
En su mente, el tiempo corría como una tempestad demencial. Cada pensamiento se vuelve pesado con miles de imágenes que transitan por su mente. Una persona ordinaria se volvería loca en cuestión de segundos como si años le fueran robados por cada respiración.
El cuerpo del joven se marchita con una velocidad tan perversa que no le da tiempo a reaccionar. Luego, la diosa da marcha atrás con todo lo que ha impulsado, permitiéndole a Martín poder regresar a su forma original:
—Haaaaa…haaa…haaa…—da nuevos respiros y jadeos al regresar a su forma original. Cae al suelo sintiéndose abrumado de haber casi muerte y luego regresado a la vida. Nunca en su vida se había asustado tanto, ni enfrentando a monstruos.
El chico ahora ve lo que es capaz la diosa cuando desea algo y no se cumple al instante. Encuentra un peligro sin igual. Para ella, él es una mascota para su diversión y el conflicto contra los emperadores solo es un laboratorio:
—Martin, eres solo un insecto insignificante ¿esperas así poder oponerte a mis deseos? —flota hacia Martín y le acaricia el rostro y luego baja a su pecho en un recorrido recto. Su actitud es como si fuera una persona observando a una rata de laboratorio. Para ella, Martín es eso apenas. Una rata a la que le ha tomado cariño.
—Estas muy equivocada.
—¿Todavía mantienes esa actitud tan desafiante? Créeme que sería un enorme desperdicio matarte, pero…—toma del cabello a Martin y lo tira hacia atrás. —No me costará nada dejarte hecho polvo.
La contundencia de ella es inquietante. Martín no quiere ceder y busca lo más rápido posible alguna excusa y darle vuelta a la situación:
—Dime algo. —exclama Martín en voz baja, casi tímido.
—¿Huh? —lo mira intrigada.
—¿Qué sigue luego? Si hago lo que dices ¿Qué sucederá conmigo y mi mundo?
—No es de extrañar que te preocupes por los demás.
—¿Entonces?
—¿Intentas negociar conmigo humano? ¡ja, que gracioso eres! Pero te conozco desde hace mucho tiempo. Me intriga saber que pedirás.
—Solo quiero que cuando todo esto acabe permitas que mi mundo se salve. —le pide. Una vez dicho eso, traga saliva, lleno de nervios.
—Bien. Ustedes los mortales siempre se apoyan en los demás al no confrontar sus inseguridades o el aprecio que se tienen. Lo entiendo. Elimina a Dramonzuk y si me das diversión de la que espero, no dudes de que tu mundo, tu universo será salvado.
—¿Lo prometes?
—Claro que si cariño. —dice con voz maternal mientras extiende sus brazos. Su apariencia corrupta color negro se vuelve a teñir de esa calidez blanca que supo conmoverlo de niño pero que tras haber visto su verdadero ser ya no hay dudas…ella es el enemigo.
La diosa lo envuelve con sus brazos y obliga al chico a fundirse en un abrazo con ella. No le devuelve el gesto. Él levanta sus manos y da un leve empujón que la aleja apenas centímetros, solo para sentir el frio en el cuello.
Martín se le abalanza con fuerza sobre su cuello, presionando con todo lo que tiene mientras ella no se resiste. Más bien sonríe, se divierta de ver la desesperación en los ojos de él:
—Interesante…cambio de situación…mi cielo…
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Editado: 26.08.2025