Limit Breaker volumen 7: La cacería final

Capítulo 37: La voluntad humana

En los largos pasillos subterráneos, que conecta al campo de juego del estadio con la pequeña habitación donde Martín está luchando contra la diosa, Dramonzuk intenta abrirse paso, pero se encuentra con una dura resistencia que poco a poco lo va alejando.

Estela lo empuja usando todo su poder de magia de viento con poderosas ventiscas que impactan en el pecho y lo envían fuera de allí. El monstruo sale despedido e impacta contra una de las tribunas de enfrente.

Julio es el primero en seguirlo, impulsándose con llamaradas que salen de la palma de sus manos y al ascender varias decenas de metros sobre Dramonzuk, le apunta con los puños cerrados e intensas llamas color azul le dan de lleno y destruyen gran parte de la tribuna. La explosión es tan grande que se forman ondas expansivas y varios cazadores y monstruos aliados de los alrededores tienen que despejar el área para que Julio pueda pelear sin problemas. A él se suman Macarena y también, de manera inesperada, Ichika y Kyubo:

—Disculpen si nos unimos, pero entiendo un poco la situación. —exclama Ichika.

—No te disculpes. Cuanta más ayuda tengamos mejor. —dice Estela.

Julio retrocede hacia sus compañeros. Nota un par de fragmentos de Dramonzuk flotando como si fueran cenizas. Allí se percata de que el emperador dragón está pereciendo muy rápido:

—Estela ¿Qué crees? —le indica Julio los fragmentos.

—Si es cierto lo que ocurrió antes, puede que tengamos una oportunidad, pero…

—Pero ¿qué? —pregunta Macarena.

—Nada. Solo derrotémoslo. No se cuanto más pueda aguantar Martín desde su lado o nuestras fuerzas en el frente.

—Es por eso que no hay que pensarlo demás. —dice Arakneida. —Si tenemos la más mínima oportunidad, aprovechémosla. Él…sabe que es el final de todo así que no hay porque temer o dudar. —añade y al final de eso extiende sus manos. —Magia espacial: Gran colonia arácnida. —se forman decenas de portales de las que salen muchas arañas de todo tipo y rango.

Cuando el grupo se está por preparar y desencadenar todo el poder que les queda, se oyen pequeñas carcajadas proveniente del polvo y llamas de la tribuna:

—Kukuku ¿enserio creen que eso va a servirles? Este cuerpo va a perecer, pero yo seguiré torturando lentamente a Martín. ¿Acaso…acaso? —su boca se tuerce adquiriendo una expresión más angustiada. —¡tsk! ¡maldición, este ser inferior aún se resiste! —piensa. —¡No te creas que vas a hacer lo que quieres con mi cuerpo! ¡yo no dejaré que me manejes, asquerosa rata inmunda! —grita con firmeza e ira. Se debate Dramonzuk en una lucha por su propio cuerpo contra la diosa oscura.

Por un momento se olvidan de los cazadores y monstruos y luchan por el control.

Arakneida se da cuenta de lo que sucede y da indicaciones en silencio a los demás para que se preparen con todo lo que tienen. Sin embargo, la mirada de Dramonzuk se mueve hacia ellos y contra lo que pensaron antes, sonríe y abre sus ojos en dirección a los cazadores.

De sus fauces empieza a emitirse una luz reuniéndose en su interior con un calor tan intenso como voraz:

—¡Ay mierda! —exclama Estela. —¡Todos a cubierto, cuidado!

Una explosiva cantidad de energía llameante sale despedida de su boca como si fuera una columna salvaje color carmesí. Es tan violento que su cabeza baja, disparando contra el suelo y apenas pudiendo enderezar el ataque hacia las estructuras y los enemigos. Su control es leve a comparación con momentos antes.

Uno de los edificios dentro del estadio, usado como cabinas de transmisión y donde los hinchas más acaudalados se reunían a ver los partidos, es reducido a fuego y cenizas en cuestión de segundos.

Su poder no ha disminuido e incluso las explosiones son tremendamente potentes más que antes. Los obliga a todos a apartarse del camino y aquellos que no lo logran terminan calcinados hasta los huesos frente a sus propios aliados. Ni los subordinados de Dramonzuk se salvan del ataque de su señor:

—¡Si, no tengo duda de que esta ha sido una gran idea! —piensa la diosa. —¡Este cuerpo ha alcanzado un nivel que es insuperable para cualquier ser inferior! ¡ya es momento de desaparecer a Martín en su forma física y…! —su dedo meñique se mueve de manera involuntaria y las llamas de su boca se apagan de repente. —¿huh? ¿Qué…acaba de pasar? —se pregunta.

Estela levanta la vista para encontrarse con las dudas del monstruo. El ataque dejó de manifestarse y aunque dejó rastros de destrucción en todas partes, no dañó donde se ubica el lugar de Martín. Se siente aliviada, pero rápidamente arenga a los demás para contraatacar:

—¿Huh? ¿Qué le está pasando a este cuerpo? Se supone que no debería fallar mi posesión ¿Qué carajos significa esto? —piensa y de los costados de la boca se agrieta levemente. Al mismo tiempo se asoman varios ataques mágicos elementales.

El impacto de llamas, arena, viento, veneno y rayos reducen a escombros toda la tribuna. A duras penas esquiva esos ataques el emperador dragón. La diosa está muy sorprendida de que ese movimiento involuntario haya provocado que se detuviera. Entonces, otro movimiento le hace perder casi la totalidad del control sobre Dramonzuk. Mueve su cuello a un lado, tronándose.

La parte de la diosa que manipula al dragón oscuro es devuelta a la dimensión oscura. Al recuperar su cuerpo, Dramonzuk siente náuseas y cada parte de cuerpo le genera un punzante dolor en todas partes y acto seguido, vomita sangre sin parar hasta caer de rodillas. Entre jadeos y la mirada hacia ellos, él dice:




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