Limit Breaker volumen 7: La cacería final

Capítulo 29: Entre las llamas

—¡Aquí vienen con todo! —ruge Bautista al ver las columnas de llamas acercándose con le gigantesca producida por Dramonzuk. —¡invocadores, desplieguen muros!

Siguiendo a esa orden, los cazadores extienden sus manos a lo largo del perímetro formando una capa de maná de diversos colores expresando el elemento que corresponde a cada uno.

En un abrir y cerrar de ojos, todo el cielo desde el horizonte se ve envuelto en un color carmesí tan intenso que es difícil sostenerle la mirada. Steindra sale de la zona asegurada por el muro de maná para confrontar a esas llamas.

Con su nuevo poder y forma adquirida, el dragón dorado quizás no sea más o igual de poderoso que Dramonzuk o Andruseil, pero si puede considerarse una especie de calamidad cuando abre sus fauces y dispara una serie de bolas de fuego doradas que viajan a una velocidad incalculable.

Cada bola de fuego dorada impacta de lleno contra los dragones de enorme tamaño. Los desintegra al instante en estallido pequeños. Un par de ellos golpean contra el enorme dragón emperador y su mano derecha andrógina, apenas logra rozarlos sin peligro de ser heridos pero las llamas invocadas por ellos detienen su paso, permitiendo un breve momento de alivio:

—Lo sabía. Sus escamas son mucho más duras de lo que pensé. —exclama el dragón. Se mete dentro del muro y mira a Bautista. —Apenas eliminé a los grandes que son parte de la avanzada. Ahora solo dependemos de nuestros esfuerzos para aguantar.

—Esperemos que el plan funcione. —dice Bautista.

—Estoy seguro que sí. —respalda Steindra sin apartar la mirada en el ejercito enemigo.

—¿Vas a seguirnos? —pregunta el cazador. Ya no desconfía del dragón dorado, sino que buscará su espalda para apoyar la suya y luchar en igual de condiciones como hermanos de armas y aliados.

—¿Hasta la muerte? Vaya concepto tan dramático que tienen los humanos en estas situaciones. ¿Por qué no hasta la vida? No vamos a morir y dalo por hecho que lucharemos sin descanso hasta salvar a cada ser vivo de este mundo. —se golpea el pecho Steindra con total orgullo.

—Ojalá que sí. —sonríe Bautista.

Desde lo lejos, Dramonzuk ordena a sus dragones de cuerpo fino especializados en velocidad y ataques furtivos que sean los primeros en dar inicio al ataque. Los primeros cien agitan sus alas y se encaminan velozmente hacia el gigantesco muro de energía mágica.

Los lanzadores esperan el momento adecuado.

Cuando ven a los dragones llegando al muro, los cazadores toman un poco de valor y salen del muro. Extienden sus manos al frente y se forma en el aire un círculo mágico desde cada uno de ellos. Algunos disparan bolas de fuego intensificados. Otros disparan picos de huelo. Otros picos de roca, látigos de aire, esferas venenosas. Toda clase de magia contra los monstruos.

Al ser monstruos muy débiles, van cayendo al ser atravesados por los picos, quemados, envenenados o triturados. Tan solo es una avanzadilla y según Dramonzuk, son carne de cañón prescindible.

Lejos de sentirse frustrado, el emperador dragón se detiene mientras que sus legiones mantienen el paso rumbo al refugio. Andrusiel se queda a su lado a la espera de ordenes:

—¿Qué opinas Andrusiel? —pregunta Dramonzuk.

—Hay que arrasar esas construcciones y toda vida dentro de ellas. —se sincera.

—Si. Opino igual. Por eso es que…

Dramonzuk presencia una marea incalculable de monstruos tipo dragón surcando los cielos y arrastrándose en la tierra. Es como si tuviera consciencia propia, como una colmena con forma de un reptil alado negro.

Bautista ve venir la ola de dragones. Se ve intimidado, pero no se va a rendir. Mira hacia atrás y pide a los invocadores que persistan y los lanzadores sigan disparando. Todos desde las tribunas del estadio. Debajo del lugar esperan los cazadores, liderados por Charles, Marcos, Claustro y los ex Dark Eagle sin su líder.

Ellos ven un ejército de dragones con forma humanoide portando lanzas, espadas, grandes escudos y están acompañados por otros con enormes caparazones similares a los de las tortugas, pero poseen cuernos y cuerpos tan grandes como camiones. Se podría decir que son el equivalente a tanques de gran blindaje:

—No la tendremos muy fácil aquí. —exclama Jeff de Dark Eagle.

—Nunca se dijo que vaya a ser fácil, pero esto…es una locura. —dice Charles.

—Bueno, tendremos que dar todo de nosotros. Recuerden, lo importante es aguantar todo lo posible, ya que hay alguien que sin duda luchará sin descanso. Hagámoslo por los caídos y por Martín. —enuncia Marcos.

—Estás en lo correcto. —Claustro cruje su cuello mientras se quita las ojotas y el buzo. Libera todo su poder mágico de cazador con atributo animal.

Claustro desata todo su poder y con una velocidad difícil de seguir para humanos ordinarios, se abalanza con estallido de furia sobre los dragones. No importa cuál sea la clase o rango. Si está armado o se está defendiendo, ataque por igual a todos los monstruos que se encuentra y sean enemigos.

Charles da un grito de batalla y todos los cazadores clase guerrero, tanque, asesino, paladín, corren con sus armas envueltas en maná. Los tanques refuerzan sus cuerpos y los paladines otorgan un buff que aumenta el poder de ataque y defensa de sus compañeros. Por detrás, los sanadores siguen a los que son heridos y curan lo más rápido posible.




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