La piel gris de Andrusiel brilla con los destellos carmesí del cielo y su semblante frio e indiferente carcome la esencia más profunda de la resistencia humana, pero no por ello dejan de luchar.
Los ataques de los cazadores y los familiares de Martín se vuelven cada vez más eficaces y logran reducir a un pequeño espacio del desierto a la criatura andrógina. Sin embargo, uno de los ataques de Lee Bao que va hacia el cuello es detenido solo con la mano de la criatura y con una patada al estómago lo manda a volar contra unas construcciones de extracción de minerales mágicos:
—¡Lee! —grita Musume, viendo como su compañero es brutalmente golpeado.
—Preocúpate por ti misma. —exclama por detrás.
Kargroot llega y golpea con el hacha al brazo del monstruo. No llega a herirlo, pero observa que la dura piel se está agrietando y deja escapar un minúsculo polvo negro.
Dentro de la biología de los monstruos del maná, su existencia está compuesta por tres cosas: la sangre que según varía de la clase y raza del monstruo, en el caso de los familiares de Martín, se adapta a su señor por lo que es color rojo. Luego está el maná, que cuando un monstruo es eliminado, su cuerpo se desintegra liberando el poder mágico que quedaba antes del deceso. Y luego está el polvo mágico que se origina con la desintegración del cuerpo y es cuando ese cuerpo físico desaparece y pasa a volverse parte del mundo del maná.
Sin embargo, ese fenómeno que muestra Andrusiel, donde no sangra, sino que prácticamente sale de su grieta, polvo gris, lo hace sospechar que hay algo más.
Kargroot vuelve a arremeter con un giro veloz con el hecha y apunta al hombro de Andrusiel. El monstruo se aparta unos centímetros y el filo del arma pasa apenas por al lado. En ese momento es cuando todo tiene cada vez más sentido, y es que ahora los movimientos de la mano derecha de Dramonzuk se vuelven cautelosos y falto de confianza. Totalmente opuesto a como se estaba mostrando en el comienzo.
Oscar se apresura para dar apoyo al caballero oscuro y con el puño le asesta un violento golpe de lleno al rostro y luego, saltando hacia él, Octavio con el martillo impacta contra la cabeza de la criatura. El golpe es tan duro que el suelo se parte y forma un cráter tras otro y también genera ondas expansivas.
Estela se reincorpora y ve en qué condiciones se encuentra Leza. Rápidamente y sin mediar palabra, extiende sus manos para usar la magia de curación. Si aún se encuentra la extremidad, puede hacer que la recupere. Ella no puede regenerar algo desde cero, es imposible, por lo que su magia curativa está limitada a un aspecto en particular.
La antigua emperatriz se pone de pie y acaricia la cabeza de Estela en un gesto de profunda admiración y agradecimiento, pero también que no siga intentando curarla ya que la diferencia es demasiado grande en poder mágico y podría sufrir una perdida masiva y acabar gravemente perjudicada:
—Que la señorita Musume trate tus heridas. Alguien como yo, destinada a vivir de las batallas, debe encargarse de esto con todo su ser. Tu entenderás, ¿verdad? —esto último lo dice con una amable sonrisa.
—P-Pero…
Leza toma del suelo su hacha de un filo y arrastra contra el suelo. Su peso es monumental y se nota al cargarlo. Solo ella es capaz de hacerlo y de ello se jacta de portar el arma con filo más poderosa de entre todos los emperadores:
—¡Andrusiel! —grita desde escasa distancia.
—¿Huh? —mira la criatura hacia donde está ella. —¿Sigues con vida? Que molestia resultaron ser. Más de lo que jamás hubiera podido creer.
Entonces, una particular ventisca se siente de tal manera que enmudece al campo de batalla. Leza gira hacia atrás y ve una figura que brilla con un verde claro, pero tan luminoso que es difícil de saber quién puede ser.
De repente, despega en vuelo hasta varios cientos de metros y luego con una velocidad abismal, desciende y da una feroz patada en la frente de Andrusiel que lo estampa contra el suelo. Es la primera vez en toda la batalla que esa bestia es derriba. Nadie puede creer que Estela hay podido someter así a Andrusiel y usando su forma “armadura Sylphie” y en simultáneo “deja vú”, que le permite esquivar la cola con punta afilada en un claro intento de la criatura por defenderse:
—No pienso permitir que más gente querida caiga. Así como confío plenamente en que Martín va a vencer a la diosa Oscura, también lo haré con ustedes y en los que pelean en el otro sitio. —exclama con lágrimas. Los recuerdos de haber cuidado a Martín cuando estaba en coma, o la perdida de su suegra así como casi perder a todos sus compañeros en Roma la impulsas a sobrepasar sus miedos. —¡Quiero que venzamos y todos sobrevivamos a esto! ¡¿me entiendes Leza?! ¡casi pierdo a Arakneida, casi pierdo a Martín, y ya he perdido a muchas personas, no más!
—Que complejos son los humanos en los momentos más difíciles. Sacan conclusiones irrelevantes y buscan justificar esos momentos ¿para qué? El resultado es el mismo. Nunca ha cambiado ni antes de la batalla, tampoco ahora. —se reincorpora Andrusiel.
—¿Qué podría saber una maldita criatura sin alma? —exclama Kargroot.
—¿Huh? ¿Qué insinúas traidor?
—Ya deberías haberte dado cuenta.
—Se más claro.
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Editado: 18.09.2025