Limit Breaker volumen 7: La cacería final

Capítulo 33: Recuerdos de un pasado distante

La sorpresiva aparición de los hermanos Freddo equilibra la balanza en favor de la resistencia humana frente a la abominación descomunal del poder de Dramonzuk. Ahora, el todopoderoso emperador dragón enfrenta a un rival que alcanzó el nivel de los emperadores inferiores con ayuda de Arakneida:

—Creía que no aparecerías, David. —dice Arakneida.

—Estuve a punto de no venir. La situación en Paraguay se volvió complicado, si no fuera porque aparecieron arañas y trolls de hielo de la nada a apoyarnos. —sonríe a la soberana y al elfo quienes responden igual de felices.

—Me sonrojas, jajaja. —bromea Lorkamos.

—Es un placer. —exclama Arakneida. —Entonces, vamos a aplastar a este bastardo.

—Arakneida. ¿Sabes que este sujeto…?

—Si, si, lo se David. Una gran parte de él ya no existe y fue consumido por algo muy oscuro y tenebroso.

—Asumo que la diosa tiene que ver. En ese caso no hay más que decir.

Julio y William se asoman despacio para ver el hoyo por donde fue enterrado de un puñetazo Dramonzuk.

Ambos miran desde lo alto. Solo hay oscuridad, pero no quieren perder más tiempo, así que manifiestan su poder mágico de elemento fuego para iniciar otra ronda brutal de llamas y explosiones. Si pueden someterlo, entonces es lo que necesitan.

Cromana asciende con sus alas y levanta ambas manos con las que invoca enormes y afiladas estacas carmesí de sangre. Es quien tiene mejor vista y cuando baja la mirada nota unos destellos eléctricos provenientes desde donde está el emperador dragón. Lo acompañan también ráfagas de viento que desestabilizan el vuelo de la vampiresa:

—¡¿Qué mierda ocurre?! ¡¿acaso ese es Dramonzuk?! —piensa ella. —¡Hey, tengan cuida…!

El hoyo es cubierto por una columna de fuego tan intenso, escalofriante y bestial que hace temblar todo el territorio. La tierra se fragmenta y grandes escombros salen volando. Julio despliega sus alas de llamas y toma las manos de Macarena y Arakneida. Lo mismo hace Cromana con Lorkamos y William y David con Lucas, su hermano menor.

El dragón oscuro asciende con los hombros y rostro caídos. Lo único que parece mantenerse con vida son las alas. El resto está completamente inmóvil. Su poder mágico, aunque descomunal, se está fragmentando lentamente puesto que lo que carga le provoca una inestabilidad mental peligrosa.

Entonces, mueve torpemente su rostro hacia el grupo como si se tratase de una especie de zombie sin la capacidad de poseer voluntad propia. Es una criatura, que lucha por no convertirse en una marioneta como si lo hizo Andrusiel. Pero dentro de su mente y alma, simplemente la cosa es muy diferente pues se encuentra su verdadero yo rodeado por neblina y líquido negro y espeso llegándole a las rodillas, deambulando sin rumbo fijo mientras implora algo.

AVAVAVAVAV

Algo que perdió hace tiempo y lo hace sufrir como si su lado más honesto y amable fuera a resurgir tras mucho tiempo. Recuerdos de una vida pasada que tiene en su mente como fragmentos rotos de un espejo pero que, en su anterior forma, como la del verdadero emperador dragón siempre tenía presente y era aquella vida en la que tenía una mujer, hijos, una comunidad que lo amaba y respetaba, hasta que una figura femenina prometió prosperidad y absoluta paz en su mundo.

Es ahí cuando ese falo de esperanza para el mundo de Dramonzuk, lo convierte en la tragedia y también el motivo por el cual, todo su pueblo y familia fueron arrasados.

En el momento en que el primer pacto se concreta y las victorias para defender a su mundo se acumulan, le corrupción de su mente se acelera ocasionando que su fisionomía cambia radicalmente, así como también su personalidad. Momentáneamente se convierte en una bestia sin control de gigantesco tamaño y violencia desatada.

En cuestión de minutos, todo lo que Dramonzuk llamó hogar y familia, fue reducido a cenizas y él, con el cuerpo quemado, pero regenerándose, yace en un mar de cuerpos calcinados. A sus pies están los cuerpos de su esposa e hijo amado. Ambos están quemados hasta los huesos y con solo esa imagen frente a él es cuando se rinde ante el dolor, la soledad y el engaño de aquella que prometió paz duradera.

Esos recuerdos lo torturan con punzantes dolores que lo aquejan durante millones de años mientras destruye otros mundos. Al mismo tiempo, él busca algo para poder recuperar aquello perdido, lo que fuera, pero ni con las legiones de monstruosos dragones, ni los subordinados con poder incalculable.

Solo movido por esa voluntad de traer de vuelta a su mundo, inicia una cruzada contra los usuarios de la marca imperial. Simplemente la intención es matar a cada uno y atraer a la diosa y luego obligarla a revivirlos. Matarla o dejarla viva para obligarla, cualquier opción es sin duda lo mismo para él. No tiene nada que perder y uno tras otro, los mundos son arrasados por enjambres de bestias draconianas hasta dejarlos en ceniza.

Mientras el emperador contempla con tristeza las llamas, observándolas y deseando nunca haber hecho ese pacto con aquella entidad corrupta. Incluso entre la destrucción, ve con su particular visión de las cosas, las almas de los fallecidos en forma de llama azul. Representación del deseo y voluntad, también los sueños. Sean niños, mujeres o ancianos, hombres y guerreros, ricos o pobres, aventureros o aquellos que trabajan la tierra, todos tienen el mismo tipo de llama en su interior.




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