Con el resurgimiento del emperador dragón en un nivel extremadamente peligroso, la reunión para la batalla final no se hace esperar. Todos los comandantes y personal disponible se reúnen en las afueras del estadio.
Más de quinientos cazadores, y entre médicos, ex militar y policías se conforman otros dos mil y sumado a esto, los monstruos aliados que también el total despega a unos tímidos seis mil individuos. Todos discuten acerca de lo que se debe hacer de ahora en más.
Martín se queda a un costado, escuchando junto con Estela quien se queda a su lado tomando la mano. El que lidera la reunión es Julio, posiblemente el humano más importante para el refugio, sin contar al mismísimo Martín.
Los ánimos están alborotados, nadie es ajeno al incontrolable poder que se sintió hace unas horas desde Siberia y se desparramó por todos los confines del mundo. Julio nota los nervios y está en el hecho de que todos discuten entre sí a todo pulmón. Mira a Martín y exclama:
—Si el plan de Dramonzuk era ponernos incómodos, supongo que tuvo efecto.
—Estoy de acuerdo. —exclama el joven cazador. —Pero no tenemos que darle el gusto. Sé que puedes hacerlo. —le da su confianza para lograr apaciguar las aguas.
—Claro que sí niño. —vuelve su mirada hacia la multitud terca. Acumula todo el aire posible y lo devuelve con un grito de guerra. —¡¿Podrían dejar de hacer tanto escándalo y escucharme?!
En un instante todo se volvió silencioso. Apenas se oye gente tosiendo, pero el murmullo incontrolable ahora se vuelve un mar de respetuoso silencio. Julio se recompone tras el grito de imposición:
—Entiendo que todos sintieron esa cantidad descontrolada de energía mágica, pero saben que no es solo eso. Lo saben. Ellos vendrán hasta aquí.
—Sabemos que sí, pero ¿Qué podemos hacer al respecto? —pregunta un cazador de la multitud.
—Tenemos un plan. —mira a María y ella comienza a usar su magia de planta para crear figuras que representan al refugio y lejos de este, figuras de dragones. —Vamos a disputar dos batallas. Una aquí, usando todas las defensas y poder que tengamos. Crearemos muros humanos y mágicos. En el frente iremos los cazadores, así como nuestros aliados familiares de Martín. Los rangos más altos protegeremos al refugio.
—¿Y si pasan las defensas y entran al refugio? —pregunta el cazador.
—Dejaremos a cazadores menores de rango B+ cuidando, así como ex personal militar.
—Es una locura. Más de la mitad de los cazadores están por debajo del rango B+ ¿con cuantas personas defenderán las afueras del refugio? Ellos vendrán con miles o millones, nosotros aguantaremos con un puñado.
Estela se pone de pie y añade su perspectiva, así como conocimiento sobre los movimientos realizados durante varios días. Lo cierto es que nadie tiene idea de que por un tiempo estuvieron contactando con muchos refugios y que esperan noticias:
—En eso te equivocas. Hay otros refugios con los que hemos contactado y sin duda vendrán a dar apoyo. —explica ella.
—¿Cómo es que estás tan segura? Quizás ya fueron barridos. —cuestiona el cazador.
—¡Si! ¿Cómo saben que vendrán? —cuestiona otro.
Estela se sienta abrumada por la actitud negativa y preocupada de los cazadores y no cazadores. Por más que diga lo que diga, será cuestionada, porque esa es la naturaleza humana ante una crisis de destrucción inminente.
Los desánimos no tardan en propagarse en la multitud. Es necesario que alguien diga o haga algo para darles al menos una pizca de esperanza. Esperan a que Martín intervenga con unas palabras. Sin embargo, el joven ha visto mucho en la dimensión y lo que menos necesitan es que alguien demasiado poderoso para ese mundo tenga que pelear por ellos. Todo lo contrario, Martín quiere que todos luchen codo a codo, espalda con espalda contra los dragones.
Martín intercambia miradas con Julio. Al cazador veterano le gustaría que el chico dijera unas palabras, aunque también entiende la necesidad de no meterse, pues él tiene una batalla propia y que debe realizar solo:
—Tiene sentido que se sientan así. Están asustados. —dice Julio.
—Si, pero ni a Dramonzuk ni a la diosa oscura les interesa. —responde Martín. —Ellos vendrán por todo y todos.
—¿Qué hacemos? No tenemos mucho tiempo. —se pregunta en voz baja.
De repente, todas las miradas se posan sobre Martín y las dudas caen sobre él. No es porque se dude como tal, sino que las dudas vienen de que pueda o no vencer al emperador o a la diosa. Martín es consciente de todo eso, pero, no quiere intervenir con ninguna palabra ni nada. Hay mucho en su mente como para añadir algo más a ello.
Estela intenta calmarlos, pero están inquietos y no quieren escuchar a nadie más que al más fuerte de la humanidad.
Martín siente que no debería, pero ve una gran crisis de moral entre ellos, considerando la cantidad enfermiza de dragones yendo hacia allí es más que entendible la angustia entre los humanos. Él se para y camina hacia donde se ubica Estela. Su forma de caminar, pararse y hasta de mirar no ha cambiado incluso en la estadía en la dimensión oscura.
Es una persona más y muchos se sienten identificados con solo verlo. Trae calma y eleva la moral:
#3005 en Fantasía
#1441 en Novela contemporánea
aventura magia accion drama y violencia, fantasía drama misterio romance acción
Editado: 06.09.2025